Se sabe que los productos de plástico de un solo uso son generalmente elaborados de polietileno y polipropileno, materiales que necesitan una media de 300 años para degradarse en el ambiente, aunque en algunos casos su fotodegradación puede tardar hasta 1 000 años.
La mayoría de los plásticos no se biodegradan, en cambio se fotodegradan, lo que significa que estos se descomponen lentamente en pequeños fragmentos conocidos como los microplásticos, volviéndose invisibles a la vista humana.
Son estos microplásticos los que se mantienen en el ambiente y al ser consumidos por los animales ingresan a la cadena alimentaria con efectos perjudiciales para el ambiente y para la salud humana.
En el Perú desde diciembre de 2018 se ha dispuesto una reducción progresiva del uso de las bolsas de base polimérica (bolsas de plástico) no reutilizable, por bolsas reutilizables u otras cuya degradación no generen contaminación por microplásticos o sustancias peligrosas y que aseguren su valorización, en el marco de la medida de política Nº 9.3 “Economía circular y Acuerdos de Producción Limpia en los sectores industria, pesca y agricultura” del Plan Nacional de Competitividad y Productividad.
Es decir, cada envase o embalaje, material de envase o embalaje o componente de envase o embalaje para ser designado como orgánicamente recuperable debe ser biodegradable de forma inherente y última, lo que se demuestra mediante la aplicación de ensayos de laboratorio.
Según la norma ISO 2240317, la biodegradabilidad inherente es la capacidad de un polímero o material plástico de biodegradarse en condiciones controladas de laboratorio; y, la biodegradabilidad última como la descomposición de un compuesto químico orgánico por microorganismos en: (i) presencia de oxígeno en dióxido de carbono, agua y sales minerales de cualquier otro elemento presente (mineralización) y nueva biomasa; o (ii) en ausencia de oxígeno en dióxido de carbono, metano, sales minerales, y nueva biomasa.
Es así como, al descomponerse las bolsas de plástico biodegradables, éstas no generan contaminación por microplásticos o sustancias peligrosas y que al lograr su descomposición puede ser valorizada, es decir, que puede volver a ser utilizada total o parcialmente como material para distintos procesos o como fuente de energía.
Para que una bolsa de plástico pueda ser identificada como biodegradable debe cumplir con una serie de requisitos y procedimientos, que de acuerdo con la norma técnica ISO 1860618 son: el control de constituyentes, la caracterización y la biodegradabilidad.
El control de constituyentes, comprende el contenido de metales pesados y otras sustancias tóxicas y peligrosas perjudiciales para el ambiente; mientras que la caracterización es la identificación de los materiales constituyentes y sustancias químicas que componen la bolsa; y finalmente, la biodegradabilidad es la descomposición de los materiales de la bolsa por microorganismos en presencia de oxígeno para dar dióxido de carbono, agua, sales minerales de cualquier otro elemento presente (mineralización) y nueva biomasa.
La producción agrícola o agroexportador de especies vegetales que pueden producir almidones para polímetros biodegradables no es sólo una interesante oportunidad de negocio que puede formar parte de la cadena productiva de la fabricación de bolsas u otros empaques de comidas y alimentos en general de composición biodegradable, sino que, además, durante el periodo productivo agrícola, la biomasa de las especies son un excelente mecanismo de captación de carbono.
Si usted está planeando desarrollar un proyecto de inversión productiva agrícola o agroexportador, en el que la especie vegetal tiene una biomasa de alto potencial para captar carbono, quizá más rentable que la venta de los frutos de la plantación resulte ser la producción de almidones para hacer polímetros pellets biodegradables, los cuales pueden servir de insumos para la fabricación de bolsas u otros empaques de comidas y alimentos en general de composición biodegradable, contribuyendo a reducir los gases del efecto invernadero. La mayor rentabilidad se justificaría por la emisión de bonos de carbono, los cuales tienen un alto valor económico en el mercado.
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