Hace pocos días el INEI publicó los resultados de sus estimados de economía informal en el Perú para el período 2007-2015, en base al análisis de su Cuenta Satélite de la Economía Informal, la cual permite ver dos dimensiones de la informalidad: (1) el aporte de las unidades productivas informales a los agregados económicos como producción, consumo intermedio, valor agregado e ingreso mixto, así como sus principales características en términos demográficos, geográficos y perfil de sus conductores; y, (2) la generación de empleo informal en la PEA ocupada, ya sea dentro del sector informal como fuera de este, dado que existen unidades productivas etiquetadas como formales que acogen puestos de trabajo informales.
De los US$ 189 mil millones del PBI nominal del 2015, US$ 36,3 mil millones, o sea 19,2% del total, provinieron de las unidades productivas informales. En el lapso 2008-2015 el ritmo de crecimiento del PBI informal fue del 8,6%, incluso mayor a la tasa reportada en dicho período por el PBI formal (8,2%). La composición sectorial de la economía informal revela que el sector agropecuario-pesquero es el que más valor informal genera participando del 30,6% del PBI informal, seguido de los sectores transporte y comunicaciones (14,4%) y comercio (13,9%). El sector minero es el que menos aporta a la generación del PBI informal con 1,1% del total. Otro hallazgo importante es que en los años de la crisis internacional (2008 y 2009), la economía informal alcanzó su pico de participación en la formación del PBI nacional (19,7% y 19,9%, respectivamente).
El número de unidades productivas informales alcanzó en el 2015 la cifra de 6,7 millones de unidades, de las cuales el 64,2% de ellas pertenecen a sectores no agropecuarios. El 34,3% de las unidades productivas informales se encuentra en el ámbito rural, mientras que el 30,9% está en grandes ciudades del interior del país (Cajamarca, Piura, Puno, Chiclayo, Cusco y Huancayo) y 18, 6% en Lima Metropolitana. Cabe destacar la relación directa que existe entre pobreza e informalidad, la que queda demostrada con el hecho que los departamentos en los que la informalidad supera el 95% de su tejido empresarial (Cajamarca, Amazonas, Puno y Huancavelica) son los que presentan mayor incidencia de pobreza monetaria.
Con respecto al empleo, en el 2015 las unidades productivas informales dieron empleo a 11,7 millones de personas, lo que representó el 73,2% del empleo nacional de dicho año. El 76,4% de los empleos informales fueron generados al interior del propio sector informal, mientras que el saldo (23,6%) se camuflaron dentro del sector formal. En el sector agropecuario informal el empleo ascendió a 4 millones de personas y en el conjunto del resto de sectores se ubicó en 7,7 millones de personas. En Lima Metropolitana casi 3 millones de personas trabaja en la economía informal, un poco menos (2,6 millones) lo hace en el resto de la región costa, mientras que más de 4 millones de pobladores de la región sierra encuentran trabajo “en negro” y 1,7 millones hacen lo propio en la región selva.
La magnitud y pertinencia de la información brindada por el INEI, resulta muy valiosa para el hacedor de políticas públicas, el investigador científico, el analista económico y el ciudadano de a pie. Pensamos que la publicación del ente gubernamental se lleva de lejos el premio al reporte de investigación económica más trascendente del 2016. Que sigan los éxitos para la institución que capitanea de gran forma el Dr. Aníbal Sánchez.