Cuando aún no han cicatrizado las heridas de El Niño costero del 2017 y las obras de reconstrucción caminan a paso lento, hay indicios de que se presentará un nuevo “Niño” en el 2019. En esta entrega analizamos cuán probable es la ocurrencia de este fenómeno el próximo año, utilizando los datos de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) sobre el Fenómeno de El Niño.
Para monitorear el fenómeno de El Niño la NOAA mide las temperaturas superficiales del agua del mar en cuatro zonas de la franja ecuatorial del océano Pacífico (ver Gráfico 1), usando boyas, sondas y satélites. La zona 3.4 es un promedio ponderado de las zonas 3 y 4. La zona “1+2” corresponde a la zona frente a las costas de Ecuador y Perú.
Debido a la dirección de la corriente ecuatorial del océano Pacífico, que avanza de oeste a este hasta llegar a las costas de Ecuador y Perú, un incremento en la temperatura del agua en la zona 4 es un indicador de que en los meses siguientes se elevará la temperatura del agua en la zona 3. Sin embargo, lo mismo no se puede decir respecto a las temperaturas de la zona 1+2, ya que no existe correlación entre las temperaturas del agua en las zonas 4 y 3 y las de la zona 1+2. Las temperaturas de las zonas 4 y 3 son usadas para determinar la existencia del fenómeno de El Niño y de La Niña y no están correlacionadas con las temperaturas de la zona 1+2, que son usadas para determinar la existencia del fenómeno de El Niño costero. Debido a esta ausencia de correlación, en un determinado año puede ocurrir el fenómeno de El Niño costero sin que ocurra el fenómeno de El Niño, como ocurrió en el 2017.
El indicador que se utiliza para determinar la existencia del fenómeno de El Niño es la diferencia entre la temperatura promedio observada en los últimos tres meses y el promedio histórico (1950 – 2017) de esos mismos meses. A esta diferencia entre la temperatura observada y el promedio histórico se le conoce como “anomalía”. El criterio más utilizado para declarar que se dará el fenómeno de El Niño en un año dado es la persistencia de una anomalía superior a 0.5 grados centígrados en la zona 3.4, durante cinco meses seguidos. La existencia de La Niña se declara cuando la anomalía es menor que -0.5 grados centígrados.
Los pronósticos de lo que va a suceder en las diferentes regiones del mundo se basan en el comportamiento a lo largo del año de la anomalía en la zona 3.4. Por ejemplo, si en la zona 3.4 se manifiesta el fenómeno de La Niña, como ha sido el caso de la mayor parte del 2016, entonces se establece que en la región costera de Ecuador y Perú no se registrarán lluvias superiores a la de un año normal. Lo contrario sucede cuando ocurre el fenómeno de El Niño en la zona 3.4.
En todos los casos en que se ha presentado una anomalía mayor a 0.5 grados centígrados en la zona 3.4, durante 5 meses consecutivos, se ha presentado un fenómeno de El Niño de grandes proporciones y, por lo tanto, las labores de prevención deben iniciarse tan pronto como se detecta el fenómeno y continuarlas mientras el clima lo permita.
Las estadísticas de la NOAA hasta este mes de septiembre nos dicen (ver Gráfico 2) que la anomalía de la zona 4 ha dejado de ser negativa desde inicios del 2018 y ha superado la marca de los 0.5 grados centígrados en los últimos dos meses. La anomalía en la zona 3.4, que se utiliza oficialmente para declarar la existencia del fenómeno de El Niño, rompió la barrera de los 0.5 puntos centígrados en el mes de septiembre.
Aun cuando se necesitan 5 meses seguidos de anomalías en la zona 3.4 por encima de los 0.5 puntos para declarar oficialmente la existencia del fenómeno de El Niño, la aceleración de la anomalía de la zona 4 en los últimos meses hace pensar que se estaría gestando un nuevo fenómeno de El Niño para 2019. De hecho, la aceleración de esta anomalía es muy similar a la observada en el 2014, que fue el año previo a El Niño del 2015 – 2016. En esa oportunidad la anomalía de la zona 3.4 también se demoró en superar la barrera de los 0.5 grados centígrados.
Los modelos econométricos que utilizan la correlación existente entre las anomalías de las diferentes zonas arrojan una alta probabilidad de ocurrencia del fenómeno de El Niño durante el 2019. Basados en esta evidencia varios expertos vienen expresando su preocupación al respecto. En base a estos datos, las autoridades deberían priorizar los trabajos de la reconstrucción y prevención en las zonas más vulnerables al fenómeno de El Niño para hacer frente a la alta posibilidad de ocurrencia de este fenómeno en el 2019.