Los intentos de Europa por subirse al tren bioceánico que China quiere construir entre Brasil y Perú

EL miércoles pasado una delegación oficial del gobierno alemán se reunió con el presidente boliviano Evo Morales para discutir la posibilidad de una participación alemana y suiza en el proyecto. El Secretario de Estado del Ministerio de Transporte e Infraestructura Digital de Alemania, Rainer Bomba así como veinte representantes más de las esferas económicas europeas estuvieron en la nación sudamericana.

«Muchas empresas germanas medianas, así como la multinacional Siemens y la principal empresa ferroviaria alemana, Deutsche Bahn, buscan ser parte del Corredor Ferroviario Bioceánico Central», dijo Judith Eckert, de la Asociación Empresarial para América Latina (LAV, por sus siglas en alemán), según declaraciones recogidas por el medio estatal alemán Deutsche Welle. Y otros medios informaron que entre las empresas interesadas está también la suiza Molinari. La propuesta europea abarcaría la construcción de la infraestructura, así como la venta y mantenimiento de las locomotoras y demás material. El proyecto tiene dimensiones épicas. Se estima que su costo podría ascender a US$10.000 millones. Y, de concretarse, atravesaría un verdadero campo minado de controversias ambientales, pues cruzaría por la sensible región amazónica. Pero además también está el tema de las sensibilidades nacionales.

Efectivamente, una de las versiones del proyecto no incluye a Bolivia, sino que propone un trazado directo entre Perú y Brasil. Y eso ya desató una polémica entre peruanos y bolivianos en el pasado. «No sé si Perú nos hace una jugada sucia», comentó Evo Morales en octubre de 2014, cuando también sostuvo que el proyecto sería «más corto, más barato» si atravesara Bolivia. Sin embargo el presidente peruano Ollanta Humala descartó esta posibilidad poco después, en noviembre de 2014, al comentar un acuerdo con China para iniciar los estudios del proyecto. El tren pasará «por el norte de Perú, por razones de interés nacional», afirmó entonces Humala.

Una propuesta anterior del proyecto contemplaba una ruta que no pasaba por Bolivia. Independiente de la controversia anterior, las autoridades alemanas están cortejando la participación de Bolivia en el proyecto. En la reunión del pasado miércoles, el funcionario alemán Bomba se refirió a Bolivia como un «jaguar fuerte». Y, según reseñó la prensa boliviana, ya se trabaja en la conformación de una comisión técnica binacional para afinar la propuesta.

Inicialmente, la propuesta de este tren que cruzaría el corazón del continente estuvo asociada con China.En mayo de 2015, el primer ministro chino Li Keqiang recorrió la región buscando acuerdos sobre la iniciativa. Para China, el tren representa la posibilidad de un vínculo más directo para que las materias primas que importa de Brasil lleguen al Pacífico y de ahí a Asia, en vez de tener que dar la larga vuelta marítima por el Cabo de Hornos. Y además es un engranaje clave en la estrategia de expandir su influencia diplomática en la región. «Sería un trofeo y una pieza clave de toda la relación, si sale bien», dijo Kevin Gallagher, profesor de la Universidad de Boston y autor de estudios sobre el vínculo China-América Latina. Lo mismo, por supuesto, se aplicaría al proyecto alternativo que están proponiendo los empresarios europeos.

Por el momento, las naciones sudamericanas involucradas en la iniciativa pueden reconfortarse con la idea de tener a varios pretendientes detrás de la posibilidad de financiar y construir la que sería una de las grandes obras de infraestructura en la historia del continente. Nadie sabe si el ferrocarril transoceánico finalmente podrá superar las barreras políticas, ambientales, técnicas y económicas que se interponen a su realización. Pero lo cierto es que cada vez más países se interesan en intentarlo.