La Gran Transformación en la pesca

A la precariedad y temporalidad del empleo de ministro, viceministro y director, debe sumarse la exposición que sufren no solo a los medios de comunicación, sino a toda la crítica maldiciente que existe en el sector y que se complace tan solo en el ataque y la crítica destructiva. Se añade a los lacayos que, probablemente pagados por sectores que se ven afectados de una u otra manera por la administración (especialmente si pretende introducir reformas), desatan campañas que incluyen ataques personales.
Otro factor desestabilizante es la existencia de casi 2, 000 organizaciones sociales de pescadores artesanales que exigen y demandan tantas cosas que se hace casi imposible atenderlo a todos. Se suma a los gremios privados que no solo efectúan demandas sino que pretenden dirigir el sector en la práctica, lo que configura un sector casi ingobernable.
Finalmente, al término de la gestión cada uno de los funcionarios designados enfrentará procesos investigatorios, juicios y demandas, algunos justificados y otros no porque se derivan del cumplimiento de funciones, a veces con una vehemencia que exige una velocidad mayor a la que el aparato público puede moverse debido a su propia estructura.
La cereza del postre es la inexistencia de un plan político, de un programa, de metas de largo plazo. Si los funcionarios designados disponen de la libertad de introducir sus propias ideas y criterios cada vez que asumen el cargo, el desgobierno se hace evidente. Si el Presidente de la República y su entorno no impone una política clara y objetivos claros, el desgobierno se hace más evidente. Si el entorno Presidencial ignora al sector pesquero, bien sea porque lo considera un sector “light” o por ausencia de información real, aún en la presunción de que exista un programa de gobierno para la pesquería, seguiríamos estando en un desgobierno sujeto a la discrecionalidad de los titulares de pliego, que en cualquier circunstancia, son empleados precarios, temporales y sin ningún forma de estabilidad o fecha de término de su gestión.
No podría configurarse un sistema más perverso que el descrito, constituyéndose en el escenario real en el cual se tiene que mover la administración pública del sector pesquero, para beneplácito de todos los maldicientes, críticos y analistas que jamás encontrarán al funcionario ideal, salvo que fuesen ellos mismos.
El presidente Humala en Paraguay calificó al Perú como un «país privatizado» y criticó que haya empresas con más plata que el Estado. «Debe haber un balance», añadió. Volvió a expresar su postura a favor de un Estado con mayor protagonismo en el Perú, al considerar que estamos en un «país privatizado», según explicó durante su alocución en la Cumbre Iberoamericana.»Hemos pasado de tener un Estado empresario a un Estado débil (…) Y hablar del Estado era un pecado porque iba en contra de la corriente neoliberal», dijo Humala, quien criticó a ciertos sectores –»poderes fácticos», los llamó- que lo presionaron desde el día siguiente a su victoria en las elecciones presidencial.
«Hoy tenemos muchas empresas multinacionales que tienen más plata que muchos Estados (…) Por ello tenemos que establecer un balance en el rol de la educación, la seguridad, la regulación del mercado», mencionó. Asimismo, el mandatario peruano criticó que en el país «estamos acostumbrados a seguir disciplinadamente las recetas de los organismos multilaterales», que, según dijo, quieren establecer a los gobiernos el camino por el que deben marchar.
Este término ha sido empleado juiciosamente por el Presidente de la República en un discurso en Paraguay.
El Perú ha sido secularmente manipulado y dirigido por este tipo de poder en todos los sectores. El sector pesquero no es ajeno a este tipo de manipulación. Eso lo saben todos los agentes del sector y todos los funcionarios y empleados de la administración. Más allá de la prueba y del hecho legal o ilegal que ello constituya, se impone la primacía de la realidad y su propio paisaje. Más allá de lo que digan o dejen de seguir los medios, o quienes controlen a los medios, los lacayos y los maldicientes, todos saben que existió un estilo en el cual la fuerza y el poder generado por el dinero que mueve el sector, constituían factor primario en la regulación del negocio pesquero y que han recuperado su espacio con la salida de ex Ministro Burneo.
Un ejemplo del riesgo que corre quien de buena fe acepta un cargo público, entre otros riesgos, es el de la ex viceministra Rocío Barrios. A la salida de Burneo, se le pidió que continuase en el cargo a lo cual ella accedió si se respetaba al equipo que conformó, lo que fue aceptado. Sin embargo, pese a ello, varios de sus directores fueron reemplazados sin consultarle y sin su visto en la Resolución correspondiente. Ante dicha situación presentó su carta de renuncia irrevocable, la cual curiosamente no fue tramitada en algún nivel de la administración y más bien se publicó un Decreto en el cual se dejaba sin efecto su designación sin hacer referencia a su carta de renuncia. Lo que evidencia, que además de la precariedad y dificultad de ser autoridad, se está expuesto a vendettas de tipo político o provenientes de personajes influyentes, seguramente. No es lo mismo renunciar ante una coyuntura de inaceptables condiciones para continuar en el cargo, a que dejen sin efecto una designación.
Todos los directores de PRODUCE, excepto 2 han sido reemplazados. Obviamente por el tiempo que dure la actual gestión, porque sin ninguna duda el ministro que reemplace al actual hará lo propio y así será sucesivamente.
Y los gurús, los profetas, los lacayos a sueldo que defienden a quien les paga, los resentidos y los frustrados seguirán cumpliendo su rol de críticos, descontentos y seguirán sintiéndose los mesías del sector sin propuesta técnica alguna. Hasta que no haya un equipo de mística nacional, de vocación de servicio a la Sociedad Civil, la pesca estará condenada a sufrir los embates ciegos de una Naturaleza que sonríe ante nuestras necedades y pequeñeces morales esperando su turno de pasarnos su factura y ahogar La Gran Transformación en un mar de visión limitada y desinterés por la pesquería.
El poder fáctico ha sido determinante en la historia de la pesca, así como en la historia del país. Tal como se ven las cosas parece que seguirá siendo así pese a las buenas intenciones del Presidente de la República.
Se aprecia un problema de gestión y de desconocimiento de la realidad pesquera en todos los niveles de gobierno.