El FMI, el eterno optimista, no pudo más y rebajó considerablemente sus pronósticos de crecimiento para la economía mundial de 2022 y 2023, en el primer caso a 3,2% (-0,4 puntos porcentuales respecto a abril) y en el segundo a 2,9% (-0,7 puntos porcentuales frente a abril). La política monetaria más restrictiva se encumbra como una de las causales para la revisión a la baja, junto con las repercusiones negativas de la guerra en Ucrania.
Por su parte, la perspectiva de inflación para 2022 se revisó al alza a 6,6% en economías avanzadas (5,7% en abril) y a 9,5% en emergentes (frente al 8,7%), debido a las presiones sobre los alimentos y la energía. Las proyecciones de crecimiento para 2022 se ajustaron a la baja para casi todas las regiones. En positivo el PBI de Latinoamérica fue revisado al alza (3%), impulsado por Brasil y México.