“Los recursos biológicos son considerados renovables; sin embargo, una población mínima es necesaria para asegurar su renovabilidad. Este hecho introduce elementos de análisis típicos de los recursos no renovables. Un recurso no renovable está constituido por una masa fija, limitada, de un bien cuya renovación depende de fenómenos geológicos de millones de años, horizonte temporal que carece de sentido en la perspectiva económica humana.
Su explotación, tarde o temprano, agota el recurso. Los recursos renovables, aun cuando se regeneran en tiempo relativamente breve—algunos años y aun menos–, pueden de hecho agotarse y la especie extinguirse si demasiados individuos son capturados por unidad de tiempo, de tal suerte que su población merma considerablemente, y con ello su capacidad de renovación, no logrando las densidades poblacionales de periodos anteriores.
Si las capturas continúan a ritmos iguales o similares, el recurso se agota en la misma forma que uno no renovable. En otras palabras, el uso sostenible de los recursos biológicos del mar obliga a su examen, tanto de existencias como de flujos de recursos. Las reservas de una especie determinada es su población medida, ya sea en números de individuos o en términos de biomasa; es decir, el peso total de la población en un momento preciso. En esa reserva habrá individuos de diferente edad, tamaño y peso; sin embargo, en el estado actual del conocimiento es difícil incluir estos aspectos en el análisis. El flujo se refiere a cambios en las reservas de la especie en un intervalo de tiempo. Los cambios son causados tanto por factores biológicos de entrada de nuevos individuos, reclutamiento (nacimientos), crecimiento y desarrollo de los individuos, mortalidad natural, depredación, así como a factores antrópicos como la captura industrial o la modificación artificial del hábitat. La diferencia, entonces, con los recursos no renovables es que, en el caso de los recursos biológicos del mar las existencias pueden aumentar o disminuir aun en ausencia de capturas” (1)
La actividad pesquera debe considerar las alteraciones que se producen en el ecosistema marino. Existe deterioro de playas y zonas costeras y otras formas de degradación del medio marino más difíciles de percibir. Al deterioro del océano por acción antropogénica debe agregarse hoy en día el impacto del cambio climático y los fenómenos naturales típicos en nuestro litoral como los fenómenos El Niño y La Niña, que modifican el hábitat natural de los recursos pesqueros, con lo cual la sobrevivencia de éstos puede verse afectada, o impulsar un fenómeno migratorio.
La contaminación atmosférica se deposita en los océanos y a ella se añade la de las aguas continentales que arrastran sedimentos que se vierten directamente en el mar. Es así como la acción del hombre y del medio ambiente impacta sobre los recursos hidrobiológicos reduciendo el volumen de capturas y/o incrementando el costo de las mismas.
El otro factor es la sobrepesca. Los recursos hidrobiológicos son móviles, migratorios; los peces, por otro lado, son bienes libres. En este contexto ningún pescador individual tiene incentivos para adquirir información y conocimientos sobre las implicaciones ecológicas y económicas que derivan de la captura que cada uno de ellos hace de recursos a los cuales el acceso es libre.
En un escenario de evidente cambio climático, lo que se impone como necesidad es, aplicar el enfoque precautorio desde el lado de la regulación de pesquerías.
Desde el lado de los administrados se impone de igual manera el enfoque precautorio; pero además la previsión. La industria pesquera peruana, básicamente monoespecífica porque concentra su principal atención en el recurso anchoveta, tiene que tomar precauciones y saber que los impactos del cambio climático pueden alejar de las costas peruanas el recurso anchoveta y en su reemplazo pueden aparecer nuevas especies, como que también pueden no aparecer, o por lo menos no en volúmenes que permitan sostener la capacidad de extracción y transformación existente a la fecha.
La coyuntura actual es de un notorio cambio en el comportamiento de los recursos pesqueros que está afectando los desembarques no solo de anchoveta, sino de otros recursos. En esta situación el país está inmerso en un proceso electoral en el cual algunos de los partidos con mayores posibilidades de ganar no tienen, en sus programas de gobierno, un capítulo para la pesca y otros tienen propuestas muy vagas, genéricas e inadecuadas para la situación general de la pesquería peruana.
Dadas las consideraciones expuestas se presenta la siguiente incógnita:
¿A dónde se dirigirá el voto de quienes realmente tienen preocupación e intereses en la pesquería, dado que su futuro depende de ello?
(1)http://www.eurosur.org/medio_ambiente/
NOTICIAS, ANÁLISIS ECONÓMICO Y DE NEGOCIOS