TRAS LA “CRIPTO-EUFORIA” EL “CRIPTO-INVIERNO”

El valor del bitcoin (buque insignia de las criptomonedas) se ha hundido en lo que va de 2022, alcanzando mínimos este fin de semana, llegando a venderse a menos de U$34.100; 21% menos que su nivel de la semana pasada y 50% debajo de su cotización récord de noviembre pasado. Este domingo se mantuvo sobre los U$35.000, nivel que aún está 13% por encima del mínimo de U$29.800 que alcanzó en julio del año pasado.

Las perspectivas del bitcoin para 2022 son muy inciertas. Hay quienes vaticinan el advenimiento de un “cripto-invierno”; un período de caída rotunda de precios sin recuperación durante más de un año, parecido al de la crisis cripto de 2018. Caería debajo de su mínimo de 2021, influido por el contexto de la política monetaria restrictiva que viene impulsando la Reserva Federal de EEUU (FED), así como por un creciente control de los intercambios de criptodivisas por parte de la Comisión de Valores de EEUU (SEC) en 2022.

Además, cada vez más países se suman a la onda restrictiva respecto al minado y el comercio de criptomonedas. Sin ir muy lejos, el banco central de Rusia acaba de proponer la prohibición de la minería de bitcoins y su comercio en toda Rusia y la Unión Europea (UE), mientras que la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) está presionando para que la UE adopte similares prohibiciones.

De hecho, el reciente desplome del bitcoin tiene que ver con los disturbios en Kazajistán, convertido en el segundo país en importancia en el minado de activos digitales, después de EEUU, tras la súbita prohibición del minado en China. Si bien la red cripto y los actores que participan en ella han mostrado cierta resiliencia al trasladar sus operaciones de minado de un lugar a otro, lo cierto es que el creciente intervencionismo estatal resta fluidez a este mercado.

No obstante, para los sacerdotes criptográficos (fervientes creyentes en la naturaleza superior de las “cripto-divisas” frente a las divisas convencionales que para ellos están sobrevaloradas por la manipulación política de la política monetaria ejercida a través de los bancos centrales), por el contrario, los valores actuales serían una oportunidad para comprar barato, y así generar una nueva ola alcista reforzada luego por los grandes jugadores (ballenas), hasta alcanzar un nuevo pico que permitiría hacer grandes ganancias especulativas.

A mi criterio, la probabilidad de este segundo escenario es menos probable, mientras los bancos centrales aceleren el retiro de sus estímulos monetarios, tanto en cuanto a reducciones de sus compras de bonos del tesoro y valores hipotecarios como de sus tasas de interés referenciales.

De hecho, el auge de precios del bitcoin y otras criptomonedas ha seguido el compás de la burbuja de precios de los activos bursátiles en Wall Street durante el año pasado, inducido por el abultado expansionismo monetario de la FED. A contrapelo de su concepción original, las criptomonedas no se han venido comportando como activos alternativos a los convencionales y, más bien, han venido mostrando una creciente correlación con la bolsa, lo que implica un mayor riesgo de contagio.

Se suponía que el bitcoin sería el primer activo digital, de carácter escaso, que no dependería de terceros, pudiendo así preservar valor en largos periodos, sin necesidad de que intervenga el Estado para validar el valor transado por las partes, excluyéndolo también en su capacidad de confiscar las tenencias o gravar con impuestos sus transacciones. Se suponía que sería un contrapeso para la tentación de los gobiernos de licuar los ahorros a través del impuesto inflacionario.

Sin embargo, está visto que la criptomanía padece de una extrema volatilidad derivada de una asimetría enorme de información y de su elevada dependencia de los excesos de liquidez en divisas convencionales. De hecho, mucha gente que invirtió en criptomonedas pensando en contar con un activo desligado del resto de su porfolio, hoy se dan cuenta de que cuando les toca venir en bajada por la montaña rusa de las cripto-divisas, se acentúan las pérdidas que le genera su portafolio de inversiones convencionales.

En la práctica, las caídas registradas por las criptomonedas reflejan en gran medida el deterioro notable que viene sufriendo el sector tecnológico en Wall Street. El Nasdaq ha bajado casi un 5% la última semana y el S&P 500 está próximo a cerrar su tercera semana consecutiva de pérdidas.