PERÚ: ¿PAÍS DE BLANCOS E INDIOS?

Hacia las postrimerías del Siglo XVIII y en las cercanías de 1821, el Perú tenía aproximadamente 1,8 millones de habitantes, predominantemente blancos e indios (indios 60%, criollos blancos y mestizos 21%, españoles 12%, afrodescendientes 6%)[1], a imagen y semejanza de la nostalgia de blancura revelada inconscientemente por la presidente del Congreso, Maricarmen Alva (“estoy trabajando por blancos e indios unidos”).

La denominación “Indio” fue aplicada desde la colonia a los indígenas de América, a raíz de la llegada de Cristóbal Colón a América creyendo haber arribado a la India. Con el tiempo el término fue adquiriendo un tono despectivo. Sin embargo, autores insospechados de ser racistas, como José María Arguedas y José Carlos Mariátegui, optaron por continuar usándolo por denotar mejor la situación de marginalidad social de la población indígena.

El tono despectivo obedece a la desestructuración que experimentó la vida indígena durante largos siglos ante un choque violento entre dos civilizaciones disímiles; una de ellas obnubilada por un gran apetito por el oro del reino de Birú (Perú), para financiar gastos de guerras y deudas crecientes del reino de España y luego del propio Virreynato.[2]

Primero abundó el “oro fácil” obtenible a través del saqueo de los templos incas, aunque luego se tuvo que obtener descubriendo nuevas minas, para lo cual los conquistadores necesitaban conservar y apropiarse de la fuerza de trabajo indígena. Fue esta necesidad, junto a la influencia humanista de la misión jesuita, lo que puso freno al exterminio. A pesar de ello, la colonización tuvo un sesgo a generar despoblación.

Estimaciones de varios autores remiten a un Tawantinsuyu con una población rondando los 9,5 millones de habitantes en 1532, año en que empieza su colonización española. En 1561 había retrocedido a 2,5 millones, en 1571 a 1,7 millones, en 1586 a 1,3 millones, en 1591 a 1 millón y en 1620 llegó apenas a 589 mil. [3]

Hay consenso entre autores en que la población empieza a recuperarse lentamente a partir de 1650, por el flujo de nuevas inmigraciones europeas, el tráfico de esclavos africanos y la intensificación del proceso de mestizaje.[4]

El proceso de despoblamiento del Tahuantinsuyu fue fulminante desde el inicio de la conquista, debido a la conmoción de las sucesivas guerras y actos de exterminio que emprendieron los conquistadores contra algunos pueblos.[5]

Sin embargo, poco a poco las muertes masivas causadas por las epidemias fueron convirtiéndose en el factor dominante al diezmar incesantemente a los indígenas, al carecer de defensas biológicas contra las infecciones trasmitidas por extranjeros.

También incidió negativamente el régimen de “reducciones” establecido a partir de 1570 por el Virrey Toledo, que conllevó la relocalización y concentración forzada de los indígenas en centros poblados, para facilitar su control como fuerza laboral, como tributantes y como almas ‘necesitadas’ de evangelización.[6]

Algunas poblaciones fueron mudadas desde las tierras altas, frías o templadas, a las costas cálidas o tropicales, y viceversa, implicando la ruptura de la estructura social incaica, el desarraigo de las comunidades étnicas, la pérdida de métodos tradicionales de cultivo y los maltratos cometidos por los encomenderos.

La radicalidad del cambio en hábitat y modo de vida incidió en una baja natalidad, el aumento de la mortalidad infantil, los abortos y las huidas a zonas no colonizadas. También incidieron negativamente la caza de esclavos, la destrucción del sistema económico, la búsqueda irracional de oro y plata y la ambición en torno a nuevos descubrimientos mineros, factores que ampliaron la vulnerabilidad al contagio ante los brotes epidémicos.[7]

En el bicentenario de la independencia del Perú vale la pena poner bajo luz este balance histórico. La población peruana ya no es principalmente de blancos e indios. El Perú de hoy es primordialmente mestizo. Según el último censo poblacional sólo una cuarta parte de la población se considera indígena, mientras más de la mitad se considera mestizo, más del 6% afroperuano y apenas 5% blanco.

