En la era de la economía creativa, las ciudades más inteligentes y sostenibles se están convirtiendo en epicentros culturales, sociales y económicos que compiten por atraer al talento humano. Hacia ellas se mudan los jóvenes más creativos, los científicos e investigadores más prominentes, en busca de nuevas ideas y oportunidades para co-crear en conjunto con otros talentos.
Estos centros urbanos se están convirtiendo en el epicentro mundial cultural, social y económico, con base en la aplicación de un enfoque de gobernanza inteligente, que implica la concurrencia de sistemas de planeamiento estratégico, políticas, acciones, procesos y mecanismos de gobernanza local, que aseguran la existencia de ecosistemas urbanos sostenibles.
El Índice ‘Cities in Motion’ del IESE Business School midió el nivel de sostenibilidad de 174 ciudades en 80 países. Este índice se calcula con base en 96 indicadores en las siguientes dimensiones: economía, capital humano, proyección internacional, planificación urbana, medioambiente, tecnología, gobernanza, cohesión social y movilidad/transporte.
El último ranking general (2019) es el siguiente: 1° Londres (Reino Unido), 2° Nueva York (Estados Unidos), 3° Ámsterdam (Países Bajos), 4° París (Francia), 5° Reikiavik (Islandia), 6° Tokio (Japón), 7° Singapur (Singapur), 8° Copenhague (Dinamarca), 9° Berlín (Alemania) y 10° Viena (Austria).
Lima es la única ciudad de Perú que figura en el ranking, pero en un puesto cercano a las ciudades que están en la cola. En 2019 ocupó el puesto 138°; detrás de Medellín (134°), México (133°), Brasilia (130°), Río (128°), Bogotá (117°), Panamá (114°), San José (112°), Montevideo (92°), Buenos Aires (77°) y Santiago de Chile (66°).
¿Por qué Lima, siendo una ciudad con una historia tan gravitante en toda América, está tan atrás de ciudades como Montevideo, Buenos Aires o Santiago de Chile? Principalmente debido a su falta de gobernanza y planeamiento urbano, a su bajo nivel de movilidad y su caótico transporte público, a su escaso capital humano, a su bajo desarrollo tecnológico, a su elevada contaminación ambiental y a su limitada proyección internacional (a pesar de su ubicación estratégica).
Lima es una de las pocas capitales latinoamericanas que ni siquiera cuenta con un parque tecnológico y un ecosistema de innovación que aspire a asemejarse en algo a Silicon Valley (USA) o a Shenzhen (China). A pesar de contar con un puerto importante (El Callao), sus servicios son caros y su acceso logístico atrofiado. A pesar de contar con un aeropuerto importante (Aeropuerto Internacional Jorge Chávez), las vías de acceso y salida están colapsadas. El transporte interprovincial no cuenta con terminales adecuados, el sistema de transporte es desarticulado, la semaforización es caótica, la policía de tránsito no está capacitada.
Existe una presión logística muy fuerte sobre el puerto del Callao, producto del centralismo económico de Lima. Esta situación sólo podrá mitigarse fortaleciendo puertos aledaños al Callao, como desfogue a los problemas de vialidad que genera la entrada y salida masiva de mercancías, por rutas urbanas utilizadas para el tránsito convencional.
Para revertir esa presión logística sobre el Callao se debe fomentar la descentralización económica, desarrollando ciudades intermedias y promoviendo el cabotaje y el transporte multimodal.
También se debe fomentar el desarrollo de ‘clusters’ productivos competitivos, que aporten mayor valor agregado a las mercancías que transitan por su puerto y aeropuerto, así como el libre acceso y libre concurrencia al mercado de servicios portuarios y aeroportuarios.
La participación privada es clave para impulsar el desarrollo de la infraestructura y el equipamiento portuarios, apuntando a una desconcentración portuaria y la tecnificación de los puertos.
En una economía cada vez más globalizada, más importante que las distancias físicas son las distancias económicas: los tiempos de carga y descarga, la posibilidad de añadir valor agregado en zonas de almacenamiento y la simplificación de trámites aplicando sistemas de información en tiempo real.
Chancay es un puerto privado en desarrollo, que podría convertirse en el desfogue del Callao, por su calado que le permite el arribo de barcos de gran volumen de carga y el transporte de contenedores de granos y minerales. Buena parte de la carga de minerales que bajan por el ferrocarril central, podrían desviarse a la altura de Huachipa, en un recorrido de 112 kilómetros.
