No hace mucho tiempo que volar se ha vuelto un ‘entrevero’ que en la práctica ha abierto una nueva oportunidad de negocio para las empresas de transportes ‘mosca’, que detecten este vacío de servicio. Las aerolíneas han innovado ofreciendo tarifas sin equipaje en bodega ni en la mano salvo un bolso o mochila con dimensiones muy modestas.
Esto es, ya sea que se prevea viajar por turismo o por alguna otra razón, y que no haya mucho presupuesto, habrá que prepararse para volverse mago para que quepa una ‘muda’ de ropa en la mano y lavar la que se lleva puesta. Se ha inaugurado la época de viajar por avión sin maletas y todas sus consecuencias.
Todo ello me trae a la mente la ‘experiencia del cliente’ que es una estrategia de marketing que parte de la satisfacción del consumidor como una construcción en base del disfrute de los momentos del servicio o consumo del producto. Pareciera que la oferta de viajes aéreos va a contracorriente y no concuerda con la ‘economía de la experiencia’.
Llama la atención que aún no se escuchen propuestas de agencias de transporte terrestre que se encarguen de recoger y transportar los equipajes que esta curiosa situación les trae como opción de ingresos. Y esto ocurre justo cuando el turismo trata de reanimarse luego de la pandemia. Y ojo, que si un pasajero o pasajera olvida ‘comprar pasaje’ anticipadamente para su equipaje de mano (ojo, el de mano, no el de bodega), en el aeropuerto, el día del viaje, el precio a pagar puede acercarse a la mitad del valor del boleto aéreo. El mercado pone las reglas y no hay de otra. ¿O sí?