El proceso de regulación y gestión de la pesquería requiere de personal «especializado».
No de políticos. Los políticos, en general, son recursos renovables, no extinguibles; pero el sistema los hace necesarios porque así fue diseñado.
El hecho es que las personas que desconocen el sector no pueden ver el proceso claramente. Por lo tanto la mayoría de sus actos se hacen a base de la presunción de que están en lo correcto porque sus asesores u otras personas así se los dicen, sin darse cuenta de que tampoco es que ellos conozcan mucho del tema, por lo general.
Hasta que este concepto de orden y progreso ordenado del trabajo esté claramente aceptado, la confusión y el abandono del sector continuarán y no será posible comunicarse con las personas cuya incoherencia y desinterés son debidos, parcialmente a su ignorancia y parcialmente a sus deseos de permanecer en el cargo, sin permitirse a sí mismas darse cuenta de que sus capacidades no están orientadas al sector ni les son útiles.
Nada debe ser hecho por experimentación, ni por prueba y error. Tampoco nada debe hacerse apegándose repetidamente al consejo de un equipo de personas que no es de este sector, ni de sus necesidades reales.
Sus necesidades reales difieren de las necesidades teóricas generalizadas por los asesores, topos y oportunistas que siempre aparecen para saquear el Estado y vivir como parásitos, inútiles desde todo punto de vista.
El éxito del trabajo siempre depende de la formulación correcta, al tiempo oportuno, en el lugar correcto y con las personas adecuadas.
La administración pública ha sido prostituida y corrompida por políticos mediocres e inmorales, a un nivel jamás antes visto, o por lo menos conocido, en la historia republicana.
¿Qué es lo que anima a los gobiernos que venimos teniendo a sentir tanto desinterés por la pesca en el Perú?
¿Puede el futuro pesquero del Perú estar en las manos de funcionarios temporales sin mayor legitimidad que una resolución que los designa? ¿Sin visión de país, carentes de la experiencia necesaria y de decencia intelectual, amorales y sin agenda de largo plazo, sino tan solo los intereses gestionados por lobistas y/o poderes fácticos sin escrúpulos, que en la práctica se convierten en los verdaderos hacedores de las normas?
¿Puede el país, en especial la comunidad pesquera, seguir asistiendo impasible y muda a este triste espectáculo que viene consumiendo a la pesca peruana y poniendo en riesgo su sostenibilidad?
La designación de los titulares de pliego y diversos funcionarios, constituye no solo una muestra de desprecio al sector, sino también una ofensa a los peruanos que se ven obligados, por el sistema, a reconocer como autoridad a personajes que por su propia formación y orientación carecen del apropiado criterio o conocimiento de lo que es la pesca peruana, de sus problemas y de lo que necesita.
El nombramiento de funcionarios de la alta dirección, así como de los funcionarios del Ministerio de la Producción y sus Organismos Descentralizados, de personajes totalmente ajenos al sector, sin conocimiento ni experiencia en la pesca es un hecho nocivo que se vuelve más grave y pernicioso si se suma a esas características una escasa o nula vocación de servicio al país y la existencia de objetivos personales y/o intereses propios, o de parte, que imponen una agenda alejada de las necesidades del sector. O ninguna agenda.
Los lobbies e intereses de parte existieron siempre; pero hubo un tiempo en que eran manejados por gente con experiencia y conocimiento y con cierto grado de continuidad en las políticas que, por otro lado, eran relativamente coherentes y técnicas. El impacto sobre el sector era relativamente menor. Todo ello cambió cuando se convirtió a las instituciones en agencias que otorgan empleo para pagar favores políticos o para defender intereses y empezaron a designar a personas totalmente ajenas al sector. Es en ese momento que empieza a perderse la continuidad administrativa y la memoria institucional.
