Muchas veces he escuchado ¡qué suerte tiene fulanito (a) para tener ese puesto!, buscando deslegitimar tal logro al obtener un cargo importante. Y la verdad es que allí no hay suerte, sino un talento que no se está reconociendo, el cual yo llamo “el arte de generar confianza”. Ésta es una habilidad, que se puede desarrollar con entrenamiento, pero sobretodo, siendo conscientes permanentemente de nuestras conductas que proyectamos.
En el mundo laboral, en los puestos ejecutivos, el principal activo de decisión es la Confianza: ¿cuánta confianza me genera esta persona para el cargo en mención? Y realmente para construirla pueden pasar muchos años, y para destruirla, en unos minutos. Pero ¿las personas son conscientes de este activo intangible?
Para Uslaner (1999) la confianza es un “juicio moral”, y efectivamente al ser moral, influye fundamentalmente el tipo de Cultura en donde se vive. Estas percepciones hacen que determinados comportamientos sean más o menos socialmente aceptables, es decir, algunas conductas contribuirán a despertar, y posteriormente incrementar, la confianza, y otras generarán un efecto contrario. Empero ¿qué conductas en nuestra sociedad son más proclives a construir la confianza?
Los investigadores Baron, Oosterhof y Torodov, psicólogos de la Universidad de Princeton, propusieron un mapa de caras confiadas. Unos gestos principales que proyecta confianza ipso facto es el ceño no fruncido, mirada afable y la sonrisa cálida. Conlleva a que los receptores del mensaje comunicativo disminuyan su nivel de cortisol (hormona del estrés), y conduce a la apertura social.
En mi expertise he encontrado que el escuchar activamente al interlocutor, la capacidad de observar, la sonrisa espontánea, la postura erguida, el tono de voz persuasivo, el preocuparse por el otro y el buen aliño e higiene personal, son factores indispensables para la confianza en un primer instante. Y si todas estas conductas se van sumando a la credibilidad de una persona por logros obtenidos, y porque moralmente es intachable. Se crean todas las condiciones para la confianza.
Lamentablemente hay individuos que han desarrollado este talento de establecer confianza inmediatamente, pero para fines ilícitos. Por ejemplo, los estafadores son expertos en conectar con las personas y volverlas vulnerables, al punto de confiar ciegamente en sus propuestas, y consumarse la estafa. Si la víctima, tendría la mínima señal de suspicacia, no se concreta la estafa, pero como dominan el arte de generar confianza, se vuelve su principal “arma” para su accionar delictivo.
Finalmente, la confianza genera confianza, y aquí las células espejos tienen un rol protagónico, ya que la misma autoconfianza, es relevante para que otros puedan sentirse seguros, o protegidos, frente a esa proyección de imagen de seriedad y que satisface una necesidad personal en el otro.