CRISIS MUNDIAL Y POPULISMO CONGRESAL

A raíz de la pandemia el PBI mundial caería 6% en 2020, ante el retroceso pronunciado de las economías avanzadas. En 2021 la recuperación será lenta, debido a que los gobiernos vienen alcanzando niveles de endeudamiento récord y a posibles rebrotes de contagio que podrían inducir nuevas paralizaciones productivas.

En este contexto, la banca convencional que -tras la crisis de los bonos hipotecarios basura de 2008- ya venía siendo retada por la persistencia de bajas tasas de interés, una regulación más exigente y una mayor competencia de la banca digital en la sombra, será sometida a un escenario de estrés agudo.

No se descarta que durante 2021 la crisis económica desencadene una crisis financiera, con una ola de insolvencias de empresas que podría contagiar a los hogares. Si bien este desafío encuentra a los bancos más líquidos y capitalizados ante los mayores requisitos prudenciales post crisis 2008, el nivel de estrés al que se verán sometidos será mayor al usual, en tanto vienen perdiendo competitividad frente a la nueva banca digital en la sombra.

Hasta ahora la banca convencional ha podido resistir la competencia gracias a su privilegiada protección regulatoria de los depósitos del público, su acceso exclusivo al sistema de liquidación del banco central y sus alianzas con firmas de tarjetas de crédito. Sin embargo, el Covid-19 ha acelerado la preferencia por medios de pago digitales, aumentando la competitividad de la banca digital en la sombra, dado su dominio de tecnologías sofisticadas de pago.

Mientras más grandes los bancos podrán resistir mejor los embates de esta competencia, dado que cuentan con rendimientos de escala para las crecientes inversiones tecnológicas requeridas. Los bancos medianos y pequeños, en cambio, tendrán más problemas, sobre todo en un entorno de persistentes bajas tasas de interés.

Por ello se prevé una ola de procesos de reestructuración bancaria y de defensa de la competitividad aplicando estrategias de expansión inorgánica a través de la absorción de jugadores menores que podrían estar en riesgo de liquidación.

Las corporaciones BigTech (Googgle, Amazon, Facebook, Apple, Baidu, Alibaba y Tencent principalmente) irán tomando liderazgo en la era post Covid-19, por contar con amplias bases de datos de clientes, liderazgo tecnológico, capacidad de branding y una billetera enorme para hecer grandes inversiones. Se convertirán en los “portaviones” que organizarán a los jugadores convencionales en torno a la interfaz con los clientes.

Este escenario de creciente incertidumbre bancaria mundial también afectará al sistema financiero peruano. Primero, porque ya carga con una cartera reprogramada enorme a raíz del Covid-19, ante las flexibilidades adoptadas por la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) y las propias entidades financieras frente a sus clientes. Y segundo, porque buena parte de esa cartera reprogramada podría deteriorarse más adelante, dado el elevado nivel de desempleo, las pérdidas de ingresos generados por la pandemia y las débiles perspectivas de recuperación a corto plazo.

En este contexto tan delicado, es muy preocupante que el Congreso esté tratando de forzar por ley una reprogramación de toda la cartera de créditos de consumo e hipotecarios, quitándole a las entidades financieras su potestad de decidir técnicamente qué créditos son reprogramables y cuáles no, y quitándole además a la Superintendencia de Banca y Seguros su potestad de regular técnicamente las condiciones bajo las cuales las entidades del sistema pueden realizar la reprogramación de créditos.

Si el Congreso persiste en ello, estará alentando un cese de pagos generalizado, induciendo a una conducta ‘perromuertera’ que afectaría severamente la estabilidad de las entidades financieras. Los prestatarios que están en condiciones de cubrir normalmente sus obligaciones también se beneficiarían de esa dádiva.

Esperemos que el Congreso abandone de una vez por todas su recurrente improvisación y populismo. De no ser así será directo responsable de la futura crisis bancaria que sobrevendrá, en un contexto internacional tan delicado como el que nos toca vivir.