Nuevo modelo: economía creativa de mercado

Recientemente el ministro de justicia, Vicente Zeballos, abogó por la presencia empresarial del Estado en actividades estratégicas, como la minera, la energética, la portuaria y la aeronáutica. Enseguida el presidente Vizcarra aclaró que esa era una opinión personal, no del gobierno, el cual no tiene una posición, dijo, por lo cual el modelo económico se mantiene.

O sea, el modelo se mantiene por inercia, no por convicción. Pero ¿qué modelo? Hay aspectos del actual modelo que hay que cambiar y otros que hay que conservar. Hay que cambiar lo que ha fracasado: los cárteles, la integración vertical, la falta de competencia, las barreras de ingreso al mercado, la concentración malsana, la corrupción, la impunidad, la estafa educativa, la seguridad social tramposa, el Estado burocrático ineficiente. Hay que mantener los fundamentos: el equilibrio y la responsabilidad fiscal, la libertad para producir, ofertar e invertir.

Un modelo económico no se define en términos de propiedad privada versus propiedad estatal. Se define dando respuesta a las preguntas: ¿Qué producir?, ¿Cómo producir? y ¿Para quién producir?

En un modelo de economía social de mercado lo fundamental es que haya muchas empresas compitiendo para desarrollar una oferta diversificada de productos que aproveche sosteniblemente nuestros recursos naturales, generando valor agregado y empleos de calidad, con miras a conquistar los mercados globales y volver competitivos los mercados domésticos controlados hoy en día por grupos económicos de alto poder monopólico.

La manera de lograr esto en pleno Siglo XXI no es sustituyendo la inversión privada por la inversión estatal, sino generando una alianza entre el Estado y empresas privadas comprometidas con la innovación, para desarrollar un modelo de ‘economía creativa’ en sustitución del actual modelo (mercantilista) de control de la economía a través de grandes grupos económicos integrados verticalmente y de cárteles como el del ‘club de la construcción’.

En lugar de poner en la mira la presencia empresarial del Estado, haría bien el gobierno en impulsar el desarrollo de una ‘economía creativa de mercado’.

Un modelo de economía creativa de mercado supone la atracción de empresas que están a la vanguardia en innovación, para en alianza con el Estado desarrollar ecosistemas competitivos (clusters, centros de innovación, parques tecnológicos y zonas económicas especiales) en los que se promueve la co-creación y se incuban startups intensivas en inteligencia artificial, machine learning, inteligencia vegetal y otras tecnologías de punta.