El Desempleo, los Ingresos Promedio y la Masa Salarial

El INEI, en su boletín “Situación del Mercado Laboral en Lima Metropolitana” del trimestre móvil Julio-Agosto-Septiembre publicado esta semana, revela que el nivel de empleo cayó 23.9%, que los ingresos promedio de los empleados cayeron 12.5% y que la masa salarial, que es el motor del consumo privado cayó -34.4%.

Lo más preocupante es que estas cifras revelan que la recuperación del empleo, que se venía dando como resultado de la apertura de las actividades económicas, se ha estancado a un nivel significativamente inferior al nivel previo a la pandemia. En el Gráfico 1 se presenta la evolución de los niveles de empleo formal e informal. Observamos que por primera vez desde que se tiene registros de niveles de empleo en Lima Metropolitana, el número de empleos informales reportados ha superado al número de empleos formales.

 

 

El número de empleos informales ha crecido 17.9% respecto a sus niveles de igual período del año pasado mientras que el número de empleos formales ha decrecido 46.9%. Es decir, el crecimiento del empleo informal se debe a que una parte de los trabajadores formales que perdieron su empleo con la forzada cuarentena se ha desplazado al sector informal y los demás no han logrado obtener ni siquiera un empleo informal. A pesar de la recuperación del empleo en el sector informal, el número de empleos totales perdidos en Lima Metropolitana supera el millón 400 mil empleos y todo parece indicar que esta pérdida ya es permanente debido a que los datos de septiembre ya son el segundo trimestre móvil consecutivo en que los niveles de empleo no mejoran.

Como consecuencia del desplazamiento de los empleos del sector formal al sector informal, el ingreso promedio de los empleados de Lima Metropolitano viene cayendo respecto a sus niveles del año pasado. En el Gráfico 2 se presenta la evolución del ingreso promedio de los empleados en Lima Metropolitana en variaciones anuales.

 

 

Observamos que el ingreso promedio ha venido cayendo desde el inicio de la pandemia, pero su caída se ha acentuado en los últimos meses como consecuencia de la migración de los trabajadores del sector formal al sector informal. En el mes de septiembre la caída llegó al 12.5%. Por lo tanto podemos inferir, por la tendencia del empleo informal, que esta caída va a continuar hasta fin de año.

El efecto combinado de las caídas del nivel de empleo y del ingreso promedio se ha traducido en una caída de la masa salarial de Lima Metropolitana. La masa salarial se define como el total de ingresos percibidos por los trabajadores empleados (formales o informales). La masa salarial es la principal fuente del consumo privado y, por ello, su caída genera una caída proporcional del consumo privado. Para evitar este efecto, el Gobierno ha otorgado bonos a los más necesitados para compensar la caída de su poder adquisitivo.

En el Gráfico 3 se presenta la evolución de la variación anual de la masa salarial. Observamos que en el mes de junio la caída llegó a bordear el 60%. Como consecuencia de la reapertura de la economía y la reactivación del empleo, la magnitud de la caída de la masa salarial se redujo, pero mantuvo niveles muy elevados en julio y agosto: -47.7%, y -34.3% respectivamente. Sin embargo, esta reducción en la magnitud de la caída en la masa salarial se ha estancado en el último trimestre móvil, mostrando en el mes de septiembre una caída casi igual a la del mes de agosto (-34.4%).

 

 

Lo más grave del estancamiento de la masa salarial es que ocurre a un nivel 34% menor al previo a la pandemia. Esto significa que se nos avecina un shock de demanda que hasta ahora había sido mitigado con la masiva entrega de bonos a la población mas necesitada. Sabemos que los bonos no pueden ser entregados indefinidamente. La caja fiscal no lo soportaría.

Es evidente que el problema de nuestra economía es el desempleo. La población no quiere bonos del gobierno, quiere trabajar, pero la economía, en su estado actual, no genera empleos suficientes. El desempleo abierto en Lima Metropolitana ha pasado de los niveles prepandemia de 7% a 16.5% de la población económicamente activa. Pero esta cifra es engañosa ya que el número de desempleados estimados por el INEI no toma en cuenta a las personas que han decidido quedarse en casa por precaución y no buscar activamente trabajo (personas mayores de 60 años, y amas de casa que antes trabajaban). Si estas categorías se tomaran en cuenta como desempleados, la tasa de desempleo sería de 30%.

Una economía no es viable con tasas de desempleo de ese nivel y la historia nos dice que no hay políticas monetarias o fiscales convencionales que permitan resolver una falla de mercado de esta naturaleza. Con una reducción de la demanda agregada de esas dimensiones no va a haber, en el corto plazo, una recuperación de la inversión privada que permita reducir significativamente los niveles de desempleo que tenemos. Si continuamos con estos niveles de desempleo, una explosión social puede ocurrir en cualquier momento. Se requiere una intervención directa inmediata del gobierno en la generación de empleo productivo como medida no convencional para salir del entrampamiento en que nos encontramos. Las autoridades tienen la palabra.