La selección peruana de fútbol ha estado ausente en las últimas ocho ediciones de la Copa del Mundo, por lo que al haber aumentado sus posibilidades de clasificar al mundial de Rusia 2018, los tickets para el cotejo definitorio del 10 de octubre, frente a la selección colombiana de fútbol, se han convertido en activos muy codiciados. Esto, como es recurrente, ha generado un mercado secundario para la venta de los tickets que previamente fueron vendidos a través del mercado primario. Para la teoría económica, la reventa surge por la ocurrencia de dos hechos: (1) el número de tickets ofrecido a la venta en el mercado primario es demasiado bajo en relación con el número de aficionados que quieren asistir al evento; y, (2) los precios nominales de los tickets están por debajo de su verdadero precio de mercado.
Ante dicha situación, la Federación Peruana de Fútbol (FPF) buscó minimizar las ganancias de los siempre ávidos buscadores de renta, comercializando el stock de tickets mediante canales no convencionales: primero, a través de la venta en cajeros automáticos de una entidad bancaria y, segundo, a través de una plataforma digital de venta de tickets de eventos. Los resultados han sido decepcionantes. En situaciones normales, según estándares internacionales, la industria de la reventa se apropia del 20% del stock de tickets emitidos en el mercado primario. Estimamos que, dada la trascendencia del partido, la reventa tendría no menos del 40% del stock total y, con ello, se habría generado el valor del mercado secundario más alto en la historia de los eventos deportivos disputados en el territorio nacional.
El problema con la existencia de la reventa para los tickets de los partidos de la selección, radica en el hecho que la FPF, al fijar precios nominales subvalorados, renuncia involuntariamente a ingresos potenciales que son atrapados por los revendedores. Esta situación, finalmente, repercute en menores recursos para una selección que necesita precisamente de ellos para ser más competitiva a nivel mundial. De cara a un futuro cercano (en un escenario negativo: el partido de repechaje contra Nueva Zelanda; en un escenario positivo: partidos amistosos preparatorios para el mundial), la FPF tiene dos opciones básicas para frenar la expansión de los revendedores.
La primera es hacer que los tickets no sean transferibles y con ello prohibir la reventa; sin embargo, esta opción es poco factible dado que entra en colisión con los principios del libre mercado, puesto que el mercado secundario ayuda a la reasignación de tickets, al permitir que aquellos aficionados que ya no podrán asistir al evento puedan revender sus boletos. La segunda opción, que a nosotros nos parece la más óptima, es la de introducir el mecanismo de subastas en el mercado primario de venta de tickets; con ello la FPF trasladaría a la demanda la tarea de fijar los precios de los tickets, los cuales convergerían a un punto cercano al equilibrio competitivo de mercado y permitiría la maximización de sus ingresos.
Para que la subasta sea efectiva y cumpla con el objetivo de la FPF de lograr un mayor control de la reventa, es necesario que se elabore un acertado diseño de la misma, que reúna apropiados procedimientos para participar y adecuadas reglas para su desarrollo. La evidencia internacional apunta a que este tipo de sistemas se debe realizar de manera digital. Además, se recomienda que la subasta de tickets no se realice en un solo día sino que se trabaje en un plazo de entre cinco y diez días con lotes fraccionados del stock total, iniciando el proceso con los asientos más costosos (tribuna de occidente) hasta llegar a los más baratos (tribunas populares), se debe destacar que mientras más cerca se encuentre la fecha del evento, la disposición a pagar precios altos por parte de la demanda tiende a reducirse. Por último, los precios con los que se debe iniciar cada subasta se deben ubicar en torno a precios considerados justos.