Por: Jorge Baca Campodónico, Economista principal de MAXIMIXE
Estimado lector, imagínese que tiene un hijo Juan terminando el segundo grado de educación primaria y usted le hace la siguiente pregunta: Juan la entrada para el circo cuesta 10 soles. ¿Cuántas entradas puedes comprar con 57 soles? Para facilitarle su respuesta le dice que puede escoger entre las siguientes tres respuestas: (i) 57 entradas; (ii) 6 entradas; y (iii) 5 entradas. Si respondió 5 entradas, lo felicito tiene usted un hijo con un nivel satisfactorio para el segundo grado de primaria.
Preguntas similares a la del párrafo anterior, fueron realizadas por el Ministerio de Educación (MINEDU) a 11,302 estudiantes de segundo grado de primaria de 371 instituciones educativas (IIEE) el 13 y 14 de noviembre de 2018. La muestra fue seleccionada con métodos estadísticos tanto a nivel de IIEE como de estudiantes y es representativa del total de estudiantes que cursaban el 2do. grado de primaria en el Perú el año pasado.
Los resultados de la evaluación muestral (EM) han sido desalentadores. Solo un 14.7% de los estudiantes evaluados respondieron acertadamente a la mayoría de las preguntas formuladas (nivel satisfactorio). Un 55.0% de los estudiantes respondieron erróneamente a la mayoría de las preguntas formuladas (en inicio), mientras que un 30.3% algunas veces acertaron y otras veces se equivocaron (en proceso). El 14.7% con nivel satisfactorio es muy bajo comparado con porcentajes superiores al 80% registrado en países desarrollados en pruebas similares.
Lo preocupante de los resultados de la EM de 2018 es que el porcentaje de estudiantes con nivel satisfactorio no solo es bajo con relación a los países desarrollados, sino que ha venido cayendo significativamente en los últimos dos años. En el Gráfico 1 se muestra la evolución de evaluaciones similares realizadas durante el periodo 2007 – 2018. En el año 2017 no se realizó la evaluación por los problemas ocasionados por el Niño Costero.
Observamos que el porcentaje de alumnos con nivel “satisfactorio” en el 2007 fue de 7.2% y fue creciendo hasta 34.1% en el 2016 para caer a 14.7% en 2018. El porcentaje registrado en las evaluaciones del año pasado retrocede a los niveles alcanzados en 2012. La situación es peor para los estudiantes con nivel “en inicio”. En 2007 el porcentaje en este nivel fue de 56.5% y fue decreciendo hasta 28.6% en 2016. Los resultados de 2018 (55.0%) nos retroceden a los niveles de 2008.
Si utilizamos el nivel promedio de las calificaciones recibidas por los estudiantes, vemos que en 2007 el promedio fue de 500 puntos y fue creciendo hasta llegar a 592 en 2016. El nivel promedio registrado en 2018 fue de 515, es decir hemos retrocedido a los niveles de 2008.
Los resultados en comprensión de lectura son similares a los resultados en matemáticas, aunque menos dramáticos. El porcentaje de estudiantes en el nivel satisfactorio cayó de 49.8% en 2015 a 37.6% en 2018. Con este resultado hemos retrocedido a los niveles de 2014. El puntaje promedio de los evaluados también cayó de 592 en 2015 a 515 en 2018. Lo positivo fue que el porcentaje de estudiantes en el nivel “en inicio” ha continuado reduciéndose, llegando a 5.8% en 2018.
¿Qué conclusiones podemos llegar de los resultados de estas evaluaciones? La primera conclusión es que algo anda mal con nuestro sistema educativo. Cuatro años de retroceso ya constituyen una tendencia que difícilmente se le puede atribuir a un error estadístico. La segunda conclusión es que la evaluación de estudiantes de 2do grado de primaria corresponde a estudiantes que recién han estado 4 o 5 años y que se han iniciado con el nuevo sistema curricular que el MINEDU viene implementando. Es decir, su bajo rendimiento no se le puede achacar al anterior sistema educativo.
Recientes estudios econométricos, como el realizado por Orazio Attanasio y otros en 2012, apuntan a deficiencias nutricionales y ausencia de estimulación temprana entre las edades de 0 a 9 años como las principales causas del bajo rendimiento escolar. Un ejemplo muy usado de ausencia de estimulación temprana es el aprendizaje de un idioma no materno, como sería en nuestro caso el aprendizaje del inglés. Un niño que aprende un lenguaje no materno entre los 0 y 6 años tiene mayor probabilidad de aprenderlo más rápido y mejor (sin acento) que un adulto con poca exposición a este lenguaje en su niñez. Además, está demostrado que aprender un segundo idioma incrementa la capacidad de aprendizaje en general.
Lo mismo sucede con la comprensión de lectura y el raciocinio matemático. Sin una adecuada nutrición y una estimulación temprana a través de juguetes, libros y videos educativos y/o incentivos de los padres, entorno familiar y maestros entre la edad de 0 y 9 años, los niños están más propensos a tener rendimientos deficientes en su proceso educativo.
El nuevo sistema curricular ha puesto énfasis en el desarrollo de competencias, pero descuidando la importancia de la nutrición y la estimulación temprana en la formación del estudiante. El aumento de la anemia entre los niños de 0 a 6 años es un claro ejemplo de la deficiencia en materia nutritiva. El desarrollo neuronal, clave del aprendizaje e inteligencia de un estudiante, se da entre los 0 a 6 años. Una deficiencia nutricional que limite este desarrollo compromete irreversiblemente el potencial de aprendizaje del niño.
Del mismo modo la ausencia de estimulación temprana limita la formación de conexiones neuronales en los niños. Estas conexiones neuronales definen la capacidad de aprendizaje del estudiante a lo largo de su formación. Si a la deficiencia del desarrollo neuronal le sumamos la ausencia de adecuadas conexiones neuronales entonces tenemos la receta para rendimientos pobres en materia educativa que no podrán ser remediados cambiando solo el sistema curricular.
Lo que se necesita es menos énfasis en “enfoque de género” y más énfasis en la educación y nutrición de las madres gestantes, eliminación de las deficiencias nutritivas de la época prenatal y del niño entre 0 y 6 años. Mas énfasis en la estimulación temprana del niño, que podría darse por ejemplo con sesiones intensivas con profesores, tutores o videos del lenguaje diferente al materno desde los 3 años. De esta forma se lograría un aprendizaje de una lengua alternativa a temprana edad y se evitaría las ingentes inversiones de tiempo y dinero que actualmente se hacen en la edad adulta para aprender un segundo lenguaje.
En el caso de las matemáticas se requiere una estimulación temprana al lenguaje de las matemáticas a través del aprendizaje de lenguajes de programación de computadoras a partir de los 4 años. El raciocinio matemático se desarrolla más fácilmente cuando el estudiante tiene una exposición temprana al uso y programación del computador.
El mundo de las próximas generaciones será el mundo dominado por la Inteligencia Artificial y la robótica que tenderán a reemplazar a los empleos de baja especialización. Si no ofrecemos a la niñez actual la posibilidad de una estimulación temprana a los lenguajes de programación de computadoras que son la base de los avances tecnológicos, corremos el riesgo de educar a una generación que no tendrá la posibilidad de competir con los avances que se vienen dando en el campo de la robótica.