Las expectativas de inflación en EEUU han experimentado un aumento, reflejando las percepciones y anticipaciones de los consumidores respecto a la evolución futura de los precios en el país. En septiembre de 2023, las expectativas de inflación del consumidor para el próximo año se incrementaron al 3,7%, subiendo desde el 3,6% en agosto, marcando así el nivel más alto en tres meses. Este cambio en las expectativas de inflación se produce en un contexto económico donde la gestión de la inflación y la estabilidad de los precios son cruciales para el bienestar económico de los consumidores y la salud general de la economía.
El crecimiento esperado de los precios para el próximo año experimentó un aumento en ciertas categorías, como los alimentos, que vieron un incremento de 0.3 puntos porcentuales, situándose en el 5.6%. Sin embargo, también se observaron disminuciones notables en otras áreas; por ejemplo, el cambio esperado mediano en el costo de la educación universitaria para el próximo año disminuyó drásticamente al 5.8% desde el 8.2%, representando la mayor disminución mensual desde el inicio de la encuesta en 2013. Además, se registraron descensos en las expectativas de cambios de precios en gasolina (-0.1 punto porcentual a 4.8%), atención médica (-0.4 punto porcentual a 8.8%) y alquiler (-0.1 punto porcentual a 9.1%). Por otro lado, las expectativas de inflación mediana para un horizonte de tres años aumentaron en 0.2 puntos porcentuales al 3%.
Aunque las expectativas de inflación a un año han aumentado, es interesante observar que las expectativas de inflación a cinco años han disminuido en 0.2 puntos porcentuales, situándose en el 2.8%. Este panorama mixto en las expectativas de inflación a corto y largo plazo sugiere una percepción de que, mientras que los precios pueden subir en el corto plazo, la inflación podría estabilizarse o disminuir en el futuro más distante. Este contexto plantea desafíos y consideraciones importantes para los formuladores de políticas económicas y la Reserva Federal, quienes deben equilibrar las intervenciones para manejar las presiones inflacionarias actuales, mientras se aseguran de que las expectativas a largo plazo permanezcan ancladas y estables para sostener la confianza económica y la inversión.