El Marco Macroeconómico Multianual (MMM) del presupuesto 2023 del Gobierno Central asume como principales premisas un crecimiento del PBI de 3.5% y una inflación anual de 4.9%. En base a estos supuestos el MMM proyecta un incremento de 3.9% en los ingresos tributarios del gobierno central y un déficit fiscal de 2.4% del PBI. La realidad que venimos observando apunta a que estos supuestos no se cumplirán.
En esta entrega analizamos el impacto de la desaceleración económica, que muy probablemente se convierta en recesión, y el recrudecimiento de la inflación, consecuencia de los actos vandálicos que no tienen visos de control en el corto plazo, sobre los ingresos tributarios y por ende sobre el déficit fiscal de este año.
Según la SUNAT, la recaudación de enero del 2023 alcanzó los S/ 13,387 millones netos (descontando las devoluciones de impuestos). Con este resultado se registró una disminución de 3.8% respecto de similar período del 2022. Si descontamos la inflación, la disminución en términos reales asciende a 11.6%.
Entre los factores que vienen afectando la recaudación se pueden mencionar a los siguientes: (i) La desaceleración del crecimiento del PBI en el mes de diciembre, cuyas obligaciones tributarias se declaran y pagan principalmente en enero. (ii) La reducción en el nivel de importaciones (-18,0%) que explica la menor recaudación a nivel de los tributos externos. (iii) El impacto negativo generado por un conjunto de medidas normativas como la postergación de la declaración y pago de las obligaciones tributarias correspondientes al periodo tributario de diciembre 2022, y la liberación extraordinaria de fondos de detracciones para MYPES. (iv) La aplicación de una tasa de IGV de 8% aplicable a los restaurantes y hoteles MYPES, aprobada por la Ley N° 31556.
Es evidente que la desaceleración del PBI es la razón mas importante de la caída de los ingresos tributarios. Como se puede observar en el primer gráfico de la Figura 1, los ingresos tributarios totales en términos reales (es decir descontando la inflación) han venido registrando contracciones desde el mes de Agosto de 2022.
La caída de los ingresos tributarios se da en todas las categorías de impuestos. El impuesto a la renta, medido en términos reales, viene registrando caídas superiores al 10% a pesar de la recuperación de los precios de los minerales como se puede observar en el gráfico 2 de la Figura 1. Esta caída se explica por la caída de la producción minera producto de las paralizaciones de minas y la falta de inversión en nuevos proyectos mineros.
Los componentes del IGV, interno y el IGV a las importaciones, también presentan caídas superiores al 10% en los últimos meses, producto de los actos vandálicos a lo largo de todo el país que han paralizado sectores vinculados al turismo, la minería y la agroexportación. Como se puede observar en los gráficos 3 y 4 de la Figura 1, las caídas de la recaudación de los componentes del IGV son un hecho reciente y demuestran en gran medida el impacto que está teniendo sobre la economía que el gobierno venga demorando tanto en imponer el orden público y continúe permitiendo la interrupción de importantes carreteras y algunos aeropuertos. La caída del IGV se hace más dramática aun si se toma en cuenta que las devoluciones de este impuesto a los exportadores están en aumento como se puede observar en el grafico 6 de la Figura 1).
Por su parte el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) que se venía recuperando en el tercer trimestre de 2022, producto del ajuste de tasas de algunos productos sujetos al ISC, ha reiniciado su deterioro como se puede observar en el gráfico 5 de la Figura 1.
¿Cuál será el impacto del deterioro de los ingresos tributarios? Eso dependerá del tiempo que tome terminar con las paralizaciones y bloqueos de carreteras. Es probable es que se extiendan por lo menos hasta mediados de año o quizás más tiempo, ya que no se observa una intervención decisiva de las fuerzas del orden. Adicionalmente, las reservas canceladas en el sector turismo no volverán rápidamente y es probable que tomen años en volver a los niveles prepandemia. Si a lo anterior le sumamos el impacto de la inflación, que muy probablemente se mantendrá elevada por gran parte del año, todo indica que los ingresos tributarios en términos reales serán inferiores a los contemplados en el presupuesto de la república de este año.
Una caída de los ingresos tributarios por debajo de lo presupuestado nos indica que, de mantenerse el nivel de gastos contemplados en el presupuesto, el déficit fiscal aumentará. ¿Cuánto más aumentará el déficit fiscal? Todo va a depender del nivel de ejecución presupuestal, de cuan grave sea la desaceleración económica y cómo evolucione la inflación.
Un menor porcentaje de ejecución presupuestal o reducción de la inversión pública contribuiría a limitar el incremento del déficit fiscal. Por su parte un menor PBI y una mayor inflación contribuirán a aumentar el déficit fiscal medido como porcentaje del PBI. Las proyecciones de nuestro modelo PREDICE nos dicen que en un escenario de menor crecimiento del PBI, mayor inflación y caída de la recaudación, el déficit fiscal podría llegar a 3.5% del PBI muy por encima del 2.4% proyectado en el MMM.
Un recrudecimiento del déficit fiscal sería una pésima señal para los inversionistas y calificadores de riesgo que ya nos han sacado tarjeta amarilla y amenazan con quitarnos el grado de inversión, que es vital para evitar el encarecimiento del crédito internacional y para atraer la inversión extranjera. Cuando mas se demore el gobierno en restablecer el orden público y el imperio de la ley, peores serán las consecuencias que la economía tendrá que enfrentar en lo que resta del año. Las autoridades tienen la palabra.