La dificultad de bajar la pobreza cuando ésta se alimenta a sí misma

La tasa de pobreza en el Perú es de 23, 9%, al 2016 la meta del actual gobierno es reducirla a 20%. No obstante, recortar en dos años más de tres puntos porcentuales tendrá sus bemoles, pues a las propias dificultades de intervención de los programas sociales, se suma un hecho más micro: la comprobada tendencia que las personas de menores recursos tienen a adoptar costosas decisiones financieras (tales como aceptar créditos a sola presentación del DNI con líneas de crédito bajas y tasas de interés onerosas) que en vez de ayudar consiguen empeorar su situación. En el pasado éstas malas decisiones se atribuían a la personalidad de las personas de bajos recursos o al ambiente en el que viven, con poco acceso a la educación y condiciones de vida por debajo de los estándares.

Hoy la perspectiva de análisis ha cambiado con los aportes de Anuj K. Shah, uno de los mayores eruditos en las ciencias del comportamiento, según dicho investigador de la Universidad de Chicago vivir con escasez modifica la psicología de las personas; cuando los recursos son escasos, es decir cuando las personas tienen poco tiempo, dinero o comida, cada decisión sobre la mejor manera de utilizar esos recursos se toma con mayor urgencia que cuando se dispone de tales recursos en abundancia, ésta situación puede tener efectos positivos en el corto plazo, pero se realiza a costa de descuidar otras demandas menos urgentes. Por ejemplo, cuando están bajo la presión de gastos urgentes como el alquiler o la comida, las personas pueden descuidar el mantenimiento de sus vehículos y terminar pagando costosas (y evitables) reparaciones más adelante.

El estudio de Shah, que fue publicado hace dos años en la revista Science bajo el nombre de “Algunas Consecuencias de Tener Muy Poco”, concluye que en general ese tipo de elecciones no son la causa de la pobreza, sino su consecuencia. Es decir, las personas no son pobres porque manejan mal sus recursos, sino que la pobreza disminuye su capacidad para manejarlos mejor. Este cambio de perspectiva puede modificar de manera relevante el enfoque de las iniciativas de inclusión y asistencia social, además de mostrar a los destinatarios otras posibilidades alternativas que les proporcionarían mayor bienestar.