Esta semana el BCRP divulgó que las exportaciones de bienes en el mes de enero cayeron 6.2% respecto al mismo mes de 2018 mientras las importaciones crecieron en 1.6%. Estos datos confirman lo que hemos venido señalando hace varios meses: el inicio de un nuevo ciclo económico vinculado a la caída de los precios de los minerales que son la fuente principal de nuestras exportaciones.
En el Gráfico 1, se presenta la evolución mensual de las exportaciones e importaciones totales para el periodo enero 2002 a enero 2019. Para evitar los efectos de la estacionalidad se presenta el valor acumulado de los últimos 12 meses. Se observan claramente los tres últimos ciclos económicos del comercio mundial: (i) La crisis financiera mundial del 2008; (ii) El “Taper Tantrum” del 2012, asociado a la disminución de dinero que el banco central americano inyectaba a la economía y que motivó un aumento del rendimiento de los bonos del tesoro; y (iii) el nuevo ciclo desde el 2018 asociado a los efectos de la guerra comercial EUA-China y al aumento de las tasas de interés.
Claramente se ve que el Perú ha desaprovechado el ciclo ascendente de años pasados ya que en el 2018 las exportaciones apenas alcanzaron los niveles cercanos a los 50,000 millones de dólares del 2012. Nuestras exportaciones habrían llegado a los 70,000 millones de dólares si no se hubieran suspendido grandes proyectos mineros como Conga, Tía María y otros por la errada política de los gobiernos de Humala y PPK-Vizcarra.
Lamentablemente las exportaciones no tradicionales aún no están en condiciones de compensar la caída de las tradicionales. En el Gráfico 2 se presenta la evolución de las exportaciones tradicionales y no tradicionales para el periodo enero 2002 a enero 2019. Observamos que, si bien las exportaciones no tradicionales continúan creciendo, estas aun no representan un valor significativo comparadas con el de las exportaciones tradicionales. El Perú es todavía un país minero. Desde el año 2000 el Estado no ha hecho nada para incentivar el crecimiento de las exportaciones no tradicionales. En lugar de impulsar las reformas laboral, tributaria y previsional, necesarias para atraer la inversión privada que debe ser el principal motor del crecimiento, el gobierno amenaza con deshacer reformas exitosas como la ley laboral de promoción agropecuaria. El potencial del sector forestal ha sido desaprovechado significativamente. Se estima que este sector podría en un plazo de 10 años exportar más de 40,000 millones de US$ (similar a los niveles actuales de exportación del sector minero). Sin embargo, el gobierno se encuentra paralizado en cuestiones de legislación forestal.
¿Todo es negativo en este nuevo ciclo económico? No todo es negativo. A diferencia del ciclo anterior, donde las importaciones no se ajustaron rápidamente dando lugar a un déficit de la balanza comercial, esta vez las importaciones se han ajustado rápidamente con la ayuda del menor precio del petróleo, impidiendo la aparición de déficits en la balanza comercial. En el Gráfico 3 se presenta la evolución de los componentes de las importaciones por destino económico: (i) Bienes de consumo; (ii) insumos; y (iii) bienes de capital. Observamos que el componente más importante es el componente de insumos para la industria donde destaca la importación de petróleo. Gracias a la caída de los precios internacionales de petróleo, el valor del componente de insumos ha comenzado a caer en los últimos meses.
El componente bienes de consumo también ha registrado una caída debido en gran parte a la menor importación de vehículos (consecuencia de la elevación del impuesto selectivo al consumo). Lo que si preocupa es la caída de las importaciones de bienes de capital cuyo nivel se encuentra muy por debajo de los niveles alcanzados en el 2012, reflejando el hecho de que los niveles de inversión privada continúan estancados. Esto es el resultado de la inactividad del gobierno y su reticencia para aprobar las reformas necesarias para atraer capital nacional y extranjero.
Esperemos que el nuevo gabinete traiga vientos de renovación, especialmente en el área de reformas estructurales que permitan la retomada de la inversión extranjera venida a menos en los últimos años. Las reformas laboral, tributaria y previsional no pueden estar sujetas al juego político. No debemos permitir que el nuevo ciclo económico que se inicia sea un ciclo desperdiciado como lo ha sido el de los últimos años.