Deuda Privada y Deuda Pública

La mayoría de los analistas económicos se preocupan de la deuda pública. Pocos se ocupan de la deuda privada. En esta entrega buscamos aportar alguna luz sobre la evolución de la deuda privada y la deuda total del país en su conjunto. A diferencia de la deuda pública que esta contabilizada adecuadamente en los reportes del MEF, la deuda privada está mucho más dispersa entre todos los actores que asumen deuda a nivel institucional (bancos, multinacionales o corporaciones) o nivel individual.

El stock de la deuda privada es difícil de rastrear ya que por lo general no tiene el respaldo en última instancia del Estado y por lo tanto escapa a su monitoreo. El indicador “Crédito Privado” de las cuentas monetarias del BCRP solo cubre parcialmente la información sobre la deuda privada.   Para compensar  la falta de información hemos recurrido a las estimaciones que el FMI hace de la evolución de la deuda privada en los principales países del mundo (Global Debt Monitor).

Las crisis de deuda pueden ocurrir  no solo por el crecimiento excesivo de la deuda pública, sino también  por endeudamiento excesivo del sector privado, especialmente si la deuda es externa. A nivel mundial a partir de la crisis financiera mundial del 2008 se ha observado un crecimiento significativo de los niveles de deuda tanto pública como privada. Esta situación se agravó con la pandemia, que motivó infusiones masivas de liquidez en la mayoría de los países.

En el Perú, como se puede observar en el Grafico 1 hasta el 2006 tanto la deuda privada como la pública del Perú, medidas como porcentaje del PBI, venían descendiendo como como consecuencia del boom económico generado por el modelo económico y los precios de los commodities.

La crisis financiera mundial del 2008 motivó una reversión de esta tendencia en la deuda privada mientras que la deuda pública continuó su tendencia decreciente. Como consecuencia, la deuda privada superó a la deuda pública en el 2008 y la  brecha se ha continuado ampliando. Esta situación se ha agravado a partir del 2014, debido al  mal manejo económico de los últimos gobiernos, que han priorizado el aumento del gasto corriente sobre el gasto en inversión, generando  una reversión de la tendencia decreciente de la deuda pública y como consecuencia un aumento exponencial de la deuda total, que durante la pandemia llegó a superar el 100% del PBI y a la fecha se encuentra en niveles superiores a los registrados en el 2000.

Durante la pandemia los niveles de la deuda crecieron como consecuencia del Programa Reactiva dirigido al sector privado y de los gastos de emergencia del sector público orientados a bonos y subsidios de los más pobres, para mitigar el impacto de la antitécnica cuarentena decretada por el gobierno durante la pandemia.

A nivel regional, si bien el Perú aun se encuentra por debajo de los niveles de deuda privada de países como Chile, Brasil, Bolivia, Colombia, Honduras y Costa Rica, supera al Ecuador México, Uruguay y Argentina (ver Tabla 1). Sin embargo Perú es uno de los países de la región que más ha incrementado su deuda privada como porcentaje del PBI en los últimos años. Si a esto le sumamos el hecho de que nuestra deuda pública también está creciendo significativamente, entonces estamos acercándonos peligrosamente al abismo.

¿Por qué es peligroso el aumento exponencial de la deuda total? En el corto plazo es peligroso por que la nueva deuda que estamos contrayendo pagará intereses que son hasta tres veces más altos que los intereses pagados antes de la pandemia. La tasas de interés  a ser pagados por la nueva deuda externa ya superan el 7% en promedio mientras que para la deuda interna superan el 10%. Con una deuda total que bordea el 100% del PBI, cada punto porcentual de tasa de interés adicional significa un punto porcentual de PBI a ser pagado como servicio de la deuda. En un escenario de crecimiento económico inferior al 2% anual, es fácil entender  el impacto del endeudamiento sobre el crecimiento económico.

Si bien es cierto que el Perú, todavía está en mejores condiciones financieras que otros países de la región, esta situación puede cambiar en el corto plazo si el gobierno insiste en gastar más que lo que generan sus impuestos. En un escenario en que la inflación aún se mantiene elevada, con signos de recesión en el horizonte, pérdida de poder adquisitivo de los segmentos más pobres de la población y caída de la inversión privada, el gobierno tiene que ser muy cauteloso con el manejo del déficit fiscal.

El ministro de economía tiene un diagnóstico claro de la situación económica, sin inversión privada no se logrará la ansiada reactivación económica.  Para ello se requiere un shock de confianza. El plan “Con Punche Perú” o los viajes al extranjero de promoción a las inversiones no lograrán ese cometido sino se dan mensajes claros como la pacificación de Puno y el destrabe a inversiones privadas en minería (Tía María, La Granja, etc.) y obras de irrigación como Chavimochic, elevación de represa de Olmos y otras. Las autoridades tienen la palabra.