Elecciones Presidenciales en Bicentenario “Cuarentenario”

¿Qué tienen que ver las elecciones 2021 con el Covid-19 y con el marketing? Mucho! Para empezar las próximas elecciones tendrán nuevas reglas de juego. El distanciamiento social será una institución por mucho tiempo, sea por obligación o por temor de la propia gente. Ello implica la prohibición de mítines y espectáculos de toda índole y una gama de restricciones al desplazamiento de las personas para evitar conglomeraciones que aumenten el riesgo de contagio.

Todo esto concurriendo con el desdén de la población por la participación en la elección de gobernantes y autoridades, por falta de madurez ciudadana y falta de credibilidad en los partidos políticos y los políticos en general.

Como sabemos el Marketing no se trata de vender sino de hacer que el cliente vuelva a comprar y se vuelva un enamorado de nuestro producto o servicio. Normalmente un consumidor no vuelve a comprarle a aquel proveedor que no cumple con sus promesas de valor. ¿Por qué las agrupaciones políticas y sus caudillos son siempre los mismos y aparecen ante los ojos de la población como de la misma calaña? ¿qué tiene que ver el Marketing con todo esto?

Mi hipótesis parte del siguiente ultra mini marco teórico marketero:

¿Qué elementos mercadológicos tenemos en este caso?

  1. Producto: plan de gobierno o promesas de campaña
  2. Cliente: ciudadano peruano
  3. Moneda: voto

Si, como sabemos, esta tormentosa ecuación representa una relación fallida por toda la problemática que copaba las primeras planas antes del Covid-19 (corrupción e incompetencia en el aparato público), ¿por qué rayos el Perú sige re-comprando el mismo producto y al mismo proveedor?

La respuesta está en la bendita moneda de cambio. Me explico.

El peruano promedio está divorciado del Estado, por lo que se siente ajeno al quehacer político y  siente que, sin importar por quién vote, todo seguirá más o menos igual: los pillos electos robarán pero harán obras, el independiente seguirá trabajando 16 horas para (sobre) vivir, “pepe el vivo” seguirá siendo informal, las constructoras seguirán sobrevalorando obras en ocntubernio con las autoridades, las AFP seguirán desangrando al trabajador, los impuestos encontrarán su camino a cuentas en Gran Caimán, etc.

Como todo seguirá igual, entonces el voto es siempre un “saludo a la bandera”. Pero, como quiera que si no votas serás sancionado con una multa, entonces el acto electoral termina siendo una especie de mala compra con plata ajena.

El gobierno le dice a los peruanos: “están obligados a salir el domingo, -comprar- cualquier cosa que vean en el anaquel, pero con dinero regalado. Como una especie de “Sugar Daddy” con tarjeta de crédito. Anda, compra con plata que no es tuya y que no tendrás que devolver. ¡Ah! Eso si… haz la finta lo más parecida posible a que te importa un poquito lo que compras”.

Claro está que esta plata regalada en el fondo no lo es; es un mero espejismo, una falsa idea de carencia de consecuencias. La elección tendrá un correlato con la realidad. El Sugar Daddy pasará la cuenta cuando bajes la guardia y cual amigo de Angie Jibaja, te disparará sin compasión enrostrándote la mediocridad de tu decisión electoral. Aunque siempre aparezca como excusa echarle la culpa a Papá Gobierno… ese que eligió Fuente Ovejuna, todos a una.

La moraleja es que debemos ser cada vez más ciudadanos participantes de la vida cívica y política de nuestro país. Convirtámonos tan pronto como podamos en parte integrante del Perú más allá del DNI y del RUC. Tomemos conciencia de que nuestra falta de civismo y de participación política nos afectará más temprano que tarde. Nuestro voto o revierte a nuestro favor o en nuestra contra el día menos pensado. Aguardemos la celebración de nuestro bicentenario con una dosis de esperanza, pues quizás el Covid-19 sea la inyección que necesitábamos para cambiar y aportar a la ansiada transformación de nuestro amado Perú.