El ahorro personal se define, en términos económicos, como la diferencia entre el ingreso personal disponible (lo que nos queda luego de pagar impuestos y otras contribuciones) y nuestro gasto para consumo personal. Otros agentes económicos también ahorran: las empresas, cuando retienen una parte de sus ganancias, después de pagar dividendos e impuestos, el gobierno, cuando tiene superávit fiscal (ahorro público) o los agentes externos, cuando deciden invertir en el país u otorgar préstamos (ahorro externo).
¿De que depende que ahorremos o no? Depende de nuestra preferencia entre consumir ahora o postergar nuestro consumo para realizarlo en el futuro. Esta preferencia depende de nuestro nivel de ingresos, de la expectativa de los precios de los bienes y servicios y sobre todo, del costo de oportunidad de nuestros ahorros, que es la tasa de interés que recibimos por ellos.
Si ahorramos hoy, dejando de consumir una parte de nuestro ingreso, es porque pensamos usar ese ahorro mañana. Al posponer nuestro consumo, esperamos que ese ahorro mantenga o incremente su valor y nos permita un consumo más beneficioso en el futuro.
¿Cómo beneficia nuestro ahorro a la economía del país? Si sumamos todos los diferentes tipos de ahorro del país y los dividimos entre el PBI, obtenemos la tasa de ahorro nacional. El ahorro nacional, canalizado a través del sistema financiero, se convierte en inversión. Si la inversión es apropiada se genera más producción y más ingresos, estableciéndose un ciclo virtuoso que conlleva más empleo y más bienestar. En general, los países con mayores tasas de ahorro nacional logran mayores tasas de crecimiento del PBI, como sucede, por ejemplo, en los países asiáticos.
En el Perú, la mayor fuente de ahorro se da a través de las AFP. Este ahorro personal es administrado por las AFP e invertido para generar rendimientos que permitan a sus afiliados recibir una pensión al momento de su jubilación. Los sistemas privados de pensiones, basados en cuentas individuales, han permitido, en el Perú y en otros países, elevar significativamente las tasas de ahorro nacional, lo que se ha traducido en mejoras sustanciales en las tasas de crecimiento del PBI de esos países.
¿Por qué una parte de la población esta descontenta con el sistema privado de pensiones? La principal razón es que la mayor parte de la población no piensa en el largo plazo y no tiene la costumbre de ahorrar. Además, muchos piensan, o se les ha inducido a creer, que ellos podrían administrar sus ahorros mejor que las AFP. Las bajas tasas de remplazo (pensión como porcentaje del último sueldo antes de jubilarse), especialmente entre la población de bajos ingresos, son esgrimidas como prueba de ello. Esto ha generado una cadena de leyes populistas que se han traducido en reducciones significativas de la tasa de ahorro nacional y por ende de la inversión productiva, generación de empleo y crecimiento del PBI. La caída del ahorro privado y del ahorro externo (Inversion Directa Externa) son las principales causas de la parálisis del crecimiento del PBI potencial y de la recesión económica.
Manuel Moreyra Loredo, expresidente del BCRP, siempre destacó la importancia del ahorro interno para lograr el desarrollo económico. En 1988, Manuel Moreyra escribía, “… para mi … las raíces que explican casi todos los males son la decadencia del ahorro interno y la incapacidad para incrementar exportaciones… se concluye, por lo tanto, que la tasa de ahorro interno, la calidad de las inversiones y el crecimiento de la exportación de bienes y servicios son los factores que determinan el desarrollo”. La importancia del ahorro interno quedó plasmada en sus escritos, en una época en que en el Perú, como en la actualidad, se daba preferencia al ahorro externo, al aumento de la deuda y al consumo, como medios para lograr el desarrollo económico.
En una entrega reciente hemos descrito la significativa caída del valor del Fondo de las AFP, que es la principal causa de la caída de la tasa de ahorro nacional. Sin embargo, es necesario destacar que el ahorro privado nacional fuera del ahorro previsional (libretas de ahorro, depósitos a plazo fijo, etc.) también se viene reduciendo. La principal razón de esta reducción son las tasas pasivas reales (tasas nominales descontando la inflación) que se pagan al ahorrista. En el Gráfico 1 presentamos la evolución mensual de las tasas de interés activas (TAMN) y pasivas (TIPMN) reales en moneda nacional para el periodo 2019 – sept. 2023.
Observamos que antes de la pandemia las tasas pasivas reales fueron muy cercanas a cero. A partir de la elevación de la inflación a fines de 2020 las tasas pasivas reales se han convertido en negativas. Es decir, el valor que los ahorristas han venido recibiendo al final del plazo de sus depósitos, es menor al valor que tenía su dinero al inicio. Mientras que los bancos han aumentado sus tasas activas reales, las tasas pasivas se han hecho más negativas. No llama la atención que los ahorristas hayan decidido reducir sus depósitos ante esta situación. Los principales perjudicados han sido las pequeñas y medianas empresas que se ven obligadas a mantener depósitos en los bancos para financiar sus operaciones.
¿Por qué se ha dado esta situación? La principal razón es que las entidades bancarias han decidido recuperar los márgenes de intermediación (diferencia entre las tasas activas y las pasivas) que tenían antes de la pandemia. En el Gráfico 2 se presenta la evolución del margen bancario en moneda nacional y de la tasa de inflación anual (en rojo) para el periodo 2019 – 2023. Observamos cómo el sistema bancario ha venido incrementando sus márgenes, sin alcanzar aún el nivel prepandemia. En una economía competitiva se esperaría que los márgenes bancarios se reduzcan en periodos de alta inflación. Sin embargo, esto no ha sucedido en nuestro país. Es el ahorrista quien ha sufrido el mayor impacto de la crisis inflacionaria. No es de extrañar que el ahorro nacional haya disminuido en estas circunstancias.
En el caso de la moneda extranjera, la situación ha sido peor. En el Gráfico 3 se muestra la evolución del margen bancario en moneda extranjera y la tasa de inflación para el periodo 2019 – 2023. Observamos que el margen cambiario, aprovechando de la estabilidad del tipo de cambio, no solo ha recuperado los niveles prepandemia, sino que lo ha aumentado con creces. Y todo ello a costa del ahorrista.
Los márgenes bancarios tanto en moneda nacional como extranjera son más elevados que los márgenes de la mayoría de los países de la región. Lo peor es que en nuestro país, el elevado margen se logra a costa de muy bajas tasas al ahorrista. Con ello se desincentiva el ahorro personal, especialmente de los pequeños y medianos ahorristas, que no pueden recurrir a otras modalidades de ahorros como fondos mutuos, bonos y otros instrumentos financieros que ofrecen mayor rendimiento.
Si a la caída del ahorro personal le sumamos la caída del ahorro previsional, estamos ante un escenario desalentador para el ahorro nacional y por ende para el crecimiento del PBI y el empleo. Confiar en que el ahorro externo será la salvación es cometer un error estratégico. Necesitamos de forma urgente aprobar una nueva ley previsional y abrir el sistema bancario a la nueva tecnología de las “Fintech” para propiciar una mayor competencia que disminuya los márgenes bancarios y mejore el rendimiento de la tasa pasiva para incentivar el ahorro privado. Las palabras de Manuel Moreyra cobran actualidad.