El Ferrocarril Central ya tiene el cuádruple de capacidad de transporte que la Carretera Central. Transporta tres millones de toneladas anuales, mientras la Carretera Central sólo 10 millones de toneladas. Y a futuro también podría utilizarse para el transporte de pasajeros.
En Lima persiste por décadas un estado de marginalidad social, ahondado por el crecimiento caótico de la ciudad, la elevada informalidad, el bajo nivel educativo y de formación cívica de la población, la falta de planeamiento urbano y un paternalismo que ha alimentado una cultura invasiva del suelo eriazo, auspiciada desde el Estado, promotora de asentamientos humanos en zonas de riesgo o de difícil acceso para el tendido de redes de agua y alcantarillado, lo que encarece enormemente el costo de brindar servicios básicos. Todos estos males se han agudizado durante la pésima gestión del gobierno de Pedro Castillo.
El crecimiento urbano caótico ha traído consigo hacinamiento, marginalidad social y vulnerabilidad frente a riesgos de desastres en un contexto de cambio climático. Las políticas estatales de titulización de la propiedad han reforzado los problemas estructurales de la vivienda, al incentivar el accionar de mafias de trafico de tierras que operan inclusive desde las mismas instituciones públicas.
Tres de cada cuatro viviendas se construyen de manera informal y sin apoyo técnico ni financiero, además los procesos de normas, licencias y permisos son confusos, burocráticos y corruptos. Las municipalidades son débiles y muy poco profesionalizadas.
En Lima se necesita soluciones integrales de vivienda, más y mejor planificación urbana y acondicionamiento territorial. Para ello hay que rediseñar el sistema de gobernanza de la ciudad para viabilizar la realización de obras transversales, especialmente espacios públicos.
Lima depende de los recursos hídricos de las cuencas del Rímac y el Chillón, afectadas por la deforestación, la emisión de residuos químicos, relaves mineros y residuos orgánicos de los centros poblados. Cuadro agravado por las invasiones de terrenos adyacentes al río y el arrojo indiscriminado de basura y desmonte.
Todo ello agudiza la vulnerabilidad en épocas de huaycos, generando desbordes que ponen en riesgo a las poblaciones ribereñas. Vinculado a este problema, está el incipiente tratamiento de las aguas residuales domésticas, la disposición de excretas a campo abierto y la falta de educación sanitaria.
Los centros urbanos de mayor relevancia histórica están en creciente degradación: Barrios Altos, Rímac, Cercado, Barranco, Callao, etc. Zonas altamente degradadas como los Barracones y el Mercado Mayorista, entre otros, son focos de caos contagioso al resto de la ciudad.
Si bien Lima cuenta con una amplia red de monumentos arqueológicos y el mejor centro histórico de Sudamérica, su desarticulación y nivel de abandono son pavorosos.
Lima es un desierto bañado por tres valles que es vital que se sostengan como “reservas verdes”. Ni las autoridades ni la población tienen una cultura ética y estética orientada a la sostenibilidad de las áreas verdes y el mar. La contaminación ambiental es creciente y pavorosa en os tres valles y en toda la costa de Lima. La mayoría de sus riberas han devenido en grandes botaderos de desechos sólidos. Carecen además de defensas ante posibles inundaciones.
Los más de 100 kilómetros de longitud de sus tres valles brindan una enorme oportunidad para el deporte y la recreación. Mientras que los más de 40 kilómetros de litoral desde ancón hasta Pucusana, que gozan de buen clima durante todo el año, están contaminados, y desperdiciados durante nueve meses del año.
La revolución digital constituye una oportunidad para revertir toda esta crítica situación y posicionar a Lima como ciudad inteligente y sostenible. La suma de inteligencias, personas y máquinas inteligentes puede permitir crear un paradigma de humanidad limeña aumentada, compatible con la sostenibilidad deseada del planeta.
La agenda de desarrollo sostenible de Lima es inmensa, pero lamentablemente gran parte de ella está fuera del discurso y las propuestas de los candidatos a la alcaldía de Lima y sus distritos. Es tiempo de reemplazar las propuestas efectistas y populistas, por verdaderos planes de desarrollo sostenible para una ciudad que, por su historia y ubicación geopolítica, debería ser el emblema competitivo de América Latina.