La honda crisis en la actividad petrolera en el país

Hace unos treinta años la producción de petróleo en el Perú bordeaba los 200 mil barriles por día, ya en esa época se producía petróleo en la selva norte, en la selva central, en la costa norte y en mar frente a la costa de Piura

El Perú abastecía con holgura su necesidad de petróleo crudo para las refinerías que cubrían la demanda de combustibles del mercado interno y se exportaban excedentes de crudo y algunos combustibles.

Hoy la producción de petróleo en el país es tan reducida (alrededor de 50 mil barriles por día) que apenas alcanza para cubrir el 20% de la demanda de productos combustibles, por ello se importa petróleo crudo en forma creciente y también productos combustibles.

En contraste, en ese mismo periodo países vecinos como Ecuador, Colombia y Brasil han visto su producción petrolera crecer en forma significativa dejando muy atrás al Perú. Ecuador produce alrededor de 600 mil barriles por día, Colombia más de 800 mil barriles diarios, Brasil alrededor de 2 millones de barriles diarios. Además Argentina está en un franco proceso de aumento de producción por la puesta en valor de los enormes yacimientos de petróleo y gas en los yacimientos de Vaca Muerta.

¿qué ha pasado en nuestro país?

Los geólogos petroleros coinciden en afirmar que nuestro país tiene un enorme potencial que no ha sido suficientemente explorado. Tenemos 18 cuencas sedimentarias con potencial de tener hidrocarburos, de las cuales sólo se han aprovechado 5, siendo Talara la única que se considera una Cuenca madura por la intensa actividad productiva en esa área que fue la primera zona petrolera en Latinoamérica (desde 1863). La llamada faja subandina que atraviesa Sudamérica de norte a sur ha demostrado albergar enormes recursos de petróleo y gas en los países a los cuales cubre, empezando por Venezuela, luego Colombia, Ecuador, pasa por Perú y Bolivia para finalmente terminar en el sur de Argentina. En todos estos países se ha encontrado petróleo y/o gas en importantes yacimientos dentro de la zona atravesada por la faja subandina. En el Perú los campos petroleros descubiertos en la selva norte en la década de los 70 y los campos de gas en la selva sur pertenecen a esa secuencia geológica pero quedan importantes áreas que no han sido exploradas.

Estamos convencidos de la importancia de asegurar que el aprovechamiento de los recursos naturales del subsuelo como el petróleo y el gas deba hacerse de manera responsable, respetando a los habitantes de los territorios vecinos, manteniendo buenas relaciones con las comunidades de su entorno y especialmente cuidando de minimizar en todo lo posible los impactos ambientales de tales actividades. Esto requiere de procesos de relacionamiento social y de estudios de impacto social que son hoy tan importantes como los estudios técnicos de reservas y potencial hidrocarburífero. Pero el que sean importantes no quiere decir que sean paralizantes como la experiencia internacional nos lo muestra. En los países vecinos que hemos mencionado también se requiere relacionamiento social y evaluación ambiental, pero lo han logrado hacer sin paralizar la actividad como si está sucediendo en el Perú.

La presencia de un Estado que cautela la preservación del ambiente y se preocupa de manera efectiva de sus ciudadanos y al mismo tiempo promueve la generación de riqueza para su país poniendo en valor sus recursos naturales es la diferencia entre nuestro país y la realidad que nos muestran los países vecinos mencionados.

Para muestra, basta con señalar lo sucedido en el Oleoducto norperuano en el mes de noviembre del reciente 2018, cuando por un reclamo electoral que no tenía nada que ver con las operaciones petroleras, se interrumpió con violencia la operación del Oleducto, se retuvo a los trabajadores y hasta autoridades presentes para “liberarlos” después, entregando un documento en el que anunciaban que iban a cortar el ducto si en el plazo de 10 días su reclamo no era atendido.

En forma inaudita, a los diez días anunciaron que ya se había cortado el ducto y los especialistas que de inmediato viajaron al lugar para reparar e impedir que el derrame de petróleo se extendiera, fueron impedidos de hacer su trabajo por piquetes de personas que de manera totalmente impune mantuvieron esta situación por varias semanas hasta que se instaló una “mesa de diálogo” en la que exigieron que se contrate a miembros de esa comunidad para hacer las labores de reparación y limpieza que correspondían. Hasta hoy este atentado contra la nación sigue estando impune.

Hace pocos días se ha vuelto a presentar una situación  similar, paralizando el transporte de petróleo crudo, generando enormes gastos en reparación y remediación ambiental y además, impidiendo que las regiones productoras reciban el canon que les correspondería si la producción de crudo hubiera podido mantenerse de manera normal.

En estas condiciones, no hay forma de promover la inversión exploratoria en el Perú (que es la única vía para aumentar la producción de petróleo y recuperar la condición de autosuficiencia que técnicamente si sería factible si las empresas tuvieran garantía de que en el Perú las Leyes se cumplen).

En los últimos años, muchas empresas se han retirado del Perú, otras han paralizado sus operaciones invocando Fuerza Mayor, en algunos casos por problemas con poblaciones vecinas que reclaman temas ajenos al accionar de las empresas y en otros casos por excesivas demoras en lo que hoy es la principal actividad de las empresas petroleras: “La Tramitología”.