Reforestar para crecer

En 2018 las exportaciones del Perú crecieron 7,5%, gracias al dinamismo de productos no tradicionales mayormente de agroexportación; una evolución positiva pero que está muy lejos de ser suficiente.

Para que la economía peruana pueda crecer a un ritmo sostenido de 6% a 7%, sus exportaciones deben hacerlo a tasas de dos dígitos, que es lo que le permitió a Corea convertirse en una de las economías más dinámicas del mundo. El Perú tiene el potencial para ello. Pero ¿dónde está?

No todos los rubros de exportación no tradicional tienen la capacidad de dar saltos enormes en plazos breves. De todos ellos, el que podría dar el mayor salto es el de las agroexportaciones, que por ahora sólo representan el 12% de las exportaciones totales, llegando a los US$ 5.860 millones.

Perú debería trazarse una meta de quintuplicar dicho monto en un plazo de 5 años. Para ello necesitamos romper las anteojeras que constriñen nuestra visión, haciéndonos creer que la costa es la única región natural fértil para los agronegocios.

De hecho, la mayor riqueza de biodiversidad del Perú está en la sierra y la selva, lo que favorece una estrategia de desarrollo de múltiples nichos de mercado. Para ello se requiere un trabajo fino de desarrollo de redes de clusters sustentados en una amplia gama de productos biodiversos.

Es particularmente en la selva peruana donde se puede lograr resultados espectaculares en un plazo breve (5 años), porque ahí contamos con alrededor de 10 millones de hectáreas de tierras degradadas o destruidas que son aptas para ser restauradas; es decir, cuyo ecosistema podría ser restituido aplicando un enfoque de inteligencia vegetal para el desarrollo de una agroforestería orgánica, que concilia la recuperación y provisión de servicios ecosistémicos con la generación de beneficios socioeconómicos sostenibles, como consecuencia de la asociatividad de las especies (Miccolis et al. 2016)[1] y de la integración vertical de cadenas de valor y la articulación de clusters competitivos.

Actualmente, en lugar de restaurar esa inmensa superficie de bosques degradados o destruidos, cada año se sigue deforestando 150 mil hectáreas, mayormente por la quema de bosques para dedicar la tierra a una agricultura incipiente, o por la tala ilegal, el cultivo de coca para el narcotráfico y la minería ilegal, entre otras actividades.

Casi nadie está haciendo agroforestería seriamente en el Perú para revertir esta situación. Una de las pocas experiencias valiosas es la de Lorente Reforest, empresa privada pionera en investigación de la inteligencia vegetal y en el desarrollo de una agroforestería orgánica.[2]

Esta experiencia piloto se puede hacer extensiva conservadoramente a 20 mil hectáreas por año a partir del año 2020, generando al cuarto año un valor de exportación (venta a futuro de árboles) del orden de los US$ 12 mil millones (con una inversión aproximada de US$ 400 millones), equivalente a más del doble del monto de agroexportación actual y a la cuarta parte del monto total de las exportaciones de Perú.

La inversión será mayormente privada, debiendo ser el Estado un facilitador que elimine las trabas burocráticas, que a la vez garantice la seguridad de los bosques reforestados y brinde acceso a los inversionistas a terrenos degradados.

 

 


[1] Miccolis, A., F. Mongeli y otros (2016). Restauração ecológica com Sistemas Agroflorestais: como conciliar conservação com produção. Opções para Cerrado e Caatinga. Instituto Sociedade, População e Natureza – ISPN/Centro Internacional de Pesquisa Agroflorestal – ICRAF. Brasilia, Brasil. 266 p.

[2] Lorente Reforest ha desarrollado un proyecto piloto en 210 hectáreas en las que ha logrado germinar con éxito especies finas como caoba, cedro, palo rosa, chiguaguaco, palisandro, shiringa, capirona y bolaina, conjuntamente con frutas tropicales de alto potencial agroindustrial. En alianza estratégica con MAXIMIXE, viene desarrollando un plan de expansión orientado a restaurar tierras degradadas ubicadas en el trayecto de la carretera Iquitos-Nauta, y planes de inversión a la medida de inversionistas corporativos.