Steve Jobs, ex CEO Apple and Pixar Animation, en la década de los setenta tenía un sueño, como los de su generación, de realizar un cambio de enfoque a las tecnologías de su tiempo, creando un producto para un mercado que todavía no existía, ése fue su principal activo, el visionar una nueva forma de concebir las computadoras, la creación del primer ordenador Macintosh conjuntamente con sus múltiples tipografías y caracteres. Y para emanar ese espíritu innovador, Silicon Valley generaba esa atmósfera de cultura tecnológica.
Silicon Valley alberga muchas de las mayores empresas de tecnología y miles de pequeñas empresas en iniciación, las llamadas “start-ups” y actualmente continua siendo el centro líder para la innovación y desarrollo de alta tecnología en los Estados Unidos y el mundo. Además que este sector tecnológico hoy en día se está ofreciendo oportunidades laborales más atractivas que el mismo Wall Street a los MBA y profesionales jóvenes que elaboran algoritmos, pero la diferencia es que en este último sector no se vive un espíritu emprendedor, flexibilidad, pasión por el trabajo o un entorno creativo y dinámico, conllevando a la satisfacción personal, beneficio que no tiene Wall Street porque los ejecutivos se han acostumbrado a trabajar hasta altas horas, “trabajólicos”, en compensación poseen salarios base de 150, 000 dólares más bonos a diferencia de los 115, 000 dólares de remuneración para los tecnólogos.
Toda esta cultura de innovación debemos institucionalizarla en el Perú, ya Ecuador nos ha ganado la delantera. Nosotros debemos pasar de la economía de exportación de materias primas a la del conocimiento, razón por la cual en nuestro país tenemos que iniciar un proyecto de una universidad del conocimiento, similar a Silicon Valley en EU o Innopolis surcoreana de Daedeok, con un campus enclave dedicado exclusivamente a la ciencia pura, tecnología e innovación creando una cultura tecnológica que busque darnos un mundo mejor, con inversión público – privada, donde sea dirigido por profesores extranjeros de las cinco principales universidades del mundo, todos con doctorados, para generar las bases del aprendizaje y luego dejar la posta a los peruanos.
Ahora que se está debatiendo la nueva ley universitaria, entre los argumentos y necesidades debe estar esta solicitud modesta, para que el Perú sea protagonista en los cambios empresariales y la gestión del conocimiento.