En los evangelios de los Salmos de la biblia hay una afirmación que tiene que ver mucho con lo que pasa en las organizaciones sin que la alta gerencia y directivos se percaten: “tienen ojos y no ven, tienen orejas y no oyen”. Aquí la ceguera cognitiva juega un rol importante, que hace que no veamos lo importante del quehacer laboral, sino centrarnos siempre en lo urgente, y el tiempo que le dedicamos a éste último es realmente desgastante y que, muchas veces, no genera ningún valor en el impacto en los resultados, ya que se merma la productividad al ser ineficientes en el uso de los recursos.
Es allí donde las creencias, que eventualmente son irracionales y se aceptan inexorablemente, protagonizan el rol que influye en las conductas y decisiones diarias, conllevando a la constitución de las Culturas. Según la Real Academia de Lengua Española, las “creencias” vienen del vocablo “creer” que tiene como acepción: “completo crédito que se presta a un hecho o noticia como seguros o ciertos”.
La alta dirección tiene, como una de sus principales funciones, que estar permanentemente cuestionando la forma cómo se hacen los procesos en general y los supuestos de la organización y del sector en el futuro inmediato y mediato. Solo así se podrán tomar mejores decisiones, dejando de lado las creencias dogmáticas, y creando cotidianamente la sensación de pensar y pensar en las mejores formas de replantear la toma de decisiones. Salir fuera de la oficina y observar (darse cuenta) la interacción de sus áreas, como también el escuchar (entender) los mensajes directos o indirectos de las interacciones humanas.
Al estar inmerso en un ambiente laboral, vemos las cosas según nuestros paradigmas, lo tomamos como “normal” pero no observamos que algunas conductas colectivas habituales no tienen sentido positivo. Algunos ejemplos: a) el estar permanente sacando copias y copias sin noción de que perjudicamos el medio ambiente, b) la acumulación de documentación que genera desorden, c) el estar ingiriendo alimentos frente a la computadora en horas de trabajo lo cual es incompatible con higiene, d) quedarse hasta altas horas de la noche “trabajando” con la finalidad de sentirse “un colaborador comprometido” con la organización, cuando lo que está demostrando es una ineficiencia evidente, entre otros ejemplos.
El mundo empresarial cambia significativamente, y la forma de trabajar también. Es por eso que la alta dirección debe tener conciencia de que su rol es estar pensando en estrategias permanentes que cambien las “reglas de juego” tanto del sector como dentro de sus empresas. Y el cambiar “chips” mentales en sus colaboradores se vuelve menester, sobretodo en la actualidad, donde vivimos una economía digital e industria 5.0, en un entorno de Pandemia, donde la salud pública se vuelve prioritario.