Los futuros del crudo West Texas Intermediate (WTI) han logrado mantenerse por encima de la marca de los US$ 75 por barril, evidenciando una estabilidad momentánea en los precios. Sin embargo, esta estabilidad no oculta la tendencia a la baja que se ha observado durante las últimas tres semanas. Factores como la disminución de las preocupaciones por interrupciones en el suministro del Medio Oriente y las incertidumbres sobre la demanda en dos de los mayores consumidores de petróleo, Estados Unidos y China, han ejercido una presión significativa sobre el mercado. Estas dinámicas reflejan una compleja interacción entre las expectativas geopolíticas y las realidades económicas que están moldeando el panorama energético actual.
En Estados Unidos, la Administración de Información de Energía (EIA) ha revisado sus expectativas para el consumo de petróleo, anticipando ahora una disminución de 300,000 barriles por día (bpd) para este año, lo que contrasta con su pronóstico anterior que preveía un incremento de 100,000 bpd. Este ajuste en las proyecciones es un indicador clave de un posible enfriamiento en la demanda de petróleo. Además, el país ha experimentado un sorpresivo aumento en los inventarios de crudo, con un incremento de casi 12 millones de barriles en la última semana, el mayor registrado desde principios de 2023. Este aumento en los inventarios puede interpretarse como un síntoma de una demanda más débil de lo esperado o como una mejora en la eficiencia del suministro.
China, como el principal importador de crudo del mundo, juega un papel crucial en la determinación de la demanda global de petróleo. Recientemente, el gigante asiático ha mostrado signos de una economía en desaceleración, con una inflación y cifras comerciales más débiles de lo esperado, lo que ha tenido un impacto negativo en las perspectivas de demanda de crudo. La salud económica de China es un barómetro importante para los mercados energéticos, y cualquier indicación de contracción en su consumo puede tener repercusiones significativas en los precios globales del petróleo.
El escenario global se ve aún más complicado por los temores de que los principales bancos centrales, incluyendo las autoridades estadounidenses y europeas, puedan incrementar las tasas de interés para combatir la inflación. Estas posibles subidas de tasas podrían restringir aún más la demanda global de petróleo al encarecer el crédito y desacelerar el crecimiento económico. La insistencia en la necesidad de controlar la inflación sugiere que los responsables de la política monetaria están dispuestos a tomar medidas que, aunque necesarias para la estabilidad económica a largo plazo, podrían tener efectos colaterales en el consumo de energía y en la recuperación económica post pandémica.