Alza de precios de alimentos, alarma y respuestas

Perú vive una crisis social con niveles de inflación que se pensó ya superados, causados por los altos precios de alimentos, combustibles y fertilizantes, situación agravada por la demencial agresión de Rusia contra Ucrania, que ha cumplido un mes.  Los precios y sus cumbres obligan a millones a variar, en la medida de lo posible, sus hábitos alimenticios e intentar una sustitución por otros productos y servicios más cómodos.

1.- Mirar la agricultura desde la alimentación. La alimentación ha ganado un espacio prioritario en el Perú de estos días. La seguridad alimentaria, que no es otra cosa que las peruanas y peruanos tengan acceso constante en calidad, precio y variedad a alimentos sanos, producidos sosteniblemente, esto es, sin afectar su abasto a las futuras generaciones. Ello es resultado de un sistema agroalimentario sostenible en lo productivo, social y ambiental.

2.- Alzas récord desde 1990. Ayer el diario China Daily, a partir de una nota de la agencia de noticias Xinhua, da cuenta que el índice mensual de precios de los alimentos, publicado por FAO, aumentó un 12,6% hasta 159,3 puntos en marzo, en una referencia a 100 puntos para el promedio de 2014-2016. Este es, con mucho, la cifra más alta en la historia del índice, lanzado en 1990. Los granos y cereales, el mayor componente del índice, subieron 17,1%.

3.- Guerra europea dispara precios. Como se sabe Rusia y Ucrania son grandes productores de trigo y otros cereales y la guerra ha disparado sus precios a nivel global, perjuicio que en Perú se sumó a la crisis alimentaria, social y política, generada por el desempleo y pobreza de los dos años de pandemia, llevando al costo de vida hasta extremos pocas veces vistos.

4.- Crecimiento de precios y expectativas. Al mismo tiempo, el alza de la divisa extranjera más importante, el dólar de los Estados Unidos de América, si bien no ha mostrado la volatilidad de crisis previas, no deja de preocupar su desempeño de aquí a fines del presente año (más aún si más del 50% de la canasta básica proviene de productos importados). Sin embargo, los precios muchas veces son influidos por las expectativas de los agentes económicos con alzas más allá de lo necesario, ante la creciente incertidumbre que se vive.

5.- Alimentos, salud y paz social. Ya el aislamiento al que obligó la pandemia había dejado ver la importancia de la disponibilidad de alimentos para la salud pública y la paz social. Los agricultores, ganaderos y pescadores para consumo humano, sumados a los mercados de abastos, mayoristas y minoristas, la agroindustria rural y urbana, abastecieron al país durante los aciagos meses del Covid 19, con sus luces y sus sombras.

6.- Urge renovar la distribución nacional de alimentos. De las seis actividades o subsistemas del sistema alimentario peruano (producción; acopio y logística; procesamiento; distribución y comercio; consumo; y, gestión de residuos) la distribución y el comercio requieren urgente renovación. En ese sentido, el historiador Antonio Zapata, en reciente columna en ‘La República’, afirmó que la cadena de distribución de alimentos está mal organizada, beneficia el intermediario y perjudica al consumidor, por lo cual el Perú carece de seguridad alimentaria. Coincidencia con lo que venimos opinando en este blog.

7.- Agricultores y ganaderos empobrecidos subsidian a las ciudades. Pero más allá de la magnitud de la carestía de la comida que afecta a las familias de menores ingresos, el primer ‘eslabón’ del sistema alimentario nacional -la producción de alimentos desde la siembra a la cosecha- ya daba señales de angustia desde antes del alza de los fertilizantes. La razón, estaban sometidos a precios bajos por sus cosechas, con mínima rentabilidad que obviamente no les permite invertir en productividad, diversificación de cultivos e innovación.

8.- Centro de origen del maíz, primer importador mundial. Desde Ciudad de México, el jueves, Luis Fernando Haro, director general del Consejo Nacional Agropecuario, entidad que agrupa a empresas agroalimentarias privadas, grandes, medianas y pequeñas, pidió prestar mayor atención a la alimentación y agricultura comentando que se tendió a subestimar su rol. Y si bien la pandemia ayudó a visibilizar mejor al sector agroalimentario, es el conflicto europeo el que devela la endeble seguridad alimentaria del país hermano (en 2021 México importó 18 millones de toneladas de maíz, que lo convierte en el mayor importador mundial).

9.- Desasosiego social agudizó crisis de precios. En el caso del Perú el alza desmedida de los precios alimentarios (y energéticos y de transporte relacionados con cocinar) ha prendido las alarmas. Como se afirmó, fue la guerra en Europa la que agudizó la emergencia alimentaria global, generando desasosiego social y agudizando la crisis política. Peor aún, fue el bloqueo de carreteras que impidió la llegada de alimentos del campo a los mercados de las ciudades lo que creó mayor escasez y carestía.

10.- El hambre exige pasar a la acción. Del lado del estado, fortalecer los presupuestos de los comedores populares y apoyo inmediato a las ollas comunes incluyendo dotación semanal de gas y principales insumos (mientras dure la emergencia alimentaria). Asimismo, puestos reguladores en mercados con los productos más usados (aceite, pollo, arroz, azúcar, menestras), campañas de distribución de pescado, ferias itinerantes y desayunos escolares. Empadronamiento y reparto de vales para compras de alimentos a sectores más afectados. Mayor coordinación del gobierno central, regionales y locales con organizaciones de productores y pescadores, colegios profesionales, universidades y escuelas de cocina para informar, acompañar y asesorar las campañas y sus promotores.