Sí a la evaluación de desempeño de los maestros

La oposición recalcitrante de los dirigentes radicales del magisterio a que exista una evaluación obligatoria anual de desempeño docente, como mecanismo para que el maestro pueda ascender y permanecer en la carrera magisterial, va contra las mejores prácticas que se vienen aplicando en los países de mayor calidad educativa del mundo.

En dichos países incluso la calidad de la enseñanza se monitorea permanentemente, para asegurar una mejora continua sustentada en indicadores que retroalimentan su labor, contribuyendo a elevar su desempeño y a identificar las mejores prácticas docentes.

Los sistemas de evaluación de desempeño en el aula, que tanta urticaria les causa a maestros no idóneos o inseguros de sus competencias, hoy en día es una práctica elemental en todo el mundo. Es falso que las metodologías de evaluación de desempeño tengan que ser necesariamente subjetivas; por el contrario, los sistemas de evaluación más avanzados ayudan a objetivizar y a valorar mejor el trabajo del profesor en el aula, al transparentar la forma en que se enseña, a la luz de las condiciones y restricciones físicas del colegio y sociales de los alumnos.

Por ende, sólo con un sistema de evaluación de desempeño en el aula se puede tener la oportunidad de reconocer y recompenzar el trabajo de los buenos docentes y, en contrapartida, tener la oportunidad de identificar a los docentes ineficaces. Sólo evaluando el desempeño de los maestros se puede mejorar sus prácticas docentes identificando fortalezas y áreas para el desarrollo profesional, así como asegurar la rendición de cuentas de los maestros, asociando la evaluación con  consecuencias para el docente.

Pero estos sistemas de evaluación son insuficientes. Para lograr el mejor desempeño se requiere implantar sistemas de monitoreo permanente, que permitan un seguimiento mensual e incluso semanal de variables claves. Ello contribuye a elevar el nivel de responsabilización y compromiso del maestro, la calidad de su relación con las familias y de la gestión del espacio y los materiales del aula.

En el Perú hace tremenda falta un mecanismo institucional que incentive la mejora continua de la calidad educativa, y el mayor esfuerzo posible de todos los actores involucrados en ella. Propongo por ello lanzar el proyecto “Barómetro de Escuelas”, consistente en una plataforma virtual a través de la cual se pueda medir y comparar mes a mes la asistencia y rendimiento de estudiantes y maestros, las quejas de estudiantes y padres de familia, el balance de calidad de la infraestructura, los implementos para hacer clases, la gestión de la dirección, el acceso a materiales de estudio, logros de egresados, etc.

Este barómetro permitiría establecer un ranking a nivel del país, de cada región, provincia y distrito, y sería la base para la asignación de un Bono Escuela, para aquellos colegios que sobresalgan. Así se promovería un espíritu de sana competencia entre escuelas, aulas, estudiantes y maestros, que contribuiría a la mejora continua. Al poder identificar los rendimientos persistentemente disonantes de maestros respecto a parámetros de rendimiento mínimos, se podría emitir alertas tempranas de riesgo y determinar con toda certeza qué maestros deben ser ascendidos o retirados de la carrera magisterial, en cuanto su permanencia se contraponga a la aspiración de que nuestra niñez y juventud pueda acceder a una educación de buena calidad. Al monitorearse con transparencia todas estas variables, se reduciría al mínimo la figura del director de escuela que ejerce poder como dictador, al determinar arbitrariamente el desempeño docente.

Ciertamente, el Perú tiene uno de los magisterios que gana menos en la región, pero también en promedio es uno de los menos preparados y comprometidos. Lamentablemente, según diversos estudios, la mayoría de nuestros maestros no tienen vocación docente y dedican gran parte de su tiempo a trabajar en menesteres distintos al de la enseñanza.

En lugar de protestar en contra de ser evaluados, los maestros realmente comprometidos con la educación, deberían protestar por la insuficiencia de los sistemas de evaluación y la necesidad de avanzar hacia una etapa más avanzada de aplicación de sistemas de monitoreo permanente de la calidad educativa. Con la calidad educativa de nuestros hijos no se juega. Todito te lo consentimos SUTEP, menos faltarles a nuestros hijos.

 

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