Entre los retos del sector Pesca en el Perú, destacan tres que por su naturaleza son importantes.
El primero es atender la problemática de la pesca artesanal, tema complejo y de muchas aristas. Se necesita mucha imaginación, experiencia y buena voluntad para tratar de conseguir un ordenamiento y una regulación apropiadas que satisfagan, no solo a la autoridad y a los administrados, sino también al ciudadano.
Hablar de pesca artesanal implica también a la pesca continental, pescadores embarcados y no embarcados, buzos, mariscadores, pescadores de rivera, etc.
El Ministerio tiene registradas oficialmente 1.377 Organizaciones Sociales de Pescadores (OSPAS), lo que implica un serio problema de comunicación entre los administrados y las autoridades. ¿Quién representa a todas esas OSPAS? ¿Quién puede ser el interlocutor oficial, válido, representativo y aceptado por todos los pescadores artesanales del Perú?
Es evidente que no se puede dialogar con todos los administrados en busca de consensos para dictar normas. El tiempo que se consume en atender solicitudes de audiencias de tal cantidad de gremios de pescadores juega en contra del tiempo necesario para trabajar en acciones concretas.
Debe agregarse la necesidad de que los Gobiernos Regionales también participen, en vista de que son competentes en varias funciones referidas a la pesca artesanal que ya les fueron transferidos en virtud de la Ley de Descentralización.
El problema es, evidentemente, complicado y el tiempo avanza. Cinco años podrían ser insuficientes para tratar la problemática artesanal, si es que los propios administrados no se ponen de acuerdo en designar representantes formalmente respaldados por todas sus bases con el objeto de definir una agenda a tratar con las autoridades centrales y regionales. La agenda finalmente debería aterrizar en un producto principal que se convierta en un instrumento técnico eficiente y consensuado que ordene toda la pesquería artesanal peruana, incluida la continental que generalmente se deja de lado.
El segundo, que tiene relación directa con el primero es mejorar la participación y actuación del FONDEPES en el tema artesanal, no solo en los temas de infraestructura pesquera y créditos, sino fundamentalmente en capacitación. El ex CEP Paita, indebidamente fusionado con esta entidad jugó desde su origen un rol importante en la pesca artesanal que vino a menos con la fusión, que además de ignorar su perfil, trayectoria y antecedentes, fue manejado por funcionarios poco conocedores de la problemática pesquera. Es necesario repotenciar y recuperar lo que fue el CEP Paita.
El tercero, y que también tiene relación con los dos anteriores, es devolver al Instituto Tecnológico Pesquero a su estatus anterior antes de ser, también indebidamente, convertido en el Instituto Tecnológico de la Producción en una suerte de mezcla confusa e inoperante con los CITES, muchos de los cuales solo existen en el papel. La verdad es que no se puede comparar los resultados del híbrido que significa la actual entidad, con los logros que obtuvo el ITP cuando fue tal y cumplía los propósitos para los que fue creado.
Es obvio que la agenda pesquera tiene más puntos; pero estos son vitales porque tienen relación directa con el abastecimiento de pescado fresco a la mesa popular y de materia prima para las plantas de CHD.
La pesquería industrial, de una u otra manera está regulada y debidamente representada para efectos de dialogar y mejorar lo que deba ser mejorado. No es tan complicado como el tema de la pesca artesanal.
Esperamos que el nuevo gobierno tenga la voluntad y la decisión política para dar inicio al desarrollo de una agenda puntual para la pesca artesanal marítima y continental del Perú.
Marcos Kisner