Es muy probable que pocos economistas peruanos recuerden las causas de la crisis asiática que se inició con la devaluación del baht tailandés en julio de 1997 y que arrasó los “tigres asiáticos”, países emergentes llamados así por sus espectaculares tasas de crecimiento económico, previas a la mencionada crisis. Hasta pocos meses antes de que la crisis estallara, nada hacía presagiar el colapso de economías que habían logrado crecer durante largos períodos a tasas por encima del 8% anual, con elevadas tasas de ahorro interno, poco endeudamiento externo, bajos niveles de inflación y mínimos déficits fiscales. Paul Krugman, en su libro “El retorno de la economía de la depresión”, nos explica que la razón principal de la crisis asiática y el contagio a nivel mundial (crisis de la deuda rusa en 1998 y su repercusión sobre la economía peruana) fue el estancamiento de la “productividad total de factores (PTF)”.
¿Pero que se entiende por productividad total de factores? Robert Solow, uno de los fundadores de la teoría del crecimiento económico y premio Nobel de Economía, la define como la parte del crecimiento económico que no es explicado por el crecimiento del stock de capital ni por el crecimiento del número de empleados. De hecho, Solow demostró que más del 70% del crecimiento de la producción por trabajador en los EUA durante la década de la post guerra fue debida al incremento de la PTF.
Usualmente pensamos que la inversión genera un incremento del stock de capital (nueva fábrica) y a su vez este incremento genera un aumento proporcional del número de trabajadores y del PBI. Pero ¿a qué se debe que el crecimiento económico sea superior (o inferior) al crecimiento del stock de capital? La explicación está en el crecimiento (caída) de la PTF.
PRODUCTIVIDAD Y TECNOLOGÍA
No se obtiene el mismo resultado si se invierte igual cantidad de dólares en una calculadora mecánica que en una computadora. Un contador, con el entrenamiento adecuado, puede producir mucho más con la computadora que con la vieja calculadora mecánica. En los países asiáticos el alto crecimiento del PBI en los 90 se debió casi exclusivamente al extraordinario crecimiento del stock de capital ya que el crecimiento de la PTF fue casi nulo. Como la inversión no trajo consigo una mayor productividad, en el momento que la inversión se estancó, el PBI dejó de crecer y se desató la crisis.
¿Algo similar nos puede suceder? Lamentablemente no solo nos puede suceder, de hecho, ya nos está sucediendo. La inversión en la refinería de Talara es un claro ejemplo. Se ha invertido elevadas cantidades en una refinería que ya es obsoleta en términos de partes de azufre por millón. Igual podemos decir respecto a inversiones en generadores eléctricas a gas en lugar de hidroeléctricas u otras energías renovables. O las inversiones en el parque automotor orientadas al consumo de gas, diésel, o gasolina cuando deberíamos estar activamente migrando a la propulsión eléctrica. Pero la mayor amenaza que puede conducirnos a un estancamiento del crecimiento de la PTF y, por ende, suframos una crisis económica, está dada por el incremento de la informalidad. Debido a que la informalidad se caracteriza por sus bajos niveles de productividad, conforme la informalidad continúe ganando participación en la economía, la PTF promedio de toda la economía podrá dejar de crecer o inclusive podrá llegar a decrecer, aun si la PTF de la economía formal continúa creciendo.
¿Podemos medir la productividad de la economía formal y la informal por separado? Afortunadamente sí. El INEI desde el 2007 viene midiendo en las cuentas nacionales el “ingreso mixto” que corresponde en gran medida al ingreso de la actividad informal. Tradicionalmente el ingreso total en las cuentas nacionales se divide en ingreso por remuneraciones e ingreso por ganancias de las empresas (excedente de explotación bruta).
A partir de 2007 el INEI divide el excedente de explotación en excedente generado por las empresas formales y el ingreso mixto correspondiente al ingreso de pequeñas empresas que no llevan registro de planillas o trabajadores independientes que no emiten recibos de honorarios profesionales.
En el Gráfico 1 se presenta la evolución de la productividad laboral (producto bruto/número de trabajadores) para el periodo 2007 – 2018 para el sector formal e informal de la economía total y sectores económicos seleccionados. Por razones de espacio solo se han incluido 8 de los 14 sectores que reporta el INEI.
El producto bruto del sector formal es igual al producto bruto total menos el ingreso mixto. El número de trabajadores es el número de trabajadores registrados por las empresas formales. El producto bruto del sector informal es igual a ingreso mixto reportado en las cuentas nacionales y el número de trabajadores informales se ha obtenido como la diferencia entre la PEA empleada total y el número de empleados en planilla. En ambos casos el número de trabajadores se ha ajustado por el número de horas trabajadas (número de empleados equivalentes).
ESTANCAMIENTO EVIDENTE
Observamos que, para la economía total, la productividad laboral del sector formal se ha estancado desde el 2014, mientras que para el sector informal se ha frenado solo a partir del 2016 (migración venezolana). El estancamiento de la productividad es preocupante porque viene ocurriendo en ambos sectores (formal e informal). En estas circunstancias un estancamiento de la inversión puede significar un estancamiento o una recesión de la economía.
¿El estancamiento de la productividad laboral se da en todos los sectores de la economía? Afortunadamente no. El caso más emblemático, por su relevancia, es la evolución de la productividad en el sector agropecuario. En este sector la productividad del sector formal e informal ha venido creciendo a lo largo de todo el periodo. En el caso del sector formal se explica por los grandes proyectos de irrigación orientados a la agroexportación. En el informal se explica por programas como Sierra Azul y Sierra Exportadora que han contribuido a mejorar la productividad de los pequeños agricultores. Sin embargo, los niveles de productividad en este sector son aún muy bajos, comparados con niveles internacionales. Se requiere una activa participación del Gobierno para mejorar la productividad tanto del sector informal como el formal.
Los casos más preocupantes son el estancamiento de la productividad de los sectores minero, manufactura, construcción (efecto Odebretch) y transporte. El caso del sector financiero es un buen ejemplo de inversión en nuevas tecnologías que aumentan la productividad. Sería conveniente que el Gobierno tome nota de estos indicadores para afinar su política de mejora de la productividad y competitividad.