Ante la desaceleración de la actividad económica del país, evidente según las estadísticas macroeconómicas a partir del segundo trimestre del año pasado, el Banco Central de Reserva ha adoptado una serie de medidas con el objeto de expandir la liquidez y estimular el crecimiento de la demanda agregada interna, a fin de contrarrestar la reducción del gasto en bienes de capital y de las exportaciones netas que son parte de la demanda agregada total. Entre tales medidas se encuentra, por ejemplo, la reducción sucesiva del porcentaje de encaje contra las obligaciones bancarias en moneda nacional, lo que ha liberado un monto de reservas antes comprometidas con fines de encaje, convirtiéndolas en fondos de libre disposición para la aprobación de nuevos préstamos, entre otros posibles usos.
Dichas medidas que conducen a la expansión del crédito y la liquidez en moneda nacional, dado las particulares características de los sectores productivos como es la baja elasticidad de las ofertas sectoriales e inclusive, el carácter oligopólico de los mismos, podrían en relativamente corto tiempo crear presiones inflacionarias adicionales. A fin de reducir esta posibilidad, las autoridades han modificado el sistema de soporte de precios que rige para los alimentos importados que conforman la canasta básica de alimentos de la mayoría de la población, como son el azúcar, arroz, leche, etc., e insumos como el maíz, alimento principal para la crianza de aves. El sistema denominado franja de precios, en la práctica ha impedido que la reducción de los precios internacionales de tales alimentos que ha tenido lugar en los últimos tiempos, haya beneficiado a la población, evitando un mayor deterioro del salario real, e incidiendo en la magnitud de la inflación de los últimos meses.
En el presente año la inflación acumulada durante los primeros cuatro meses fue de 1, 64%, ligeramente por debajo de la tasa registrada en el mismo periodo el año pasado (1, 84%). Sin embargo, ambas tasas superan significativamente la del primer cuatrimestre del 2013, que fue de 1, 19%. Al anualizar la tasa de los cuatro primeros meses de este año se obtiene un tasa de 5, 0%, que supera la tasa de inflación anual del año pasado de 3, 22%, lo que indicaría que los impulsos inflacionarios aún continúan siendo importantes, y que motivaría que la tasa de inflación anual del presente año vuelva a exceder el límite superior del rango-meta del Banco Central de 3%. Este último resultado eventualmente podría provocar una revisión al alza de las expectativas inflacionarias de la población, lo cual restaría credibilidad y por ende eficacia a la política monetaria.
Consecuentemente, las autoridades han procedido recientemente a modificar la franja de precios a fin de reducir en el mercado interno el precio de los alimentos e insumos incluidos en la misma, lo que además contribuiría a moderar las presiones sobre eventuales incrementos salariales, puesto que en los estratos populares, el rubro alimentos constituye un porcentaje importante de la canasta familiar. En este sentido, una evidencia indirecta de los beneficios que la importación libre de bienes y servicios tienen sobre los precios internos, se obtiene calculando el alza de los precios de los bienes denominados transables (que se comercializan internacionalmente) y los llamados no transables. Por ejemplo, en este año los bienes transables en los cuatro primeros meses del año, crecieron a una tasa acumulada de 0, 54%, equivalente a una tasa anualizada de 1, 63%, mientras que los bienes y servicios no transables lo hicieron a una tasa acumulada en dicho periodo de 2, 25%, equivalente a una tasa anualizada de 6, 90%; esto es, un poco más de cuatro veces. Ciertamente, los alimentos que se importan se incluyen dentro de la categoría de bienes transables, lo que debido a la protección que algunos de ellos reciben ha causado y causan aun, que sus precios excedan los internacionales, introduciendo un factor de rigidez para la reducción de la tasa de inflación.