Los Titulares de Pliego, que ya van 30 desde 2002, o sea casi uno y medio por año, y en lo que va del actual gobierno ya van 7, tienen más perfil para el Despacho de Industria y Pymes que para Pesca, o para ninguno y no duran lo suficiente como para evaluar y darse cuenta de su accionar, ni tienen tiempo para identificarse con Planes Operativos y Estratégicos ya formulados y con presupuesto. De igual manera van 19 viceministros de pesca, casi uno por año. Ambos pasan la mayor parte de su tiempo tomando conocimiento del sector, en interminables reuniones con los administrados, y haciendo ofertas que, finalmente no alcanzan a cumplir porque no duran lo suficiente en el cargo. Además porque entre la oferta política y lo posible de ejecutarse dentro de las normas de administración del Estado, hay un abismo que no se puede superar, más aún con un alto índice de rotación de funcionarios y la carencia de la experiencia necesaria.
Si bien es cierto el promedio de viceministros es menor que el de los ministros, no se aprecia que su nivel de experiencia o de capacidad de manejo haya sido el adecuado para servir a un Ministro con o sin agenda política. La mayoría de los ministros y viceministros asumieron el cargo sin agenda, sin visión de futuro para la pesca, sin conocimiento y sin compromiso por hacer algo de fondo para el sector.
Son pocos aquellos que se comprometieron con el sector y aportaron algo a su desarrollo y progreso. La pesquería necesita de funcionarios con alma y con compromiso, no sujetos que lleguen a aprender. El sector pesquero y su ministerio no son una escuelita ni una agencia de empleos.
La designación de funcionarios de confianza de la administración para cargos de dirección, se deslegitima cuando el mismo no es un experto en pesca ni conoce lo mínimo imprescindible para asegurar un buen desempeño. Esto ha devenido en una constante que daña a la pesquería.
La realidad es que desde 2002 al 2023, los problemas de fondo de la pesca siguen siendo los mismos, en especial los de la pesca artesanal. No se ha diseñado una política de largo plazo ni se han enfrentado los temas con eficacia.
El futuro se proyecta en forma similar, con más de lo mismo. Nada permite asegurar que las próximas gestiones serán conducidas por personas adecuadas, que se elaborará una Política de Estado con visión de largo plazo, que será respetada por los sucesivos gobiernos y que los siguientes Titulares del Pliego actuarán con desprendimiento personal, con tecnicismo, escuchando a quienes algo tienen que aportar, sin soberbia ni arrogancia.
No mejorará la gestión pesquera mientras los funcionarios de menor jerarquía sigan trabajando sin compromiso, intelectualmente castrados por el temor a perder el empleo, o subordinados a la autocracia de la autoridad de turno.
Muy pocos titulares del pliego de Producción pasaron y/o pasarán a la historia como responsables de algún hecho o norma realmente trascendente como para que sean dignos de ser recordados, para bien o para mal. La mayor parte, en corto tiempo, habrán sido olvidados como cualquier personaje que atraviesa por un período de la historia sin haber dejado huella significativa, o lo que es peor, ninguna huella, ningún recuerdo. Se van sin pena ni gloria, dejando a la pesca igual como la encontraron, condenados al olvido de la gente a la que pudieron servir y no lo hicieron.
Lo que realmente debe preocupar y hasta asustar, es la indiferencia y apatía de los ciudadanos, que pareciéramos habernos acostumbrados a este estilo de vida vacío que conduce a la nada. El mundo reducido a una teocracia de funcionarios necios y omnipotentes al servicio de la nada.
Se ha cambiado nuestra forma de gobierno, sin que nos demos cuenta: Se ha instaurado una “Kakistocracia”.
“El término concreto kakistocracia designa esencialmente a un gobierno formado por los más ineptos, los más incompetentes, los menos calificados.
La noción de kakistocracia se empalma perfectamente con la noción de oclocracia (el gobierno de la chusma). No se trata de una cuestión de posición de clase, sino de que el vulgo, el ciudadano común, se preocupa únicamente por los placeres de la vida, por lo cual las cuestiones políticas pasan a segundo plano. Kakistocracia y oclocracia son realidades”.