Para que el crecimiento económico genere desarrollo, la inversión debe concentrarse en proyectos sostenibles. Pero, como los recursos financieros siempre son escasos, el principal desafío será la estructura de financiamiento que se aplique a dichos proyectos. Las nuevas finanzas sostenibles combinan el clima financiero, los mercados de capital y las Asociaciones Público-Privadas (APP).
Entre las nuevas finanzas sostenibles, el financiamiento de tesis verde se convertirá en la punta del iceberg de las finanzas de los próximos 50 años, porque será el que atraiga más capital del sector público y privado para abordar los mayores problemas ambientales del mundo y porque dicho financiamiento generará los más altos rendimientos económicos en los mercados de capital privado.
Los inversores de mercados de capital son cada vez más sensibles a la sostenibilidad y buscarán orientar su inversión a proyectos que combinen rendimientos financieros con desarrollo sostenible.
La demanda por financiamiento de tesis verde se sustenta en la necesidad de revertir la deforestación y degradación de los bosques, que al 2018 representaron casi el 20% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI).
En el Perú, la deforestación representa el 47% del total de emisiones de GEI. Las REDD (Reducción de las Emisiones derivadas de la Deforestación y Degradación de los bosques en los países en desarrollo) y REDD+ (Conservación, gestión sostenible de los bosques y el aumento de las reservas forestales de carbono) son mecanismos de mitigación del cambio climático para reducir las emisiones de carbono derivadas de la deforestación y degradación de los bosques, disminuyendo los GEI producidos por uso del suelo, cambio de uso del suelo y silvicultura (uso de los bosques).
Los REDD+ son proyectos privados que reciben bosques para conservación mediante concesiones por parte del Estado, para realizar labores de conservación y prácticas sustentables con la participación de usuarios de los mismos bosques y las poblaciones indígenas involucradas. Con cargo al contenido de carbono almacenado en la biomasa de los bosques, puede emitirse bonos de carbono. Para estimar la cantidad de carbono almacenado se tiene en cuenta la estratificación de la cobertura vegetal establecida y las ecozonas. En términos prácticos, cada bono podría equivaler a una tonelada de carbono.
Debido a los impactos del cambio climático y para incentivar la reducción de GEI, se ha desarrollado el mercado de carbono, el cual es un sistema de comercio en donde se compran y venden emisiones reducidas o secuestradas de GEI, el cual sirve para compensar monetariamente a quienes reducen o secuestran los GEI.
Los principales compradores de bonos de carbono son las compañías que emiten GEI, para compensar su emisión propia en los países que han asumido compromisos de reducir las emisiones GEI en acuerdos internacionales sobre clima y ambiente.
China tiene uno de los mercados de bonos verdes más grandes del mundo, dentro de los cuales los bonos de carbono son la mayoría. Desde el 2015, China ha tomado el liderazgo en este tipo de financiamiento para mitigar la emisión GEI.
La amazonia peruana representa un enorme potencial para emitir bonos de carbono de rendimientos económicos muy atractivos por la excelente calidad de la biomasa de sus bosques de selva. Para lograr dichos objetivos se requiere la incursión del sector privado en proyectos que aprovechen dicho potencial de generación de captura de carbono.
Ese potencial hoy en día puede convertirse en una fuente de ingresos de largo plazo para el Estado en cualquiera de sus tres niveles de gobierno (nacional, regional y local) a partir del desarrollo de proyectos en bosques naturales o tierras con aptitud forestal en los que se siembren especies forestales de alta gama que no sólo permitan la captura de carbono sino también el aprovechamiento maderable de las especies forestales.