Educación, cuidado con el futuro

En anteriores notas en HACIENDO FUTUROS se insistió en la importancia de contar con acuerdos sociales para priorizar las actividades que deberían contar con el mayor respaldo ciudadano. No sólo por su trascendencia para los valores y la identidad nacional, el empleo y la prosperidad sino porque Perú es un país cuya fortaleza es la diversidad, tanto cultural como biológica.

  1. Ciencia y capacidad empresarial. La diversidad biológica, con la riqueza de especies, ecosistemas y variabilidad genética es un gran reto científico, tecnológico y de negocios pues para convertir esa riqueza en productos y servicios se requieren especialistas, que dominen ciencia e innovación, esto es, cercanía al conocimiento y el mundo empresarial. Por eso, la educación es una guía al desarrollo.
  2. Educación superior y desarrollo. La educación superior universitaria y tecnológica son actividades que deben merecer el mayor respaldo de la sociedad ya que de sus aulas, laboratorios y programas de enlace con la sociedad civil, surgirán las capacidades, organización y proyectos para el desarrollo sostenible a lo ancho y largo de nuestro país, reclamadas con creciente urgencia.
  3. Dinamismo regional y educación. La educación es fundamental para el interior del país pues la diversidad biológica, los ecosistemas, la variabilidad dentro de las especies se da en las regiones. La conformación de equipos de varias disciplinas es crítica en los territorios del país. Equipos de expertos en biología, química, administración, comunicaciones, economistas y en sistemas, entre otros.
  4. Vital para la ruralidad. La reconocida educadora Elsa Fung, en ponencia presentada en el ‘1er Encuentro Regional por la Educación’ [1], refiere su experiencia de ‘educación para el desarrollo’, en los primeros años de la Colonización San Lorenzo, y luego desde la CEPESER, destacando los vínculos entre campo y ciudades. Además, al ser zona de frontera se agregó un desafío adicional.
  5. Fung y su propuesta. Una ‘educación para el desarrollo’ exige la valoración de las especies, su variabilidad y ecosistemas, la diversificación productiva hacia cultivos alternativos, una agroindustria que añada valor y atienda a nuevos mercados, el manejo sostenible de los recursos naturales, El Niño y su oscilación climática, agroecología y gestión de cuencas, reforestación y energías renovables.
  6. Educación para el trabajo. La profesora Fung enfatiza la educación para lograr la seguridad alimentaria, apoyar la transformación agropecuaria, educar en una perspectiva de ‘aspiración de logro’ y se aprenda a ser buenos empresarios a partir de una formación básica de negocios, para desarrollar empresas de procesamiento, de comercialización incluso hasta la exportación.
  7. Sin impactos no hay desarrollo. Todo este amplio horizonte de trabajo no podría concretarse sin una convicción por la educación superior, donde universidades y tecnológicos rindan cuentas anualmente de su contribución a estos objetivos de desarrollo. La participación de la educación superior en las agendas de cambio de las cadenas de valor y otros proyectos justificará su existencia.
  8. Conocimiento y progreso regional. Sin un trabajo coordinado entre empresa, academia, estado y sociedad civil será difícil insertarse en las corrientes de la producción, comercio e inversiones del post Covid 19, que los países -unos más rápido que otros- están transitando. Hay nuevos enfoques que requieren de especialistas preparados y sintonizados con actitudes y destrezas para competir.

Por lo expresado, hoy más que nunca, debido a los rezagos que evidenció la pandemia, es necesario que la educación superior cuente con estabilidad normativa para mantener los altos estándares de calidad educativa de alumnos, nivel de los docentes e infraestructura de laboratorios, bibliotecas y acceso a redes, para convertir la trágica realidad develada por el Covid en oportunidades de avance.

 

 


[1] Elsa Fung Sánchez. ‘La educación en el Medio Rural y en las Zonas de Frontera’. Central Peruana de Servicios (CEPESER). Segunda edición. Piura 2008. Prólogo de Javier Monroe Morante.