Por: Jorge Baca Campodónico, Economista Principal de MAXIMIXE
El fallecido premio nobel de economía Gary Becker fue uno de los pioneros en el uso de la teoría económica en el análisis de la conducta criminal, la adicción, la discriminación y otras áreas que previamente habían sido el dominio exclusivo de la sociología.
En 1968 Becker produjo la primera teoría del delito basada en la conducta racional y la maximización de la utilidad. Una de las conclusiones centrales de su teoría fue que la delincuencia decrece cuando la presencia policial aumenta. Durante las décadas de los 80 y 90 muchos estudios estadísticos fueron realizados para probar la teoría de Becker.
Sin embargo, en una gran mayoría, los resultados fueron contradictorios ya que los resultados encontraron correlaciones positivas entre la presencia policial y la delincuencia (a más presencia policial más delincuencia). Esto motivó un cambio en el enfoque de las fuerzas policiales de una presencia masiva en las calles al combate del crimen organizado y las bandas delincuenciales.
Sin embargo, al inicio del presente siglo, la introducción de nuevas técnicas econométricas como los datos de panel y la técnica de pruebas de control aleatorio (RCT, por sus siglas en inglés) juntamente con el método de “diferencias en diferencias” que eliminan la posibilidad de correlaciones espurias han permitido determinar que las técnicas utilizadas en el siglo pasado para refutar la teoría de Becker sufrían de serios defectos estadísticos y por lo tanto que sus conclusiones no eran válidas.
Un caso emblemático de estos nuevos resultados que reivindica la teoría de Gary Becker fue el realizado por los economistas Di Tella y Schargrodsky en 2004. Utilizando datos del número de autos robados en cada manzana de la ciudad de Buenos Aires y de la distribución de su fuerza policial antes y después del ataque terrorista de julio de 1994 que destruyó la Asociación Mutual Israelita Argentina (A.M.I.A.) causando la muerte de 85 personas y mas de 300 heridos, los autores determinaron que la presencia de un agente policial en una mazana de la ciudad redujo en 77.7% el número de robos durante el periodo analizado.
A las dos semanas del ataque terrorista, el gobierno federal proporcionó protección policial a todos los edificios judíos y musulmanes del país. Los economistas argentinos hipotetizaron que su presencia, si bien se asignaba para disuadir un ataque terrorista o de represalia, también disuadiría otros delitos callejeros, como el robo de automóviles. Los autores recopilaron información detallada sobre los robos de automóviles en barrios seleccionados de Buenos Aires para abril-diciembre de 1994, resultando en un panel para 876 manzanas de la ciudad.
Asumieron que el ataque terrorista y la respuesta del gobierno eran exógenos al robo de autos y, por lo tanto, era un tratamiento válido para el diseño de una prueba aleatoria controlada (RCT). Postularon que el efecto disuasivo sería más fuerte para cualquier manzana de la ciudad que contenía una institución judía (y por lo tanto de protección policial). Los posibles ladrones de coches serían disuadidos de un robo debido a la amenaza de ser capturados.
Se esperaba que el efecto disuasivo se debilitara a medida que aumentaba la distancia de las manzanas protegidas. Por lo tanto, los autores propusieron un estimador de “diferencia en diferencia” basado en el número promedio de robos de automóviles por manzana, antes y después del ataque terrorista, y entre manzanas con y sin una institución judía. Su muestra definió 37 manzanas con instituciones judías (la muestra de tratamiento) y 839 manzanas sin una institución (la muestra de control).
Los resultados del método de “diferencia en diferencia” del estudio de panel de los economistas argentinos se muestra en la Tabla 1 donde se ilustra el impacto directo e indirecto de la presencia policial en el número de autos robados por manzana antes y después del ataque terrorista. La reducción total (77.7%) toma en cuenta el impacto de la presencia policial y la evolución del robo de autos en Buenos Aires para el periodo analizado.
¿Qué enseñanza nos deja para el caso peruano? Si bien Buenos Aires no es Lima, el elevado porcentaje de reducción del robo de autos observado es un buen indicio de lo que significaría tener una presencia policial en cada manzana de la ciudad las 24 horas del día. El porcentaje de robo de autos, de celulares, robos a casas, y hurtos de carteras y asaltos a ciudadanos podría reducirse en proporciones similares si se optase por tener una presencia policial en cada manzana de la ciudad.
De hecho, la elevada presencia en Lima de guardias de seguridad privados y la generalización del serenazgo en la mayoría de los distritos de Lima responde a este fenómeno. Es necesario tomar en cuenta, sin embargo, que no es lo mismo tener un patrullaje motorizado de serenazgo o policía que tener la presencia permanente de un policía en cada manzana.
¿Es justificable en términos económicos tener presencia policial en cada manzana? Según datos del INEI, en 2017 fueron robados 18,106 vehículos en todo el país. Si asumimos un costo promedio de US$ 10,000 dólares por vehículo, estaríamos hablando de una pérdida de más de 180 millones anuales solo por el robo de vehículos. Si a lo anterior le agregamos los montos correspondientes a los robos de residencias, de celulares, asaltos a transeúntes, fácilmente el monto se triplicaría. Pero no solo necesitamos considerar el monto de la pérdida material, sino que es necesario cuantificar lo que significa la ausencia de seguridad ciudadana.
En el 2017 el número de efectivos policiales fue de 47,265, equivalente a un policía por cada 635 habitantes. De estos, 16,283 (34.5%) estuvieron dedicados al patrullaje motorizado. 9,311 (19.7%) estuvieron dedicados a la investigación de diferentes delitos. 6,484 (13.7%) dedicados a labores administrativas, supervisión y control. Solo 6,128 (13.0%), incluyendo policías de tránsito, estuvieron dedicados a patrullaje a pie. En estas circunstancias difícilmente podemos hablar de que en el Perú existe una presencia de la policía a nivel de manzana que actúe como fuerza disuasiva de la criminalidad y garantice la seguridad ciudadana.
Necesitamos volver al concepto de un “policía por manzana” en el cual el policía sea uno mas del vecindario. Se requiere una urgente redistribución de las fuerzas policiales a nivel geográfico y a nivel de funciones que priorice la presencia policial en cada manzana de nuestras ciudades. En este esfuerzo deben complementarse las actividades del serenazgo, la seguridad privada y si es necesario las fuerzas armadas.