Impacto económico de clasificar al mundial

Algunos colegas economistas se han atrevido a vaticinar que, si mañana Perú derrota a Colombia y clasifica al Mundial de Fútbol 2018, la economía crecerá medio punto más del PBI en el cuarto trimestre de 2017 y el primer semestre de 2018. El argumento es más o menos así: la gente no consume cuando está deprimida y consume un montón cuando se torna eufórica ante una noticia deportiva positiva. Por ende, un triunfo de Perú sobre Colombia hará que las expectativas del consumidor mejoren sustantivamente hasta junio del próximo año, cuando acabe el mundial.

Lamentablemente esta aseveración no pasa de ser un buen deseo, por no tener asidero teórico o empírico. Indudablemente la clasificación a un mundial de fútbol sería una noticia de elevada trascendencia para un país futbolero como el Perú. Sin embargo, el impacto en la economía de dicha noticia sólo se reflejará en mayores compras de licor por unos días y mayores compras de servicios de cable, camisetas de la selección y paquetes turísticos a Rusia, en desmedro de otros rubros de consumo, manteniendo esencialmente inalterado el nivel de consumo global.

El único efecto genuino sobre la economía de un eventual triunfo del Perú sobre Colombia podría darse a mediano y largo plazo, y siempre que tal suceso se tradujera en un mayor nivel de autoestima y empoderamiento de la mayoría de peruanos, que a su vez genere una mejora de su productividad. Sin embargo, para consolidar una repercusión de este tipo, se requeriría de mucho más que una buena noticia, por más buena que ésta sea. Sólo si una clasificación al mundial fuera acompañada por un plan de desarrollo del deporte de alcance nacional, a través de todas las municipalidades del país, se podría aprovechar la clasificación del Perú a un mundial como palanca para un mayor crecimiento económico sostenido (no coyuntural).

De otro lado, es un hecho que los mega eventos deportivos -tales como un mundial de fútbol- pueden tener fuertes beneficios económicos a corto plazo, pero sólo para el país anfitrión, como es el caso de Rusia en el Mundial de Fútbol 2018. Dichos beneficios sobrevendrán más de números fríos que del nivel de euforia que pueda contagiar al pueblo ruso: número de espectadores provenientes de todas partes del mundo, audiencias televisivas y por internet de todo el mundo, impactos multiplicadores de inversiones en infraestructura, e impactos hacia adelante en el desarrollo urbanístico, sociocultural y medioambiental.

Definitivamente, la confianza del consumidor peruano podría mejorar con mayor certeza si prosperan las condiciones de empleo e ingresos, que si Carrillo, Guerrero o Cueva le llenan el arco de goles a Colombia. La euforia futbolera -por sí sola- podrá reactivarnos la emoción más no el tamaño del bolsillo.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *