Los problemas del sector y sus necesidades, básicamente son los mismos desde hace 20 años o más. Sin embargo, es poco o nada lo que se ha resuelto.
En el Perú se ha atribuido siempre a los recursos marinos, no solo el carácter de renovable, sino, además, la cualidad de inagotable. La riqueza infinita del mar peruano no es más que un mito alimentado por la abundancia de anchoveta, que se destina casi totalmente a la fabricación de harina que se exporta. Se ha elegido aceptarlo en obstinada ignorancia de los hechos, creyendo que los recursos pesqueros son infinitos e inagotables y forzando la extracción hacia límites impredecibles en sus consecuencias. Este error de percepción promueve un irrefrenable incremento del esfuerzo pesquero y confunde, además, a la opinión pública haciendo más ardua la labor de regulación.
El recurso pesquero tiene la cualidad de renovable, pero NO de inagotable ni de infinito. El recurso pesquero no aumenta en función de la demanda. Sucede que la biomasa de las diversas especies objetivo sigue el camino inverso, éstas se reducen y por tanto son insuficientes para satisfacer las expectativas y necesidades de todos los partícipes de la pesquería.
Asegurar la sostenibilidad de los recursos es la prioridad número 1, para lo cual necesitamos conservar nuestros recursos pesqueros y su productividad, asegurando la alimentación nacional como prioridad número 2. Lo que implica mejorar la educación de los operadores y actores de las cadenas productivas de la pesca. La introducción de un modelo educativo para el sector es, entonces, la prioridad número 3.
El corto tiempo que cada ministro permanece en el puesto, la inexperiencia de cada uno, la rotación constante de funcionarios de todo nivel, muestra que la precariedad y temporalidad del cargo generan ausencia de compromiso e indolencia ante problemas que se desconocen agravando cada vez más la situación del sector.
No basta la buena voluntad, o la capacidad personal, sino, además, experiencia en pesca. Los cargos directivos deben asumirse con conocimiento y mística, no con cálculo político. Es inmoral aceptar un empleo para el cual no se tiene la preparación mínima. La ejecución de acciones de administración y gobierno, liderando equipos de expertos de acción inmediata no se puede hacer con funcionarios improvisados y oportunistas que pretenden ir aprendiendo en el camino, que puede ser muy corto.
En este contexto, para evaluar las ofertas electorales, la ciudadanía debe saber que se precisa una gobernanza inteligente que proteja los ecosistemas marinos, con una proyección social que priorice la alimentación nacional. Por ello es necesario que analice las ofertas electorales para fijar una posición. Cada elector puede evaluar las propuestas que se han presentado y evidenciar que son pocos los partidos que han considerado a la pesca.
Las propuestas, salvo algunas excepciones, son genéricas y poco consistentes. Solo del programa del partido Victoria Nacional, se deduce una propuesta estructurada con visión de largo plazo, dentro de un marco lógico: priorizar el consumo nacional de pescado es la consecuencia de actividades que pueden resumirse en: alcanzar una pesquería sostenible (lo que implica una serie de acciones), con una ordenación eficaz (que impone una serie de reformas a la normativa actual) para llegar a atender a la demanda nacional de alimentos y de proteína (que conlleva una serie de acciones sobre la pesca artesanal, especialmente de educación y capacitación). Es evidente apreciar una vocación de servicio a la ciudadanía basado en un programa lógico y racional: para alcanzar el objetivo de atender las necesidades alimentarias del país se requiere una pesquería sostenible y ordenada, puesto que de lo contrario no habría peces
Pero el plan de gobierno no es lo único. El candidato debe inspirar confianza, pero, sobre todo, su equipo. El titular del pliego, el viceministro y sus directores generales, son quienes realmente pueden implementar la oferta electoral. Si su designación responde a compromisos políticos, intereses de parte y no a las necesidades del país, la oferta se invalida y se volverá a lo mismo de siempre: funcionarios mediocres al servicio de intereses oscuros, o de sí mismos.
Se tiene que evaluar la seriedad y el compromiso de que el programa será efectivamente implementado y que no será modificado por intereses de parte o compromisos políticos de último minuto.
Tenemos la oportunidad de elegir con inteligencia y responsabilidad y decidir si creemos o no creemos en las propuestas.