El grado de volatilidad que han venido alcanzando los mercados financieros ha derivado en dos eventos que antes no se observaban:
- Para mantener sus niveles de rentabilidad aceptables, algunos inversionistas han tenido que aceptar mayores umbrales de riesgo.
- Para mantener sus recursos financieros invertidos, en vez de cobrar una rentabilidad, algunos inversionistas ha tenido que pagar por ello. (situación conocida como interés negativo)
Este último evento, es el que en la actualidad llama más la atención, porque está haciendo que instrumentos financieros como los bonos se comporten contrarios a su naturaleza, emitiendo un tipo de interés negativo.
Pero, el mercado de bonos también sufrió cambios desde el momento que empezaron a emitirse bonos a muy largo plazo (Walt Disney en 1993, China en 1996 y México en 2010, emitieron a plazo de 100 años). También se han emitido a período perpetuo (Tesoro Británico y KLM). En este último caso, los inversores nunca reciben el principal de la deuda, y la deuda se recupera con los intereses periódicos a lo largo del tiempo.
Mientras usted lee este artículo, ya sea en su posición de inversionista o empresario, quizá esté pensando que, en los bonos a plazo de 100 años, la inversión sería irrecuperable y por tanto lo llevaría a pensar que dichos bonos no tendrían demanda en el mercado. Sin embargo, si se tiene en cuenta que en un plazo de 30 años siempre se van a dar cambios en las tasas de descuento en el mercado de bonos, dichos bonos a plazo de 100 años podrían comportarse como un bono a 30 años, porque con los intereses que se reciba en los primeros 30 años de vida del bono podrían llegar a representar entre 80% y 90% de la inversión realizada.
Pero, que pasa cuando el plazo de los bonos es perpetuo, donde el inversor no cree que va a llegar al final. En estos bonos se hacen pagos regulares de intereses, pero nunca redimen el principal (capital), por lo que para recuperar el mismo, los inversores deben cobrar los intereses por un período largo hasta alcanzar la rentabilidad que exigen a su inversión o venderlos en bolsa. Sin embargo, muchas veces puede resultar imposible venderlos porque no hay compradores, salvo que se castigue significativamente el precio de los mismos.
Después de haber llegado hasta aquí en la lectura de este artículo, si usted es empresario quizá se esté preguntando ¿por qué mi empresa no emite bonos a plazo de 100 años o perpetuo, como lo hizo la empresa de Ferrocarriles de Chicago en el año 1954, con un cupón al 5%, que serán redimidos (rembolsables) en el año 2054? La respuesta es que sí, pero depende, si al momento de emitirse los bonos, confluyen los siguientes factores: (i) las tendencias que van a tomar los tipos de interés en el largo plazo son a la baja, (ii) los inversores están buscando rentas que se comportan como vitalicias, y (iii) el mercado de bonos está generando rentabilidades negativas.
En cualquier caso, los bonos a plazo de 100 años o perpetuos pueden llegar a ser instrumentos financieros atractivos para empresas e inversores. Las empresas candidatas son aquellas cuyo negocio tienen excelentes perspectivas de largo plazo, pero necesitan fondeo más estable para el largo plazo (que se comporte como capital). Los inversores que buscarían dichos instrumentos serán aquellos que prefieren rentas de largo plazo predecibles y con menores costos de reinversión.