Inteligencia artificial: Reto y oportunidad

El avance vertiginoso de la inteligencia artificial abre oportunidades notables para ser más competitivos, pero a la vez tendrá un impacto dramático en la economía y la vida social a escala mundial, solo comparable con los trastornos que originará el agotamiento de las fuentes de agua. Se verán impactados las empresas, los mercados, la educación, la salud, la seguridad social, el gobierno y las condiciones de empleo.

En Perú sabemos muy poco del alcance de ese impacto, así como de los consiguientes riesgos y cómo mitigarlos, y de las oportunidades que -de no ser aprovechadas- podrían hacernos caer varios escalones en el ranking de competitividad.

El desarrollo de la inteligencia artificial viene haciendo explosionar la capacidad que tienen las empresas de aprender, porque ahora lo pueden hacer automáticamente, afianzadas en una creciente tercerización de servicios de tecnología, procesos de negocios y de conocimiento. De resultas que la oferta de productos de las empresas será cada vez más flexible y personalizada.

Contar con los mejores aliados estratégicos tecnológicos, de innovación y de gestión de información se ha convertido en un factor crítico de éxito de cualquier plan de negocios y de transformación digital. La innovación debe arrancar en la estrategia de negocios, y no sólo a nivel de los procesos y los productos.

Se requiere reinventar el modelo de negocios de las empresas, a partir de la creación de una ventaja de aprendizaje automatizado de la información que maneja y nueva información. Se requiere contar con información geo-referenciada de clientes y proveedores, modelos y algoritmos que permitan comprender la conducta de los consumidores/usuarios.

A nivel global, el avance de la inteligencia artificial hará crecer la productividad humana alrededor de 40%, permitiendo que el PBI potencial mundial se duplique. Sin embargo, esa tremenda expansión se concentrará en los países, regiones y empresas con mayor capacidad de absorción y difusión de las innovaciones. Que son los que más vienen invirtiendo en el desarrollo de la inteligencia artificial y sus aplicaciones, y que además cuentan con un alto grado de flexibilidad institucional de sus mercados laborales y de propiedad intelectual, así como con una fuerte base industrial y un sistema investigación y desarrollo sólido. Lamentablemente, ninguna de estas condiciones las cumple Perú.

La penetración creciente de la inteligencia artificial en los negocios tendrá un impacto negativo en el empleo, sobre todo en aquellos sectores que demandan muchas personas en tareas monótonas o fáciles de automatizar, como pueden ser el sector de servicios de call center y seguimiento de clientes.

La prensa escrita y la televisión también serán impactadas por la creciente oferta personalizada de información vía internet, de diversos competidores nuevos cuya ventaja radica en su capacidad de desarrollar contenidos especializados.

A nivel de las industrias, la operación y soporte de líneas de producción y fabricación ya no será realizada por trabajadores sino por robots inteligentes capaces de movilizarse y realizar operaciones complejas de movimiento de objetos y ensamblaje.

Los vehículos autónomos reemplazarán a los taxis, dada su capacidad de comprender la dinámica del entorno y tomar decisiones en tiempo real en función a un destino objetivo programado.

El comercio electrónico tendrá una transformación radical, al integrar el uso de inteligencia artificial desde los centros de despacho, la ejecución de órdenes de compra, la entrega al cliente con drones o redes de mensajeros llegando a todo destino en tiempo récord usando vehículos ad-hoc (motos, bicicletas, patines, skytes, etc.).

Los servicios profesionales basados en la transmisión mecánica de información estandarizada, tales como estudios jurídicos, se verían severamente afectados en cuanto su labor de clasificación, identificación, resumen, comparación, extracción y gestión de información ya puede ser realizada aplicando inteligencia artificial.

Los servicios financieros y de seguros y otros que son grandes demandantes de procesamiento de datos y gestión de información, podrían prescindir de grandes contingentes de trabajadores encargados de esas tareas. Lo mismo tendría que suceder con el gobierno central y los gobiernos regionales y locales, que también son grandes demandantes de lo mismo, los cuales podrían aprovechar para eliminar las colas y las trabas burocráticas, elevar la transparencia y el rendimiento de los programas sociales.

Ciertamente, nada de esto sucederá de la noche a la mañana. Sin embargo, los expertos han venido reduciendo recurrentemente sus proyecciones de plazo de maduración de la absorción de los avances de la inteligencia artificial, por lo que ya se puede vaticinar que los años 20’s de este siglo no serán años de charleston sino de robótica generalizada.

Para evitar una catástrofe de desempleo masivo y, al mismo tiempo, tentar una creciente posición en los rankings de competitividad, el Perú tendrá que realizar una profunda reforma educativa que esté integrada a una política de innovación robusta. Necesitamos formar trabajadores de mandos medios que dominen las nuevas tecnologías y reciclar a los trabajadores operativos para que puedan dedicarse a labores de mayor creatividad.

Las artes serán la piedra angular de la nueva competitividad a escala global. El Perú es un país con una población ancestralmente creativa, pero el Estado ha hecho hasta aquí casi nada para promoverla. Necesitamos una política de Estado para convertir al Perú en un líder regional en diseño, museología, artes plásticas, cine, literatura, teatro, al unísono con la conversión del patrimonio cultural del Perú en un capital cultural que movilice grandes inversiones.

La competitividad de las empresas productoras de bienes cada vez depende más de su acceso a proveedores de servicios cada vez más creativos, personalizados, de alta calidad y a bajos precios, en telecomunicaciones, transportes, finanzas, distribución y servicios profesionales de vocación creativa e innovadora.

Debemos proyectarnos como país exportador de servicios intensivos en innovación y creatividad, para contribuir a irradiar sus efectos difusores del conocimiento, la información y la innovación al resto de la economía.

 

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