¿Inflación o Desempleo?

Lo natural hubiese sido dedicar mi columna esta semana al impacto de la invasión de Rusia a Ucrania sobre la economía peruana. Sin embargo, el Perú enfrenta un problema inmediato que, de no ser contenido a tiempo, puede tener consecuencias funestas. Nos referimos a la inflación, que puede convertirse en un terrible flagelo, como lo fue en el primer gobierno de Alan García.

La inflación y el desempleo son los dos objetivos más importantes para los responsables de las políticas monetaria y fiscal y que preocupan directamente a los ciudadanos de a pie. Según Latinbarómetro, de 1,200 peruanos encuestados en el 2020, 313 respondieron que la pobreza, el desempleo y los problemas económicos eran el principal problema del país (26.1%), mientras que 220 respondieron que era la corrupción (18.3%) y para 232 fue la situación política (19.3%).  A pesar de que la encuesta fue realizada en plena pandemia, solo el 12.7% de los entrevistados respondieron que la salud y la educación eran los principales problemas del país. Solo uno de los 1,200 entrevistados respondió que la inflación era el principal problema económico del país.

La encuesta de Latinbarómetro se realizó en el 2020 año en que la inflación fue de apenas de 2.15%. A fines del 2021 la inflación ya ha llegado a 6.99%.  En nuestro país, es difícil establecer cual problema es más importante, la inflación o el desempleo, debido a la predominancia de la informalidad laboral. La informalidad es la válvula de escape de los niveles de desempleo abierto que son los que registra el INEI. Sin embargo, el trabajo informal o el bajo nivel de empleo formal son fuentes de descontento, porque generan pobreza y conflictos sociales.

Desde la adopción de “las metas de inflación” (inflation targeting en inglés) por parte de Chile en 1991, los bancos centrales de otros países latinoamericanos, incluyendo el nuestro, han adoptado alguna variante de las metas de inflación. De hecho, para la mayoría de estos países, la fijación de la tasa de interés no tiene en cuenta los factores que afectan los niveles de empleo, como las variaciones del tipo de cambio o la brecha entre el PBI oreal bservado y el PBI potencial. Este enfoque contrasta con los bancos centrales de los países desarrollados que se preocupan no solamente por la inflación sino, además, por el desempleo, al aplicar sus políticas monetarias.

En nuestro país, el BCRP que es el responsable de la estabilidad de los precios, fija su tasa de referencia en base a un estimado de la inflación futura (expectativas), en base a encuestas que miden las expectativas de los agentes económicos y teniendo en cuenta, también, las proyecciones de un modelo econométrico que si toma en cuenta la brecha del PBI observado – PBI potencial.

En el Gráfico 1, se presenta la evolución de tres variables: la inflación, la tasa de interés de referencia del BCRP y  la brecha entre el PBI real y el PBI potencial,  para el periodo 2008 – 2021. Observamos que la tasa de referencia del BCRP se ajusta bastante bien a la evolución de la inflación, excepto en los últimos dos años. Durante la crisis financiera mundial del 2008, la tasa de referencia del BCRP se ajustó a la inflación de 6.6% en el último trimestre de 2008 para luego reducirse a 1.3% en el 2009 acompañando la reducción de la inflación, es decir siguiendo los lineamientos de la política de metas de inflación. Con la pandemia la reacción del BCRP ha sido diferente. La significativa caída del PBI, inducida por la antitécnica cuarentena, forzó al BCRP a abandonar su política de metas de inflación y reducir su tasa de referencia casi a cero, mientras que la inflación se mantenía por encima del 2%. Con la progresiva normalización de las actividades el BCRP ha comenzado a aumentar su tasa de referencia pero no al ritmo que la aceleración de la inflación parece demandar y que la metodología de metas de inflación recomienda.

¿Por qué el BCRP no ha reaccionado como en el 2008 elevando más rápido su tasa de interés? la razón es que, al igual que el banco central de los EUA (FED), inicialmente se pensó que la inflación seria temporal, de corta duración. Hasta ahora el FED no ha aumentado su tasa de referencia, a pesar de que la inflación es superior a la peruana. Si bien el FED ha reducido la emisión monetaria, no ha aumentado su tasa de interés temiendo desatar instabilidad en los mercados financieros e interrumpir la recuperación de la economía. La invasión de Rusia a Ucrania debe complicar aún más esta situación.

En el Perú, el reto que confronta el BCRP es la coordinación de su política monetaria con la política fiscal del MEF. El principal problema es la potencial indexación de la economía que podría desatar una espiral inflacionaria. La anunciada elevación del salario mínimo vinculada a la inflación es un camino a la indexación. La aprobación de la negociación colectiva en el sector público es otra amenaza inminente. La eliminación de la tercerización de los servicios laborales es otro contrasentido en las actuales circunstancias. Un nuevo otorgamiento de bonos a la población, el pago del FONAVI y otras contingencias fiscales, en estas circunstancias echarían más leña al fuego de la inflación.

Es hora de que el BCRP y el MEF presten más atención a la brecha entre el PBI real y el PBI potencial.  La falta de inversión viene limitando el crecimiento del PBI potencial y esta situación se debe agravar por la situación de incertidumbre política que vivimos. Continuar con bonos, subsidios, aumentos del sueldo mínimo, pago del FONAVI y otras contingencias fiscales, solo conducirá a incrementar la brecha entre el PBI real y el PBI potencial y, por ende, a aumentar las expectativas inflacionarias. Contener artificialmente el tipo de cambio en estas circunstancias es un error. Es urgente que se establezca una coordinación entre la política monetaria del BCRP y la política fiscal del MEF. Nuestras autoridades tienen la palabra.