Este domingo los peruanos acudirán a las urnas para elegir a las máximas autoridades regionales y locales. Todos ellos cuentan con el derecho al voto, piedra angular de la democracia, pero también con el deber de elegir bien, de hacerlo con responsabilidad, de enterrar la equívoca idea del “voto útil” (votar a ganador para pertenecer a una mayoría victoriosa, como si de una apuesta hípica se tratase) y hacerlo con convicción, porque el elegido deberá ser el mejor, el idóneo para manejar las arcas regionales y municipales por los próximos 4 años, a quien nosotros concienzudamente consideremos la mejor opción y no aquel que nos dicen que es el mejor o a aquel por el que nos obligan a votar al ser el menos malo.
La pregunta es tácita: ¿cómo saber cuál de ellos es el mejor? Existen cuatro aspectos que uno debe evaluar para determinar qué candidato representa la mejor opción. Obviamente realizar un ejercicio de este tipo nunca está exento de subjetivismos basados en ideologías a las que uno se adscribe o en la simpatía o la antipatía que uno le profesa a uno u otro candidato. La clave del éxito en evaluación de opciones está en minimizar todo sesgo que perturbe al análisis técnico e independiente.
El primero de los aspectos que se deben evaluar es el Plan de Gobierno, documento al que es posible acceder gracias a Internet, es obvio que los que no cuentan con dicha “hoja de ruta” quedan descartados como opción a elegir. Al dar lectura al documento, de inicio lo que se debe comparar es la Visión, puesto que con ello se podrá saber si es que el candidato propugna un futuro de modernidad o una perspectiva anacrónica. Seguidamente se debe revisar cuales son los ejes de desarrollo que planean priorizar y si es que acaso estos guardan consonancia con los grandes temas abordados por el Gobierno Central. Finalmente se debe auscultar cuáles son los cursos de acción que planean seguir para solucionar los problemas diagnosticados y sus viabilidades económicas y procedimentales. Cualquier candidato puede ofrecer el oro y el moro, lo importante es evaluar si existe una real capacidad para ejecutar lo que se predica.
El segundo aspecto de evaluación tiene que ver con la Hoja de Vida del candidato, a ello corresponde revisar sus grados académicos y episodios de experiencia laboral en cargos de alta responsabilidad. Resulta irresponsable entregar el voto a un candidato inexperto, al igual que cuando buscamos un médico, un mecánico o una niñera, para gobernador o alcalde no podemos fiarnos en una persona con brevísimas credenciales académicas y/o con experiencias laborales dudosas. La capacidad para resolver problemas va en orden directamente proporcional a los años de educación y experiencias laborales exitosas.
En este acápite, no menos importante resulta revisar la catadura moral de los candidatos, esto no se encuentra en sus CVs y, a menos que sea conocido el pasado escabroso y amoral, es un poco difícil conocer a ciencia cierta cuál es el grado de honorabilidad de los candidatos, puesto que en un extremo éste está manchado del lodo mercenario y calumnioso de algunos medios de comunicación con favoritismos pre-establecidos y por el otro está ensalzado por las simpatías extremas de sus simpatizantes.
El tercer aspecto a evaluar es la capacidad del equipo de personalidades que lo acompañan para llevar a cabo las directrices del Plan de Gobierno. Para estos menesteres resulta necesario tener en la mente los ejes estratégicos priorizados en el Plan de Gobierno, ya que para cada uno de ellos el candidato deberá tener en su equipo al menos a un especialista con una trayectoria profesional incuestionable y con una moralidad intachable. De nada sirve que los especialistas sean lumbreras académicas o exitosos profesionales si no demuestran fehacientemente que a lo largo de su vida profesional y también personal mantuvieron la decencia en sus acciones.
El cuarto y último aspecto, tiene que ver con el conocimiento de quienes financian la campaña proselitista del candidato. Las aventuras electorales son muy costosas y para solventarlas las agrupaciones políticas no se dan abasto con los aportes de sus militantes, en ese instante aparecen los mecenas con donaciones cuantiosas y que finalmente son quienes pagan el costo de la campaña. El problema es que tales almas caritativas pertenecen a grupos que persiguen algún tipo de interés privado que deberá ser correspondido una vez el candidato tome el poder, y peor cuando estos grupos están vinculados a la corrupción. En este punto la transparencia es vital para saber de antemano que intereses están en juego en la campaña.
Antes de ir a votar, apague radio y TV, no lea redes sociales ni periódicos ni pasquines, abstráigase de los medios que le rodean y haga un examen basado en estos cuatro aspectos, luego de ello vaya y marque a conciencia por su opción elegida, y que el resultado final este acorde con lo que usted y el país se merecen. ¡Que viva el Perú!