EL PERÚ EN EL DIVÁN

_ Sigmud Freud: Bueno, hemos terminado. Usted mismo lo ha contado; sus historiadores. Por fin tiene usted la versión del vencido y no del vencedor. Su madre fue dura con usted y hasta cruel; qué duda cabe. No sé si para usted sea un consuelo que lo haya sido mucho más con otros. Como lo eran todas las madres patria de la época: Mongolia avasalló a toda Eurasia, los Moros a España, ni qué decir de Roma que esclavizaba tanto a sus colonias que lo pagaba organizando carnicerías humanas a las que llamaba combates. Más de la mitad de los romanos morían antes de cumplir los 10 años. Sin embargo, con los años su legado suma, no resta. Imagínese Gran Bretaña que exterminó a los indios de Norteamérica, pero que a la vez heredó a la fastuosa Londres, de creación romana. Tenga en cuenta además que su padre, el Imperio Inca, avasalló y fue cruel también con otros pueblos, aunque a cambio les dio una organización y una tecnología soberbias, además del idioma quechua.

_ El Perú: ¿Qué podré rescatar de todo esto en pleno Siglo XXI, aparte de conocer la verdad y aceptarla?

_ Freud: Siempre hay que rescatar lo positivo. El idioma español para empezar. Es el de mayor elocuencia y belleza. Como dijera Carlos Fuentes, es el que ofrece el repertorio más amplio al alma humana. Eso en manos de un pueblo como el peruano, que es uno de los más emprendedores y creativos, ya es bastante. Vaya usted al encuentro de su crisol de razas y culturas. ¡Todas las sangres! Sin complejos.  El pasado indio y colonial, así como el proceso de mestizaje y la herencia criolla; todo cuenta. Los blancos hoy no sólo son minoría entre minorías, sino minoría licuada y mestiza. Recuerde a Ricardo Palma: “el que no tiene de Inga tiene de Mandinga”. Sus condiciones demográficas están dadas para construir una identidad peruana sólida.

_ El Perú: Pero hay muchas barreras que aún se oponen: el sistema político, el extremismo achorado, los caudillos, los liderazgos espurios, los grupos económicos mercantilistas, las mafias del narcotráfico, de la minería ilegal, de la tala ilegal, del contrabando.

_ Freud: Usted está curado. Ya tiene su agenda y conoce el camino. Catarsis se le llama a esto. No vuelva más, ya no me necesita.


[1] “La población en el Perú”. Serie apuntes de demografía N° 6, pp. 8. Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga. Facultad de Ciencias Sociales, Escuela de Historia. Agosto 1995.

[2] Kenneth J. Andrien (2020), “Crisis y decadencia: El Virreynato del Perú en el Siglo XVII”. IEP-BCRP.

[3] El mayor desmoronamiento demográfico se dio en el período 1532-1560, al reducirse la población en alrededor de 70%. En el período 1561-1591 la reducción fue del orden de 40% y en 1591-1620 otro 40%.

[4] Ibid.

[5] Bartolomé de las Casas y Guamán Poma de Ayala denunciaron diversos casos de matanzas sistemáticas, luchas desiguales en batalla, acciones punitivas, utilización de contingentes de indios como carne de cañón, secuestros y esclavización, robo de alimentos y abusos sexuales. Sin embargo, investigaciones recientes revelan que estos casos sólo explican una porción pequeña de las muertes conforme se fue asentando el virreynato. Véase Livi Bacci, Máximo (2003), “Las múltiples causas de la catástrofe: consideraciones teóricas y empíricas”. En: Revista de Indias, Vol. LXIII, Nº 227. pp. 31-48.

[6] Akira Saito y Claudia Rosas, Editores. “Reducciones: La concentración forzada de las poblaciones indígenas en el Virreynato del Perú”. Colección Estudios Andinos 21. Fondo editorial PCP, 2017.

[7] Al respecto, véase por ejemplo: Víctor Arrambide, “Factores que incidieron en el despoblamiento de América a raíz de la primera conquista europea (S.XV-S.XVI). Febrero 2008.