Una golondrina no hace verano

La euforia irracional de las autoridades no le hace bien al país

El anuncio del INEI de que el PBI de abril creció en términos anuales 5.28% ha causado euforia tanto en las autoridades como en una gran mayoría de los analistas económicos. El MEF y el BCRP han revisado hacia arriba sus proyecciones de crecimiento para el 2024. El ministro Arista anunció que el crecimiento este año estaría por encima de 3.2%. EL BCRP en su Reporte de Inflación aumentó sus proyecciones de crecimiento del PBI de 3.1% a 3.2%.

Sin embargo, esta euforia pareciera injustificada. Lo cierto es que el crecimiento de 5.28% ha sido producto del crecimiento de 158.4% del sector pesca que ha incidido en el crecimiento de 11.43% del sector manufactura y el crecimiento de 23.69% de la agricultura. Los altos crecimientos de estos sectores contrastan con las caídas del sector minero de 4.34% y el de alojamiento y restaurantes (3.47%). Po lo tanto podemos concluir que el crecimiento de 5.28% no ha sido producto de un crecimiento genuino sino de un fenómeno estadístico temporal.

En el caso de la pesca en abril de 2023 se pescaron apenas 6,444 toneladas como consecuencia del ciclón Yaku, este año con el inicio de la temporada la captura ha vuelto a sus niveles normales y se han pescado 778,491 toneladas. Fenómeno similar se ha registrado en agricultura donde los crecimientos de la producción de papa (73.2%), quinua (816.5%), y cebada en grano (1,069.2%) han sido resultado de que la producción ha vuelto a sus niveles de producción de años pasados. 

¿El crecimiento extraordinario de abril va a mejorar el crecimiento del resto de 2024? No necesariamente. En el Gráfico 1 se presenta la evolución del PBI mensual y el acumulado de los últimos 12 meses. Observamos que el crecimiento del PBI mensual de abril ha sido más un fenómeno estadístico que un crecimiento genuino. El PBI acumulado de los últimos 12 meses ha registrado un crecimiento de apenas 0.3%. En esta entrega trataremos de responder la interrogante de cuál será la evolución del PBI en lo que resta del año.

Un buen indicador de lo que nos espera para el resto del año es la demanda de electricidad, que se conoce con antecedencia a la publicación de los datos del PBI. En el Gráfico 2 se presenta la evolución del crecimiento anual de la demanda de electricidad divulgado por el COES (Comité de Operación Económica del Sistema Interconectado). Observamos que la caída de la demanda de electricidad en el mes de marzo coincidió con los datos negativos del crecimiento del PBI en el mismo mes, lo cual es un indicativo de la bondad de este indicador de antecedencia. Este indicador mostró una recuperación el mes de abril coincidente con la recuperación estimada por el INEI. Para mayo la demanda de electricidad apunta a un crecimiento, pero a niveles inferiores a los registrados en enero y febrero y una caída de 0.8% en los primeros 21 días del mes de junio. Es decir, este indicador no presenta una clara tendencia de recuperación para lo que resta del año.

Sin embargo, la tendencia observada en la demanda de electricidad no es el único indicador negativo para lo que resta del año. El incremento sostenido del déficit fiscal (3.9% del PBI en mayo) alimentado por la caída de la recaudación tributaria es otro indicador que apunta en la dirección contraria a un crecimiento sostenido.

Por su parte, el crecimiento de las exportaciones que venía liderando la recuperación económica, en el mes de abril registró, según datos del INEI, una caída de 10.4% en términos nominales y 17.1% en términos reales. Las caídas reales (descontando la inflación) se dieron tanto en las exportaciones tradicionales (18.6%) como en las no tradicionales (13.3%). Lo preocupante es que estas caídas se dan en un contexto de términos de intercambio favorables.

La sensación de optimismo y recuperación económica transmitida por las autoridades ha generado un aumento de las importaciones de 10.2% en términos nominales y de 12.9% en términos reales. Lo cual viene deteriorando rápidamente la balanza comercial y colocando mayor presión sobre el tipo de cambio.      Con la reducción de la inflación, las tasas de interés tanto en moneda nacional como en moneda extranjera continúan elevadas en términos real. Los márgenes de intermediación continúan elevándose y la morosidad bancaria se mantiene elevada.

Las autoridades han venido resaltando la recuperación del empleo formal y de la masa salarial como un indicador de la recuperación del consumo privado. Sin embargo, el indicador del empleo formal no toma en cuenta la situación del sector informal que es la gran mayoría. El sector informal esta vinculado a la remuneración mínima vital (RMV) y esta no ha sido ajustada desde 2021 y como consecuencia el sector informal ha perdido poder adquisitivo y no se avizora un ajuste de la RMV sino hasta finales de este año.

Por el lado positivo, el nuevo retiro de los fondos de pensiones y de las CTS deberá contribuir a un aumento de la demanda, que repercutirá en el crecimiento económico en lo que resta del año, aunque esto ha contribuido a un deterioro del sistema privado de pensiones. Asimismo, se espera una ligera recuperación de la inversión privada, aunque esta continua limitada por la incertidumbre política.

La política del gobierno continúa focalizada en el corto plazo. No se toman medidas para asegurar el crecimiento económico de largo plazo y además, la incertidumbre política se agudiza. Estos factores ahuyentan la inversión privada, sin la cual no habrá crecimiento del empleo y no será sustentable una eventual recuperación económica.

El objetivo de sobrevivencia del gobierno hasta el 2026 va a pasar factura a las cuentas fiscales. La trayectoria descendente del déficit y de la relación deuda pública/PBI definida en el Marco Macroeconómico Multianual difícilmente se cumplirá. Este incumplimiento podría significar la pérdida del grado de inversión por parte de las calificadoras de riesgo.

Tomado en cuenta estos indicadores hemos alimentado nuestro modelo PREDICE para determinar la probable evolución del PBI para lo que resta del 2024. En el Gráfico 3 se muestran las proyecciones para la evolución tanto del PBI mensual como del PBI acumulado de los últimos 12 meses.

Observamos que en los meses de mayo y junio el PBI mensual registraría crecimientos similares a los crecimientos observados en la demanda de electricidad. Se descartan crecimientos de 5.3% como el registrado en abril. Para el resto del año, el PBI mensual registraría crecimientos entre 2 y 3% anual. Como resultado, el crecimiento del PBI acumulado de los últimos 12 meses iniciaría una lenta recuperación a lo largo del año para cerrar 2024 con un crecimiento de 2.3%, que si bien supera la caída de 0.5% registrada en 2023, no alcanza el nivel de 3.2% anunciado por el gobierno.

Un nivel de crecimiento de 2.3% en 2024 no será suficiente para revertir los niveles de pobreza registrados en 2023 ni para mejorar los niveles de empleo formal. Con este magro crecimiento la tensión social continuará incrementándose, al igual que la informalidad, la corrupción y la delincuencia.  Un nivel de crecimiento de 2.3% es cercano al crecimiento del PBI potencial en las condiciones actuales y no podrá superarse mientras no se incremente la inversión privada que traiga consigo un aumento de la productividad. Sin un decidido cambio en la orientación de la política del gobierno para propiciar inversión y generación de empleo formal, difícilmente podremos crecer a más de 3% anual.