En septiembre de 2023, el PMI compuesto global de EEUU se situó en 50,1, evidenciando un estancamiento significativo en la actividad del sector privado. Este índice, ligeramente por debajo del 50,2 registrado en agosto, marca el cuarto mes consecutivo de caída del PMI, representando el desempeño más débil desde febrero. Este estancamiento y declive consecutivo en el PMI son indicativos de las tensiones y desafíos que enfrenta la economía de EEUU, afectando tanto al sector de servicios como al manufacturero.
El sector de servicios experimentó un crecimiento reducido, alcanzando su nivel más bajo en ocho meses, mientras que la producción manufacturera continuó su contracción, atribuida a las altas tasas de interés y a la continua presión inflacionaria. Además, las entradas totales de nuevos negocios experimentaron una disminución significativa, la mayor desde diciembre de 2022, y los negocios pendientes descendieron a un ritmo no visto desde mayo de 2020. A pesar de estos desafíos, el ritmo de creación de empleo ha mostrado una aceleración, siendo el más rápido desde mayo. Este panorama mixto refleja la complejidad de las dinámicas económicas actuales en el país.
En cuanto a la inflación, los costos de los insumos experimentaron una aceleración, alcanzando su nivel más alto desde junio, contrastando con la tasa de inflación de cargos, que se encuentra entre las más lentas en tres años. Este aumento en los costos de insumos puede tener implicaciones significativas para las empresas y consumidores. Por otro lado, la confianza empresarial ha sufrido un golpe considerable, cayendo a su nivel más bajo en nueve meses. Este descenso en la confianza puede tener repercusiones en la inversión y en las decisiones empresariales a futuro, y es un termómetro del sentimiento y las expectativas del sector privado frente a los retos económicos actuales.