La postergación de la cuarentena hasta el día de la madre ha desnudado la inoperancia del gobierno en implementar un efectivo distanciamiento social que, sumado a las demoras en el programa Reactiva Perú, el anunciado otorgamiento de un nuevo bono para los independientes y la amenaza de un “impuesto a los ricos”, revelan la ausencia de una clara visión por parte de nuestras autoridades, que integre la estrategia sanitaria y la económica. Se cuenta con los recursos financieros, pero se gasta mal y a destiempo. Las decisiones del gobierno se ven sujetas a marchas y contramarchas por no contar con un claro diagnóstico de la situación de la pandemia. En esta entrega queremos contribuir a llenar ese vacío recogiendo las recomendaciones de expertos internacionales.
En un informe publicado esta semana, un grupo de expertos ha elaborado un plan para que Estados Unidos reabra su economía de forma segura en el mes de Julio. Sin embargo, está supeditado a realizar al menos 20 millones de pruebas al día, ampliar el rastreo de los contactos de los infectados (“contact tracing”) y garantizar que aquellos que necesiten ser aislados reciban una atención adecuada.
El informe, elaborado por 45 expertos interdisciplinarios reunidos por la Universidad de Harvard, dice que se necesitan hacer 5 millones de pruebas al día a principios de junio para comenzar a reabrir el país, aumentando a 20 millones a fines de Julio para poner fin a la cuarentena. Desde el principio, la Organización Mundial de la Salud ha dicho que la única manera de vencer al virus es «pruebas, pruebas y más pruebas». Ese mensaje parece estar llegando finalmente. Sin una información completa no se puede elaborar un diagnóstico apropiado de la pandemia.
De acuerdo con dicho informe, el nivel de pruebas necesarias depende de la capacidad de rastrear eficazmente los contactos de los infectados con coronavirus, advertir a las personas que han sido expuestas, hacerles la prueba molecular y aislar a todos los que dan positivo, dice el informe. Se tendría que proporcionar protección laboral y apoyo a aquellos que tienen que aislarse, incluyendo entregas de alimentos (“deliveries”) y paquetes de medicamentos. En los Estados Unidos eso implica contratar a un ejército de rastreadores de contactos, se estima que se requieran al menos 100.000 personas, que se podrían reclutar de las escuelas de enfermería y medicina de todo el país.
También se requiere ampliar masivamente las pruebas incentivando al sector privado para crear nuevas soluciones a gran velocidad. Esto podría ser coordinado por una Junta de Pruebas Pandémicas a ser creada por el gobierno y encargada de asegurar los suministros e infraestructura de pruebas necesarios. Se estima que el costo de este programa bordearía los $100 mil millones de dólares por año. Sin embargo, este elevado costo palidece con el costo económico de una cuarentena continuada en ese país: 100 a 350 mil millones de dólares cada mes.
El informe titulado “Hoja de Ruta para una Resistencia a la Pandemia” «Roadmap to Pandemic Resilience”, ha sido publicado por el Centro de ética Edmond J. Safra de la Universidad de Harvard con el apoyo de la Fundación Rockefeller. Según los autores la hoja de ruta permitirá al gobierno de los EUA pasar de una actitud de bombero frente a la crisis (posición reactiva) a una posición de combate directo (posición proactiva). Del no hacer nada al que se puede hacer para combatir la pandemia.
El valor de la propuesta es que evitará repetidos ciclos de apertura y nuevas cuarentenas. La hoja de ruta permite movilizar y reabrir progresivamente las áreas geográficas y partes de la economía que han sido cerradas, proteger a los trabajadores y sus empleos y contener el virus a niveles donde se puede manejar y tratar eficazmente hasta que se pueda encontrar una vacuna.
La hoja de ruta del informe incluye entre otras medidas: (1) Innovación en metodologías de tomas de muestras.; (2) Una Junta de Pruebas de Pandemia establecida por el gobierno federal, con poderes fuertes pero limitados a su objetivo, cuyo objetivo es asegurar un suministro adecuado de pruebas y la infraestructura necesaria para su despliegue, aplicación y procesamiento; (3) Orientación federal y/o estatal para programas de pruebas estatales que se alinean con el debido proceso, libertades civiles, igualdad de protección, no discriminación y estándares de privacidad; (4) Marcos de preparación para apoyar a los líderes locales de salud, alcaldes, líderes tribales y otros funcionarios públicos en el establecimiento de procesos de administración de pruebas y recursos de apoyo de aislamiento; (5) Innovación organizacional a nivel local: uniendo ciudades, condados y distritos de salud, con detalles que varían de un estado a otro; (6) Ampliación masiva del personal de rastreo de contactos de la nación, comenzando por agregar 100.000 rastreadores; (7) Regulación preventiva de aplicaciones de intercambio de advertencias punto a punto para garantizar la seguridad; máxima protección de la privacidad; (8) Apoyo a la cuarentena y el aislamiento en forma de protección de puestos de trabajo y apoyo material para el tiempo en cuarentena y aislamiento, así como el acceso a los servicios de atención de salud necesarios; (9) Creación de un Centro Nacional de Pronóstico de Enfermedades Infecciosas para modernizar el seguimiento de enfermedades.
La hoja de ruta planteada por el informe de la universidad de Harvard aún no ha sido adoptada por el gobierno de los Estados Unidos y, es de esperar que enfrentará gran resistencia por la invasión de privacidad que implica y el riesgo de uso de la información para fines distintos, por quienes tengan acceso ella. Algunas de las recomendaciones del mencionado informe pueden adaptarse fácilmente a las condiciones de nuestro país. El informe puede servir de guía para orientar el diseño de procesos y las inversiones en infraestructura de salud pública. Existen los recursos para hacerlo. Se requiere una estrecha colaboración entre el sector público y el privado. La capacidad organizacional del sector privado debe ser utilizada para acelerar la puesta en marcha de la hoja de ruta. El gobierno tiene la palabra.