El mercado evoluciona sin tregua, relegando a la indiferencia a quienes se aferran al pasado. Por mi experiencia en la valoración de empresas, he comprobado que la audacia en la toma de decisiones de alto liderazgo y no la complacencia, marca la diferencia en el valor de una empresa. Cada minuto de indecisión abre paso a la competencia que está dispuesta a arriesgarlo todo y, por tanto, lo que tenemos en la empresa se convierte en un detractor de su valor.
La combinación de visión y coraje actúa como un imán para el éxito y mayor valor de la empresa. Se sabe que la mente humana es crucial: las emociones, no las lógicas frías, impulsan las grandes decisiones. Un directivo que conecta con las objetivos y amenazas de su equipo siembra la confianza que contribuye a elevar la rentabilidad.
La parálisis es el peor enemigo de la innovación. Tu competidor avanza cuando tú titubeas. Pero no basta buenas ideas sino hay inversión de capital porque el uso de los escasos recursos actuales y los intangibles a veces no son suficientes. Sino actúas a tiempo podrías diluir proyectos prometedores y sembrar dudas tus colaboradores e inversionistas. Para aumentar el valor económico de tu empresa, no basta con promesas grandiosas: la clave está en una ejecución implacable.
Cada vez que he valorizado una empresa con alto y prometedor valor, entrevistando a su equipo directivo he podido evidenciar que el crecimiento exponencial nace de la calidad o cualidades personales del líder, de la pasión de sus directivos y del equipo motivado por un liderazgo genuino. Esa chispa va más allá de la estrategia: es el impulso que motiva al equipo a transformar cada reto en una oportunidad. Cuando las personas ven que su esfuerzo cambia realidades, se enciende la llama del compromiso y el valor de la empresa crecerá como espuma.
En neuromarketing se afirma que la mente humana responde con fuerza a estímulos llenos de significado. Al despertar la motivación interior y la búsqueda de mayor valor, enciendes el motor que impulsará el valor de tu empresa. Las grandes marcas no se construyen solo con marcas y números, sino con lideres genuinos y de talento natural para tratar y conectar con su equipo y demás colaboradores, emociones compartidas y objetivos trascendentales.
El talento corporativo puede disparar el valor de una empresa cuando conecta con anhelos profundos. Al relatar cómo tus proyectos impactan positivamente en tu entorno, te alzas como referente. Esa influencia repercute en el posicionamiento de tu marca, distinguiéndote en un entorno competitivo.
La disciplina, sin embargo, es la pieza que sostiene cualquier cambio radical. No basta con soñar: se necesita un riguroso accionar, y un seguimiento de cada indicador y asumir responsabilidades. Un líder y su equipo deben cuidar la transparencia y consolidar la credibilidad ante clientes, colaboradores e inversionistas.
Hoy es el mejor día para empezar a reinventarte y dejar huella. Desafía los temores heredados y marca un nuevo rumbo, adoptando como practica permanente el liderazgo genuino, la innovación y la inversión de capital que impulsan efectivamente el valor. Una vez que hayas construido todo este andamiaje de generación de valor en tu empresa, no debes dejar de pasar la oportunidad de cuantificar ese valor y monitorear su evolución. MAXIMIXE, con más de 32 años valorizando empresas, marcas y activos complejos, puede ayudarte en ese propósito.