La historia de décadas de extracción de anchoveta para ser reducida en harina de pescado y la explotación de otros recursos pesqueros para ser destinados exclusivamente a la exportación es la historia de la pesquería peruana.
Una pesquería convertida en la más grande del planeta; pero que solo ha traído riqueza y bonanza a unos pocos y no a las mayorías ni al país en su conjunto.
Una historia de progreso, innovación, dificultades y triunfos; pero también una historia signada por la corrupción y deficiencias en la gestión del propio Ministerio y de sus OPDs. Una historia singular de manipulación y presión por parte de los administrados y de cesión por parte del Estado en una curiosa actitud benevolente y contemplativa.
La pesquería peruana creó un sector privilegiado, elitista, en el cual se destacan dos tipos de pesquería: la artesanal y la industrial. Siendo esta última la que se lleva todos los privilegios, todas las facilidades y todo el poder. La pesca artesanal sobrevive como cualquier otra pesquería artesanal del mundo sin recibir una participación por la extracción de las especies que realiza la pesca industrial, que consume el principal alimento de los peces que son objetivo de los pescadores artesanales: la anchoveta. Cada vez hay menos peces para los pescadores artesanales; pero más riqueza para las industrias exportadoras.
En Junio del 2012, a once meses de un nuevo gobierno tenemos ya 3 Ministros de la Producción y 5 viceministros de Pesquería. Cada uno de esos cambios ha provocado rotación de funcionarios en todos los niveles del Ministerio y de los Organismos Públicos Descentralizados. Indicativo de la poca atención y escaso interés que posee el gobierno por la pesca, ignorando el potencial contributivo del sector para la seguridad alimentaria y para la captación de mejores ingresos para el Estado.
Existe un Plan Estratégico Sectorial Multianual, debidamente aprobado, con objetivos e indicadores claramente visibles. El reto para lo que queda de este Gobierno, es ejecutarlo realizando una gestión lo más eficiente posible. Por lo pronto la ejecución presupuestal de los primeros 5 meses del ejercicio no arroja una proyección adecuada que permita apreciar por lo menos una ejecución al 100% para fin de año.
La historia deberá juzgar a la pesquería peruana como un sector de oportunidades perdidas para la Sociedad Civil, que vive de espaldas al mar. El 8 de Junio día Mundial de los Océanos, pasó desapercibido en el país, cuya costa es lo suficientemente larga y su riqueza pesquera suficientemente grande como para generar una Sociedad preocupada e interesada no solamente en la conservación y sostenibilidad de sus recursos, sino en la participación justa de la riqueza que producen esos activos nacionales que son los habitantes del mar.
El mar está poblado de números seres que son sacrificados en el altar de una industria ávida de transformarlos en dinero; pero poco interesada en pagar un justiprecio a la Sociedad peruana, por lo demás indiferente al tema. En algún momento esta sociedad civil deberá exigir lo que considere sus justos derechos, de la misma forma como algunos industriales de la pesca movilizan poblaciones para exigir que el Estado se somenta a sus exigencias.
La balanza deberá equilibrarse en beneficio del país, con la justa inclusión de todos los peruanos en las riquezas otorgadas por nuestro mar, el día que la sociedad civil peruana asuma la conciencia del rol que le corresponde asumir en circunstancias que no dispone de hombres de Estado que dirijan el país.
Un estadista es un personaje que mira en forma amplia lo mejor para las mayorías del presente y del futuro. Aquél que solo mira el presente inmediato y cede ante el oropel de un poder fugaz o ante la presión del dinero, del chantaje o la manipulación, no puede definirse como estadista. El hombre de Estado se sacrifica a sí mismo en el altar de su visión de lo mejor para el futuro del país que gobierna por mandato popular. Es la esencia de la democracia gobernar para el bienestar de las mayorías y no para el poder fáctico.
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