#14N: Recuento de Bajas Económicas de la “Merinocracia”

Y se moderó la turbulencia política. En retrospectiva resulta interesante descubrir que lo que le sucedió al Perú en noviembre no es un evento idiosincrático, sino que forma parte de los fenómenos mundiales de “fricción entre poderes principales” y “polarización política” que el Foro Económico Mundial pronosticó como los riesgos que más aumentarían en 2020, incluso por encima de los efectos del cambio climático y el ciberterrorismo.

En términos económicos este corto shock perverso de incertidumbre, que denominaremos “Merinocracia”, determinó que la economía peruana salga temporalmente del cauce de recuperación que de por sí ya iba sinuoso. No obstante, debemos recordar que esto no es nuevo, pues sin considerar el efecto de la pandemia, en los 31 meses de gobierno del presidente Vizcarra la economía estuvo dominada por la incertidumbre política. Podemos afirmar que no menos del 25% del crecimiento perdido en esos meses tuvo por explicación dicho factor, y eso que el impacto no es mayor porque los agentes económicos ya han incorporado su presencia en las decisiones de gasto.

Y ya que hablamos de gasto, sin duda la incertidumbre generada por dicho shock, afectó los planes de recuperación del consumo familiar. En MAXIMIXE tenemos tres indicadores que miden la estabilidad del consumo futuro de las familias: la inmediatez de las grandes compras familiares, el miedo a perder el empleo y la fracción del ingreso destinada a los bienes no esenciales. En los tres casos se alcanzaron niveles récord de incertidumbre, las personas estuvieron sumamente preocupadas por el futuro.

En la otra orilla, la de los inversionistas, como es normal en estos casos los mercados financieros se llenaron de nerviosismo, pero hay que recordar que también ellos son los que más rápido se recuperan cuando la incertidumbre cesa. El tipo de cambio alcanzó valores máximos, lo que fue inusitado en una época en la que el dólar estaba cediendo puestos a las monedas latinoamericanas por la victoria de Biden en las elecciones presidenciales de EEUU. Todo un dolor de cabeza (o en términos técnicos “efecto hoja de balance”) para aquellas empresas y familias que debieron realizar pagos en moneda extranjera en esa zona del calendario.

Un caso aparte es el del riesgo país, al que muchos voltearon a mirar con pavor apenas surgió la crisis. En MAXIMIXE nos rehusábamos a pensar que el indicador siquiera llegara a niveles cercanos a los 200 puntos básicos; pese a lo crítico de la situación, su valor se mantuvo en promedio por debajo de la media del año (180 puntos básicos), debido a que más allá de lo controversial que fue la corta Administración Merino, consideramos que la capacidad de pago del gobierno estaba garantizada, era impensable que el marco legal y operativo se modificara al punto que hiciera inviable el cumplimiento del servicio de deuda.

Por fortuna, la inversión privada que ya venía resentida por efectos de la pandemia, no recibió mayor impacto, sobre todo en la sección más importante desde la perspectiva macroeconómica, es decir los proyectos grandes y que cuentan con curvas de inversión superiores a los 12 meses; tal vez alguno de ellos, principalmente los sujetos a ciertas regulaciones, tuvieron que reprogramar actividades, pero en niveles manejables. La inversión residencial, que poco a poco se viene recuperando, tampoco paró.

En MAXIMIXE tenemos plena confianza que, al reducirse la tensión política, la situación de inestabilidad económica se revierta en las próximas semanas. Perú tiene fundamentos macroeconómicos que, si bien han flaqueado por la pandemia, siguen siendo sólidos dentro del grupo de mercados emergentes. No obstante, esa virtud se podría perder si la nueva Administración permite que prosperen iniciativas populistas descabelladas que aún subsisten en el Congreso.

Desde ahora debemos estar ojo avizor ante la posibilidad que se minen las fortalezas de la economía peruana, y por ello los mejores deseos para el gobierno del presidente Sagasti, pues si el Congreso dobla la mano al Ejecutivo, estaríamos a un paso de perder nuestra beneficiosa calificación de riesgo soberano.